Monday, December 26, 2016

Depredadores, farsantes y entreguistas

El modelo de capitalismo estatista iniciado por el difunto tte coronel y continuado por el ungido Maduro ha conducido a un desplome de la economía del país, así como a un deterioro notable en la calidad de vida de los venezolanos. La “robolución bolivariana” se ha transformado en una pesadilla y en un calvario para todos, pero en especial para los más desposeídos.

Nuestra tragedia económica responde en gran medida a la errática política neoliberal que ha implementado el régimen, a través de un capitalismo de Estado compulsivo que se ha traducido en la profundización del viejo rentismo extractivista petrolero y más recientemente la imposición de un rentismo extractivista minero depredador del medio ambiente. Todos recordamos al ungido Nicolás Maduro anunciar al país la creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional "Arco Minero del Orinoco" con una extensión de casi 112 mil kilómetros cuadrados abarcando los Estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro. Atravesando selvas como la del Imataca, La Paragua y El Caura, además de las cuencas de los ríos Orinoco y Caroní. Ello representa la entrega aproximadamente del 12% del territorio Nacional a la gran minería transnacional para la explotación de oro, diamantes, coltán, hierro y otros minerales estratégicos. Mediante dicho decreto el régimen permite que aproximadamente 150 empresas extranjeras, nacionales y mixtas realicen labores de exploración y explotación en dicha zona. 

Empresas que operarán bajo una gama de incentivos, tales como flexibilización de normativas legales, simplificación y celeridad de trámites administrativos, la generación de mecanismos de financiamiento preferenciales, y un régimen especial aduanero con preferencias arancelarias y en sus importaciones. Igualmente dispondrán de un régimen tributario especial que contempla la exoneración total o parcial del pago del impuesto sobre la renta y del impuesto al valor agregado. Además, se contempla la militarización, y la suspensión de los derechos civiles y políticos en todo el territorio del Arco Minero. Para los trabajadores significará la pérdida de conquistas contempladas en la legislación laboral venezolana, tales como el derecho a la constitución de sindicatos, la afiliación de los trabajadores a los mismos, así como la firma de contratos colectivos.  

La explotación minera en el "Arco Minero del Orinoco" significará la obtención de ingresos monetarios a corto plazo, a cambio de la destrucción ambiental irreversible de una significativa proporción del territorio nacional, así como el etnocidio de los pueblos indígenas de la zona. La ejecución de este proyecto perverso compromete la rica biodiversidad de la zona, generándose la pérdida de grandes bosques amazónicos y de numerosas especies animales. Además, la deforestación previsible conducirá a una reducción de los caudales de los ríos de esa zona, los cuales constituyen la mayor fuente de agua dulce del país. Vale acotar que todas las represas hidroeléctricas del bajo Caroní se encuentran dentro de los límites que han sido demarcados como parte del Arco Minero del Orinoco. Frente al engaño del ecosocialismo bolivariano sustentable, vale recordar que la minería nunca ha sido, ni será una actividad económica sustentable y mucho menos amigable con el medio ambiente. Su acción se limita a extraer de la naturaleza el recurso mineral a ser explotado, para luego abandonar la zona con daños a los ecosistemas generalmente irreversibles.

Cabe acotar que la ejecución de este proyecto siniestro constituye una flagrante violación de la Carta Magna, en lo que respecta a los derechos consagrados de los pueblos indígenas e igualmente a la Ley de demarcación y garantía del hábitat y tierras de los pueblos indígenas (2001) y la Ley Orgánica de pueblos y comunidades indígenas (LOPCI, 2005). Además, este decreto fue discutido y rechazado por la mayoría de la Asamblea Nacional.


El régimen ondea falaces banderas antiimperialistas mientras subordina al país a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales petroleras y mineras. Los proyectos extractivistas bolivarianos comprometen la soberanía e independencia del país. El fachochavismo y sus compinches representan a los farsantes y mercaderes ideológicos del siglo XXI.

