Thursday, May 5, 2016

Los trabajadores y la barbarie fachobolivariana

Contrariamente al falaz discurso obrerista de la sabandija de Maduro, su régimen militarista le ha dado continuación al modelo económico capitalista-neoliberal-neorentista iniciado por el insepulto tte coronel. El socialfascismo bolivariano lejos de representar un proyecto emancipatorio para los trabajadores, constituye un modelo represivo que estigmatiza y reprime toda discrepancia o disonancia que surja en el horizonte.

Producto de la agobiante crisis económica y como parte de su agenda demagógica el iletrado de Maduro anunció el pasado 1 de Mayo un aumento del 30% del salario mínimo. Este miserable aumento no representa un alza general de sueldos y salarios, sino un incremento insuficiente y demagógico del salario mínimo, lo cual contribuye a deformar la ya maltrecha escala salarial existente. Este cínico incremento salarial no compensa la devastadora inflación -700% a finales de año según los expertos- y solo alcanza para comprar una quinta parte de la llamada "canasta alimentaria familiar" que reúne los artículos de consumo básico masivo (142.853,20 bolívares, Marzo 2016).

Además, este aumento constituye una violación del Art. 172 de la Ley Orgánica del Trabajo, que establece la obligatoriedad por parte de las autoridades de discutir la política salarial con los trabajadores. Este mísero aumento salarial ha sido el producto de conciliábulos de las cúpulas corruptas del régimen y de los filibusteros al servicio del proyecto que se autocalifican de representantes de los trabajadores.

Pero además, este perverso proyecto mesiánico-militarista se ha impuesto como meta estratégica la desarticulación de la clase obrera. En nombre de una falsa revolución, el régimen ha eliminado, modificado o ignorado leyes consagradas a la defensa de los derechos de los trabajadores, ha intervenido los sindicatos y ha propiciado el paralelismo sindical, criminalizando y judicializando las luchas sindicales. Cientos de trabajadores han sido victimas de medidas judiciales-represivas impuestas por jueces complacientes y genuflexos al servicio del tartufo de Miraflores. No olvidemos que el proyecto fachochavista ha aprobado normativas que han desmejorado las conquistas de los trabajadores (Ley sobre el Estatuto de la Función Publica), penalizado el derecho a la huelga y la protesta y derogado la Ley Orgánica de Seguridad Social.

Además, estos sátrapas ideológicos disfrazados de revolucionarios han impuesto una malévola precarización del mercado laboral. Mediante la creación de empleos precarios (puestos temporales, trabajo a domicilio, misiones sociales, cooperativas, cogestión) los trabajadores están siendo sometidos a una superexplotación. Latrocinio evidenciado por el pago de salarios viles, la eliminación de sus derechos laborales (a la sindicalización, libertad sindical) y a la desaparición de muchas de sus conquistas reivindicativas (bonos vacacionales, caja de ahorro, aguinaldos, prestaciones sociales, seguros de cirugía maternidad y hospitalización, etc.). El régimen, al margen de su falaz discurso revolucionario, aplica rigurosamente los libretos flexibilizadores sugeridos por los organismos financieros internacionales, los mismos que cuestionaron muchos de los que hoy ocupan cargos de gobierno. Créase o no, la precarización de la fuerza de trabajo es el paradigma de la política laboral del régimen.

Tras un falso discurso revolucionario, la nomenklatura bolivariana prostituye conceptos como pueblo trabajador, salario digno, socialismo, soberanía, Patria, profundiza la explotación de los trabajadores, y construye una hegemonía totalitaria basada en el odio, la violencia y la muerte. Su genética despótica lo impulsa a amedrentar, reprimir y aniquilar al contrario a fin de afianzar su pestilente proyecto militarista.

Frente al pranato cívico-militar chavista, la unidad y el fortalecimiento del movimiento obrero adquieren un gran valor estratégico, dado su importante papel en la construcción, desarrollo y consolidación de un nuevo proyecto de país.

Hemos arribado a un nuevo “género de barbarie” fascista: la bolivariana


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