El modelo de capitalismo estatista iniciado por el difunto tte coronel y
continuado por el ungido Maduro ha conducido a un desplome de la economía del
país, así como a un deterioro notable en la calidad de vida de los venezolanos.
La “robolución bolivariana” se ha transformado en una pesadilla y en un
calvario para todos, pero en especial para los más desposeídos.
Nuestra tragedia económica responde en gran medida a la errática política
neoliberal que ha implementado el régimen, a través de un capitalismo de Estado
compulsivo que se ha traducido en la profundización del viejo rentismo
extractivista petrolero y más recientemente la imposición de un rentismo
extractivista minero depredador del medio ambiente. Todos recordamos al ungido
Nicolás Maduro anunciar al país la creación de la Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional "Arco Minero del Orinoco" con una extensión de
casi 112 mil kilómetros cuadrados abarcando los Estados Bolívar, Amazonas y
Delta Amacuro. Atravesando
selvas como la del Imataca, La Paragua y El Caura, además de las cuencas de los
ríos Orinoco y Caroní. Ello representa la entrega
aproximadamente del 12% del territorio Nacional a la gran minería transnacional
para la explotación de oro, diamantes, coltán, hierro y otros minerales
estratégicos. Mediante dicho decreto el régimen permite que aproximadamente 150
empresas extranjeras, nacionales y mixtas realicen labores de exploración y
explotación en dicha zona.
Empresas que operarán bajo una gama de incentivos,
tales como flexibilización de normativas legales, simplificación
y celeridad de trámites administrativos, la generación de mecanismos de
financiamiento preferenciales, y un régimen especial aduanero con preferencias
arancelarias y en sus importaciones. Igualmente dispondrán de un régimen
tributario especial que contempla la exoneración total o parcial del pago del
impuesto sobre la renta y del impuesto al valor agregado. Además, se contempla
la militarización, y la suspensión de los derechos civiles y políticos en todo
el territorio del Arco Minero. Para los trabajadores significará la pérdida de conquistas
contempladas en la legislación laboral venezolana, tales como el derecho a la
constitución de sindicatos, la afiliación de los trabajadores a los mismos, así
como la firma de contratos colectivos.
La explotación minera en el "Arco Minero del Orinoco" significará
la obtención de ingresos monetarios a corto plazo, a cambio de la destrucción
ambiental irreversible de una significativa proporción del territorio nacional,
así como el etnocidio de los pueblos indígenas de la zona. La ejecución de este
proyecto perverso compromete la rica biodiversidad de la zona,
generándose la pérdida de grandes bosques amazónicos y de numerosas especies
animales. Además, la deforestación previsible conducirá a una reducción de los
caudales de los ríos de esa zona, los cuales constituyen la mayor fuente de
agua dulce del país. Vale acotar que todas las represas hidroeléctricas del
bajo Caroní se encuentran dentro de los límites que han sido demarcados como
parte del Arco Minero del Orinoco. Frente al engaño del ecosocialismo
bolivariano sustentable, vale recordar que la minería nunca ha sido, ni será
una actividad económica sustentable y mucho menos amigable con el medio
ambiente. Su acción se limita a extraer de la naturaleza el recurso mineral a
ser explotado, para luego abandonar la zona con daños a los ecosistemas
generalmente irreversibles.
Cabe acotar que la ejecución de este proyecto siniestro constituye una
flagrante violación de la Carta Magna, en lo que respecta a los derechos
consagrados de los pueblos indígenas e igualmente a la Ley de demarcación y
garantía del hábitat y tierras de los pueblos indígenas (2001) y la Ley
Orgánica de pueblos y comunidades indígenas (LOPCI, 2005). Además, este decreto
fue discutido y rechazado por la mayoría de la Asamblea Nacional.
El
régimen ondea falaces banderas antiimperialistas mientras
subordina al país a los intereses de
las grandes corporaciones transnacionales petroleras y mineras. Los proyectos
extractivistas bolivarianos comprometen la soberanía e independencia del país.
El fachochavismo y sus compinches representan a los farsantes y mercaderes ideológicos
del siglo XXI.
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