Saturday, December 24, 2016

Feliz Navidad




A pesar de las dificultades, frustraciones y dolor, no renunciemos a la esperanza de un futuro mejor. 

Feliz Navidad y un Mejor 2017

Thursday, December 22, 2016

Improvisación, entrega y destrucción de un país

La medida improvisada del régimen del iletrado Maduro de suprimir la circulación de billetes de 100 Bs en tres días, sin disponer de la moneda sustitutiva, ha provocado un caos y un verdadero golpe a los bolsillos de los venezolanos. Esta desquiciada decisión ha significado un zarpazo a la economía popular al ver invalidados, sin alternativas, los recursos necesarios para la compra de alimentos, y medicinas, así como para el pago de servicios públicos como el transporte, especialmente en estas fechas decembrinas.

El tan cacareado “nuevo cono monetario”, entiéndase la devaluación del ya famélico Bolívar fuerte, se ha convertido en un verdadero calvario, un suplicio para la población en especial para aquellos ciudadanos que no forman parte del sistema bancario al no disponer de ningún tipo de cuenta (corriente o de ahorros). Esta imprevista y abusiva medida del régimen ha generado un gran malestar entre la población, provocando protestas en más de 22 ciudades del país, incluso saqueos y quema de entidades bancarias en los Estados Bolívar y Apure.

Frente a los airados y justos reclamos de los sectores populares por la escasez de circulante la bota militar bolivariana ha apelado a la criminalización de la protesta, al uso de la represión desmedida y el asesinato a fin de aplastar la protesta popular. Los esbirros del régimen han recurrido al mismo libreto descalificador de los gobiernos adeco-copeyanos. Hemos visto a quienes reivindicaron y glorificaron -por conveniencias políticas- al Caracazo (27F), hoy convertidos en acusadores del pueblo, en vulgares represores de los desposeídos a quienes acusan de desestabilizadores, terroristas o simples delincuentes. A diferencia del 27F (explosión popular espontánea y simultánea) en la Venezuela de hoy se están produciendo Caracazos por cuotas en grandes, medianas y hasta pequeñas ciudades del país. Violaciones de los derechos fundamentales, que al igual que en el pasado, han contado con el silencio cómplice del ministerio público.

Es evidente que este nuevo caos no puede considerarse como un incidente aislado. Representa una nueva manifestación de la crisis orgánica que carcome a la economía nacional, cuyos orígenes son de larga data, pero que se han agudizado a partir del año 1998 con la llegada al poder del fallecido tte coronel. Recordemos, que el régimen del Centauro de Sabaneta, lejos de sustituir los tan “criticados” modelos neoliberal y petrolero rentista, los profundizó. En efecto en estos 18 años de “desgobierno bolivariano” la economía ha estado sujeta a políticas neoliberales. Se ha profundizado el extractivismo petrolero, el aparato productivo nacional ha sido destruido (se importa todo, incluyendo rubros que previamente se producían en el país), las riquezas naturales han sido entregadas al capital trasnacional (empresas mixtas, Arco minero del Orinoco) y las relaciones obrero-patronales han sido flexibilizadas (tercerización), deslegitimado los sindicatos, conculcadas conquistas laborales (derecho a la huelga) y criminalizadas las luchas sindicales. Al mismo tiempo, se ha impuesto un estatismo asistencialista a fin de reducir la pobreza, sin haber modificado las condiciones estructurales de la pobreza y de la exclusión social. Asistencialismo (misiones) que obviamente no redujo la pobreza, pero si impuso un mayor control social.

