Tuesday, April 17, 2018

La reunión de Lima: Otra fantasía

El abstencionismo radical e iracundo, una vez más, generó falsas expectativas en torno a La Cumbre de las Américas en Lima. Sus más conspicuos voceros hablaron desde condenas unánimes, hasta la aprobación de una intervención armada. Fue vergonzante ver a los voceros del abstencionismo suplicándole al Vicepresidente Mike Pence la intervención militar a nuestro país. Además, fue un evento donde el “pescueceo escénico” de los fundamentalistas no se hizo esperar, todos lucharon por aparecer fotografiados y reunidos con mandatarios o figuras que se dieron cita en dicho evento.

La cumbre terminó, como todas las anteriores, sin pena, ni gloría. Un documento central titulado “Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción” en el cual se obvia la situación venezolana y otro documento referido como la "Declaración de Lima" firmado por solo 16 de los 33 países participantes, en el cual se expresa la preocupación por el agravamiento de la crisis política, económica, social y humanitaria en Venezuela  y hacen un llamado a Maduro para que lleve a cabo elecciones presidenciales con las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y democrático, sin presos políticos y que incluya la participación de todos los actores políticos de ese país. Al mismo tiempo denuncia que unos comicios que no cumplan con esas condiciones carecerán de legitimidad y credibilidad. El documento expresa solidaridad con la situación venezolana pero ni remotamente habla de intervención militar como esperaban los fundamentalistas del abstencionismo. Obviamente, la fábula de la “invasión armada" se desploma al igual que sucedió con la marcha mágica (Miraflores), las fantasiosas salidas del 2014 y 2017 y del épico golpe militar a imagen y semejanza del 23/1/58. Igual sucederá con sus nuevas alucinaciones: si el pueblo se abstiene, la dictadura se deslegitima (hay alguna dictadura legitimada?), y el iletrado de Miraflores por “arte de magia” renunciará y se irá.

Solo a los frenéticos abstencionistas se les puede ocurrir la vana idea de que Mr. Trump estaría dispuesto a intervenir militarmente en Venezuela. Varias son las razones: Primero el Tío Sam tiene ya suficiente con los problemas que confronta con Rusia, Irán, Siria, y Corea del Norte para abrir un nuevo frente de guerra en Venezuela. Segundo, Latinoamérica en su conjunto no es prioridad para la errática política exterior de Mr. Trump. Tercero, los inversionistas norteamericanos se oponen a ello dadas las fabulosas ganancias que están percibiendo gracias a la política entreguista del régimen (empresas mixtas) en áreas como el carbón, el gas, y el petróleo. Ya el senador republicano Marcos Rubio lo indicó en forma categórica no habrá intervención militar. Todo lo demás es retórica demagógica.

Los abstencionistas refugiados en la inefable excusa de que “no existen condiciones equitativas para un proceso eleccionario” han renunciado a la vía electoral sin presentar alternativas de como salir de la peste facho-bolivariana. La historia nos enseña que bajo las garras de un régimen dictatorial nunca habrá condiciones electorales equitativas y transparentes. Quienes rechazan la vía electoral se equivocan al subestimar el valor anti-dictatorial de la lucha electoral, y de la factibilidad de consolidar un nuevo bloque social en contra de Maduro y su pandilla al calor de la lucha popular. El abstencionismo, entre muchas otras simplezas se niega a confrontar al agotado proyecto bolivariano que tiene solo 22% de apoyo popular, con evidencias de falta de cohesión y hegemonía por las luchas internas y con tendencias a disgregarse. Prefieren depositar todas sus fuerzas en función de una hipotética invasión armada (que nunca sucederá), un golpe militar (que nunca ocurrirá) o las sanciones de una comunidad internacional (que nunca han resuelto crisis alguna). Se niegan a permitir que el pueblo se exprese votando como expresión del mandato popular. Abstenerse es votar por el vocinglero e iletrado del Palacio de Misia Jacinta, un voto menos para la oposición es un voto más para el régimen. El abstencionismo solo favorece al régimen y por ello sus voceros lo promueven y lo fomentan.

Venezuela confronta grandes disyuntivas: la continuidad del autoritarismo facho-bolivariano o un salto cualitativo hacia la democratización de la sociedad; una ruta hacia el crecimiento sostenido o el estancamiento indefinido gracias a una estadolatría perversa; la construcción de un Estado de Derecho o la consolidación de un Estado forajido en manos de una mafia cívico-militar.


La abstención es una acción de desesperanza y de entrega frente a la barbarie fachochavista.