Ignorando el carácter cíclico de los precios petroleros, la dupla del tte coronel-Maduro despilfarraron miles de millones de dólares, asumiendo que los precios del petróleo se mantendrían indefinidamente sobre el techo de los US$ 100 por barril (Venezuela recibió entre 1999 y 2014 más de US$ 960.589 millones). Pero, además, tanto el padre, como su hijo bastardo han hipotecado y quebrado al país en forma irresponsable. La deuda externa se quintuplicó a pesar del boom petrolero, la moneda ha sido continuamente devaluada y las reservas internacionales han seguido mermando en últimos años (US$43.127 millones 2008 a unos US$15.000 millones 2016). Se pronostica una caída del PIB del 8% para el año 2016, así como una galopante inflación que puede alcanzar el 720% al cierre de este año, y que podría llegar al 2.200% al cierre del 2017.

Hoy el país padece las consecuencias de un fracasado modelo de capitalismo de Estado militarizado iniciado por el tte coronel y continuado por el ungido Maduro. Desastre que podría apuntar a un estallido social, el cual no se ha producido en parte, por los niveles de militarización y represión en el país, por la incapacidad de la oposición de capitalizar el descontento y rabia popular y por el aprovechamiento perverso de la crisis por parte del régimen la cual utiliza como instrumento de control social.


Sunday, December 11, 2016

Un país en crisis y sin salida a corto-mediano plazo

El país padece una lenta agonía. La crisis del modelo “fachochavista del siglo XXI” es irreversible. La inflación anualizada es del 600% y de acuerdo a los expertos puede terminar cercana al 700% para fin de año. Los salarios deprimidos no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas. El consumo de calorías y proteínas ha caído en forma alarmante y los venezolanos se están muriendo de hambre. La carencia de medicinas alcanza al 85% y los hospitales cuentan con solo el 3-4 % de los medicamentos que necesitan los pacientes. El régimen se niega a publicar el boletín epidemiológico (último boletín 12/29/13 - 1/04/14), así como las estadísticas sobre incidencia de mortalidad. La inseguridad personal es cada día más agobiante y las medidas adoptadas por el régimen -planes de seguridad- han sido un rotundo fracaso. El aparato productivo nacional está en ruinas y todo debe ser importado a fin satisfacer el mercado nacional. En el mercado negro el dólar paralelo se cotiza a 4.265 Bs.

Como respuesta a esta tragedia el régimen dictatorial ha decretado el estado de excepción y emergencia nacional con la ayuda de un corrupto y servil Tribunal Supremo de Justicia, que ha defenestrado a la Asamblea Nacional (AN), desconociendo así la expresión de la voluntad popular. Además, dada su estructura autoritaria el régimen ha acentuado la represión con el apoyo de la pestilente bota militar. Se trata de un Estado militar opresivo, orientado a imponer una obediencia absoluta mediante la propagación del pánico por todo el tejido social. 

El pretorianismo bolivariano ha insertado una cultura política caracterizada por prácticas de violencia estatal y paraestatal orientadas a la imposición de un modelo de país autoritario, económicamente regresivo y socialmente injusto. El Estado militar fachobolivariano se ha empeñado en disciplinar a la sociedad venezolana y en eliminar todos los vestigios de disidencia ideológica. Apelando al terror laboral (despido de trabajadores no afectos al régimen), a la tortura, a las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas mediante una salvaje violencia militar pretenden acallar el descontento popular mediante una desmedida y feroz represión militar que se aplica ante la complicidad del defensor del pueblo, e indiferencia de los fiscales del ministerio público. El objetivo es muy claro: eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria. El régimen se quedó sin apoyo popular, pero todavía cuenta con verdugos uniformados dispuestos a defenderlo a toda costa.

Sin embargo, la consolidación de este despreciable Estado militar ha sido posible en gran medida gracias a la incapacidad y a los sistemáticos errores de las distintas "oposiciones” del país. Apelo al término “oposiciones”, pues todos sabemos la existencia de varias tendencias en el sector disidente que por razones de espacio las denominaré: MUD, y no-MUD. Todas ellos han demostrado una gran mediocridad e ineptitud en cuanto a la conducción política, liderazgo y estrategia planteados. Han sido incapaces de capitalizar políticamente todo el descontento, la rabia e indignación de los venezolanos ante los desaciertos, errores y barbaridades cometidas por el fachochavismo en estos 18 años de “desgobierno” bolivariano. No hay que olvidar que el 85% de la población rechaza al régimen, pero solo un 38% se identifica con la oposición.

La MUD por su parte ha forjado una agenda política basada en falsas esperanzas y salidas fantasiosas. Primeramente, ofertó una salida exprés del iletrado Maduro a través del referéndum revocatorio (RR) y luego publicitó un diálogo con ribetes de capitulación por parte del régimen. La MUD erró, en especial el G-4, al concurrir a un dialogo impuesto por Maduro y sus compinches (UNASUR, Zapatero, Fernández y Torrijos) y sin tener en la mano una agenda clara de negociación que le permitiera seguir reforzado las movilizaciones de calle, acentuar la presión legislativa, mientras se dialogaba en la mesa. Tal presión hubiese forzado al régimen a ceder en algunos de los aspectos críticos, tales como el cronograma electoral (RR y elecciones de gobernadores 2016) y la liberación de los presos políticos. Esta desacertada estrategia solo produjo la desmovilización de la disidencia, así como frustraciones y desesperanzas.

Por otro lado, algunos sectores no-MUD transitan por el camino del pensamiento mágico afirmando que el régimen esta caído, y que con calle y más calle, incluyendo la peregrinación a Miraflores terminará por sacar al ungido de Miraflores. Otros, no terminan de romper sus nexos sentimentales con el comandante eterno y pretenden desligarlo del actual desastre de Maduro y su pranato bolivariano. Los demás sectores no-MUD siguen enfrascados en estrategias vanguardistas o por lo pequeño que son no tienen mayor peso político en el variopinto espectro opositor. Existen igualmente personalidades y micro-organizaciones practicantes de la antipolítica (entre ellos los comandantes de los 144 carácteres) que, aunque se autocalifican como opositores, actúan como verdaderos agentes encubiertos del régimen.

Venezuela navega en medio de una crisis terminal sin que exista una salida política, económica y social a corto o mediano plazo. El régimen busca ganar tiempo, oxigenarse al precio que sea sin importarle el costo de ello, solo le anima perpetuarse en el poder, Por otro lado, las “oposiciones” siguen sin entender las dimensiones reales de la crisis del país: la escasez, la inflación, el hambre, la violencia, la represión, el desempleo, la muerte por falta de atención médica.

La realidad es que con el pasar del tiempo el régimen se debilita más y se agudizan sus luchas internas. Sin embargo, ello no se ha traducido en el fortalecimiento y consolidación unitaria de la disidencia política.

Thursday, December 8, 2016

Torturas, ejecuciones y desapariciones

La tortura, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas como política de Estado tiene larga data en nuestro país. Durante la dictadura de Pérez Jiménez los presos políticos se les torturaba y asesinaba en la Seguridad Nacional. Con la llegada del bipartidismo Adeco-copeyano la DIGEPOL- DISIP, la PTJ, el SIFA, y los Teatros de Operaciones (TO) se convirtieron en tenebrosos centros de torturas y muertes. Fabricio Ojeda, Jorge Rodríguez, José Gregorio Rodríguez, y Victor Garcia Ucejo fueron algunos de los muchos luchadores sociales asesinados en nombre de la democracia. Otros como Andrés y José Pasquier, Víctor Soto Rojas, Donato Carmona, y Felipe Malaver fueron detenidos y desaparecidos para siempre. Caso emblemático fue el de Alberto Lovera detenido, asesinado y desaparecido por la DIGEPOL. Su cadáver con signos de tortura fue encontrado tiempo después por pescadores en la playa Mansa, municipio Diego Bautista Urbaneja, estado Anzoátegui.