Tuesday, April 10, 2018

Abstencionismo iracundo

Los abstencionismos (histórico y coyuntural) promueven una política de rendición sin pena ni gloria ante el proceso electoral del próximo 20 de Mayo. Los históricos se confiesan como enemigos de cualquier alternativa electoral en tiempo de dictadura, los coyunturales por su parte se definen confusamente como “no abstencionistas, pero se abstienen”. Los abstencionistas hablan de no participar en las comicios pero no ofrecen un plan de acción alterno que permita superar la tragedia que significa el facho-chaveco-madurismo
Los abstencionistas no han logrado entender que todos los éxitos de la disidencia política, sin excepción, han sido de carácter electoral a pesar de las condiciones adversas e injustas impuestas por el servil poder electoral. Sorpresivamente diversos partidos políticos y el recién creado Frente Amplio Nacional han abandonado la ruta electoral al haber decidido no participar en las próximas elecciones presidenciales. Hacen causa común con los abstencionistas históricos, los mismos que fantasean con golpes o invasiones militares. Prefieren creer en una Fuerza Armada pretoriana de impronta represiva que en el valor del voto popular. Institución armada creada y adoctrinada a fin de garantizar la "paz social" y la "gobernabilidad" del proyecto hegemónico mediante la represión y muerte; otros claman por la llegada a nuestras costas de los marines del Tío Sam portando la bandera de las barras y las cincuenta estrellas. Muy seguramente los abstencionistas de viejo y nuevo cuño se quedarán esperando al Mesías uniformado, al igual que el famoso coronel  del Gabo a quien nunca le llegó su ansiada  pensión de veterano de la guerra civil.
Las excusas han sido muchas desde que votar significa legitimar a la dictadura (¿hay alguna dictadura legítima?), hasta reclamar mejores condiciones electorales (nunca las habrá en tiempos de dictadura). Es bien sabido que a las dictaduras -no importa su tendencia ideológica- les da por convocar elecciones o eventos plebiscitarios sin garantizar las condiciones mínimas propias de una consulta democrática. Exigir condiciones equitativas a un poder electoral supeditado a los deseos del dictador Maduro es una quimera. Si el iletrado Maduro es un dictador, con lo cual coinciden los abstencionistas ¿cómo pedirle a un régimen dictatorial condiciones ajenas a su ADN? Es sorprendente ver a quienes han participado en procesos electorales desde 1999, caracterizados por el ventajismo, la violencia, el abuso de poder, el terror, y organizados por CNEs parcializados, recurrir a la simulada excusa de “que no hay condiciones para participar”. Condicionar la participación electoral al logro de condiciones propias de una democracia en tiempos de dictadura, no es otra cosa que consentir la eternización en el poder de Maduro y su social-fascismo bolivariano. Es decir mayor miseria y hambruna, escasez e hiperinflación, violación de los derechos humanos y militarización de la sociedad en los años por venir. La historia nos ha demostrado que las elecciones no se ganan con condiciones, sino con una participación masiva del electorado y una buena organización electoral en especial de los testigos de mesa. 
Los abstencionistas ignoran el valor del voto como instrumento de lucha, y se olvidan que el pueblo venezolano no ha dejado de votar a lo largo de estos 20 años de peste bolivariana a pesar de las precarias condiciones impuestas por los siniestros CNEs. Tan solo se abstuvo en el 2005 siguiendo las equivocadas directrices de la oposición, con lo cual se le entregó en bandeja de plata al tte coronel Chávez la posibilidad de consolidar “demócratamente" su bastardo proyecto hegemónico vía leyes habilitantes y decretos, e imponer su paquete neoliberal. 
Los que reniegan de la vía electoral no cuentan con mayor respaldo popular como lo reflejan los estudios de opinión que indican que un alto porcentaje de venezolanos están dispuestos a votar (77,6% % deseos de participar en los comicios versus 12,3 % que no desean - Datanálisis 6/03/18). Sin embargo, si tienen un gran apoyo internacional (Grupo de Lima, Euro-parlamento, presidentes de gobiernos extranjeros, etc.,). Apoyos que son agradecidos, pero que en algunas circunstancias trascienden los marcos de la solidaridad y se inmiscuyen en nuestra política nacional. Las declaraciones del Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro y del expresidente Felipe González así lo demuestran. El Señor Almagro en forma destemplada acusó a Henri Falcón de ser instrumento del régimen bolivariano para dividir a la oposición venezolana. A su vez el Señor González le pidió al Falcón que no se convierta en el “taparrabos” del dictador Maduro. Con todo el respeto que se merece el Sr. Almagro, acusar a quienes creemos en la salida electoral de ser cómplices del régimen es una falacia que excede los límites de la dignidad. Igualmente, Sr. González deje ya de darle credibilidad a las consejas del Sr. Ledezma e infórmese mejor de la situación del país. A la falta de argumentos válidos invierten sus menguadas fuerzas en descalificar y estigmatizar a todo aquel que sea proclive a la salida electoral.