Con la llegada de la peste militar bolivariana al poder (1998) las fuerzas militares y de seguridad del Estado han practicado la tortura y tratos crueles, así como ejecuciones extrajudiciales de manera sistemática e impune. Estas prácticas perversas forman parte de la política de Seguridad Nacional Bolivariana ejercitada por el régimen contra la disidencia política, a los que denominan: enemigo interno (lenguaje del jurista Nazi Carl Schmitt). El humanismo bolivariano lejos de erradicar las aborrecibles prácticas del pasado las ha profundizado e institucionalizado. Ello ante el silencio cómplice o impuesto de la mayoría de los medios de comunicación social. 

Centros de reclusión como el SEBIN, la DIM y el CICPC son antros de perversidad donde se ejercita la tortura libremente. Además, hay que mencionar los centros clandestinos de detención (CCD), instalaciones secretas empleadas por el SEBIN y la DIM en colaboración con las bandas armadas del régimen donde se torturan a los detenidos. Prácticas como taparle la cabeza al detenido con una bolsa de plástico para producir asfixia, cubrir el cuerpo del apresado con colchonetas para luego golpearlo (no quedan marcas visibles), arrancarles partes del cabello (el helicóptero), aplicación de descargas eléctricas (la parrilla) y otras atrocidades más suelen practicarse como en las mazmorras de los regímenes de dictatoriales del Cono Sur del siglo pasado.

Además, el “humanismo bolivariano” ha introducido nuevas variantes en cuanto a las vejaciones a los detenidos: se les rapa el pelo y los uniforman como presos comunes. Asimismo, los someten a todo tipo de torturas psicológicas desde las amenazas de muerte hasta la llamada tortura blanca consistente en el confinamiento del detenido en condiciones infrahumanas en zonas aisladas, pintadas de blanco e iluminadas las 24 horas (la "Tumba" del SEBIN). En otras instancias los tratos crueles y degradantes a los reos constituyen la regla y no la excepción, como ocurre en la cárcel de Ramo Verde donde a los detenidos políticos se les lanzan excrementos fecales y orina, y se practican chequeos corporales vejatorios a los familiares de los presos obligándolos a desnudarse. Pero además hay graves denuncias de jóvenes salvajemente golpeados y hasta violados por Guardias Nacionales durante las razias del 2014. Otro rasgo siniestro de la barbarie bolivariana ha sido las desapariciones forzadas como expresión de un amplio catálogo de prácticas violatorias de los derechos humanos. Todo ello con la complicidad nauseabunda del defensor del pueblo, fiscales del ministerio público, jueces, y de la misma nomenclatura facho-bolivariana.

Todas estas violaciones a los derechos humanos ocurren no obstante de que el artículo 46 de nuestra Carta Magna reconoce el derecho humano a no ser objeto de torturas y a tal efecto indica: “Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Además, el régimen bolivariano aprobó la Ley Especial Contra la Tortura y Otros Tratos Crueles Inhumanos y Degradantes (2013), la cual establece en su artículo 17: que el funcionario público que lesione a un ciudadano que se encuentre bajo su custodia en su integridad física, psíquica o moral, con la intención de intimidar, castigar u obtener información o una confesión, será sancionado con la pena de 15 a 25 años de prisión. Adicionalmente, Venezuela ha ratificado las Convenciones contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de la ONU y la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura de la OEA. 

Gracias al ejemplar “humanismo bolivariano” Araminta González torturada en los calabozos del CICPC padece de serios quebrantos de salud mental, cerca de 850 personas han sido asesinadas en las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), entre ellas las masacres de Tumeremo, Barlovento, y Cariaco, y más de 10 ciudadanos han sido víctimas de desapariciones forzadas incluyendo el luchador social Alcedo Mora. Todo indica que los chafarotes y esbirros del régimen seguirán torturando, asesinando y desapareciendo a cuanto venezolano disidente se oponga a sus designios en nombre de la “robolución” y su “humanismo bolivariano”.