Quienes hoy llaman a abstenerse son los mismos que dilapidaron los siete millones de votos del 2015, los que dirigieron las dolorosas y trágicas salidas del 2016-2017, los que con sus errores nos llevaron a la derrota en las elecciones de gobernadores del 2017. Son los que apuestan a soluciones fantasiosas, mientras miles de venezolanos escarban en la basura en la búsqueda de algo que comer, y otros mueren por falta de medicinas o padecen los embates de una represión desenfrenada.

Wednesday, March 28, 2018

¿Bolívar soberano o famélico?

En medio de una gran inestabilidad económica, política y social el iletrado Maduro anunció en cadena nacional una nueva devaluación del Bolívar a partir del próximo 4 de junio. Al margen de la trastocada neolengua bolivariana llamándola “reconversión monetaria”, lo cierto es que el régimen, al suprimirle tres ceros al ya anémico “Bolívar fuerte” esta poniendo en practica la segunda macro-devaluación de nuestro signo monetario. Este anuncio con tinte electorero es el reflejo del fracaso de la política económica aplicada en los últimos años.

La logia cívico-militar pretende maquillar el desastre económico e hiperinflación que afecta a la nación. La realidad es que la economía se ha desplomado casi en un 52%, en relación a los últimos cuatro años. Venezuela padece la inflación más alta del mundo, con una tasa intermensual que oscila entre un 80% y un 100%. La inflación al cierre de 2017 fue de 2.000% y para 2018 se calcula que podría llegar a un 7.000%. Además, la deuda externa está en el orden de los US$ 190.000 millones. El PIB ha caído 39% en los últimos cuatro años y se calcula que el Banco Central de Venezuela (BCV) tiene menos de US$ 10.000 millones en reservas operativas. Además, el 81% de las familias venezolanas tienen ingresos que las coloca por debajo de la línea de pobreza. El 74.3% de la población ha perdido en promedio 8.7 kilos por persona, y alrededor de 9.6 millones de venezolanos comen dos veces al día o menos. Las importaciones de comida y medicinas se han reducido entre 69% y 87% respecto al 2017.Esta dantesca situación es el producto de los sistemáticos desaciertos del régimen en materia económica. Esta es una radiografía parcial de la gran estafa económica y social que representa el mal llamado “socialismo del siglo XXI”.

Esta segunda mega-devaluación del Bolívar es un capítulo más de la perversa agenda bolivariana, no debemos de olvidar que el insepulto tte coronel le eliminó también tres ceros a nuestra unidad monetaria en el 2008. Esta mega-devaluación, al igual que en el 2008, representa una acción aislada que no resuelve el grave problema de la hiperinflación, de la escasez de alimentos y medicinas, de la pérdida del poder adquisitivo de los venezolanos golpeados por las políticas neoliberales de Maduro y su mafia cívico-militar. Eliminarle tres ceros al Bolívar fuerte representa un retoque contable para facilitar los cálculos aritméticos del Banco Central de Venezuela (BCV), más no incidirá en el abaratamiento del costo de la vida. Con la eliminación de los tres dígitos los precios de los alimentos, insumos y servicios “caerán”, pero el desfase entre los precios y la capacidad adquisitiva se mantendrá pues el salario también se reducirá en 3 dígitos. Además si no se controla la hiperinflación, los precios seguirán en ascenso y en pocos meses la eliminación de los tres dígitos será cosa del pasado. Históricamente la creación de una nueva convertibilidad monetaria suele ocurrir como parte de un plan de estabilización económica, como ha ocurrido en otras latitudes. La cruda realidad es que en 10 años de “robolución bolivariana” un millón de Bolívares viejos pasó a valer 1 Bolívar del llamado  falazmente “soberano”; la peste bolivariana nos hizo un millón de veces más pobres y miserables.

Otros factores que conspiran contra la descabellada medida de crear una nueva moneda por parte del régimen son el tiempo y los recursos. En el 2008, el tte coronel implementó una mega-devaluación monetaria idéntica a la actual, restándole tres ceros a la moneda, pero el Banco Central de Venezuela tuvo un año de plazo para imprimirlos en la Casa de la Moneda e importar los nuevos billetes al país. Desde el 2010 la cantidad de billetes circulantes en Venezuela supera los 15.500 millones de piezas de acuerdo con las estadísticas del BCV, lo que significa que el país deberá suplantar esta cantidad de billetes en solo “seis semanas”, pero no tenemos ni el tiempo, ni los recursos para alcanzar esta exigente meta.

El fracasado y arrogante régimen bolivariano con esta nueva “mega-devaluación monetaria” generará un incremento de la hiperinflación, deterioro de las condiciones de vida, mayor desempleo, pobreza, hambre y miseria.

A nuestro Bolívar no tan solo le cambiaron su rostro por la de un mulato afrodescendiente, sino lo transformaron en una moneda paria, en un Bolívar famélico, cuya convertibilidad es cada día más incierta.