Los resultados de las pasadas elecciones municipales no deben de sorprender a nadie. La decisión equivocada y costosa de importantes sectores de la Mesa de la Unidad, aunado al ventajismo, la coacción y el control social (carnet de la patria) le permitieron al fachochavismo hacerse de la mayoría de las alcaldías sin mayores dificultades. Sin combatir, se le entregó al régimen el Poder Municipal en la casi totalidad del país. Y lo más triste es que se habría podido evitar, simplemente ejerciendo el voto con perspectiva de futuro y con una base de coherencia democrática. Se desperdició una nueva oportunidad de confrontar al régimen en el terreno electoral y demostrar que son una minoría. Con la abstención se desaprovechó la coyuntura de lograr nuevos espacios de luchas a fin de acentuar la agonía de este proyecto de dominación, reaccionario, antipopular y dictatorial.
La decisión de la mayoría de los partidos integrantes de la Mesa de la Unidad de no participar en las elecciones Municipales sin un mensaje claro constituyó una inexplicable incoherencia política por parte de una coalición que ha cosechado sus mayores logros precisamente en la arena electoral. Inexplicablemente, han adoptado una política suicida de renunciar a la ruta electoral lo cual ha alimentado más el desánimo y la frustración de los venezolanos.
Pareciera que la dirección de la MUD olvidó que el voto es un instrumento de lucha popular, un recurso para desobedecer y contradecir al proyecto hegemónico en especial en tiempos de dictadura. Constituye la única arma movilizadora frente a un narcoestado inmoral, aún a sabiendas del carácter delincuencial de los miembros del CNE. Paradójicamente una dirigencia opositora promotora permanente del voto, ahora cuestiona la vía electoral sin ofrecer vías alternas específicas para desplazar del poder a Maduro y sus milicos. Hacen causa común con el sector más atrasado y fantasioso de la oposición, practicante de discursos hipócritas, excluyentes y descalificadores. Son los mismos que invocan golpes de Estado, e invasiones extrajeras, que acusan de “colaboracionistas y traidores” a quienes no coindicen con sus dislates políticos. Señalar que con la participación en las municipales se estaba legitimando a la dictadura y a la Asamblea Nacional Constituyente, refleja la más absoluta ceguera política que raya en la necedad.
Es una gran verdad que el fachochavismo ha pervertido el sufragio. Un sector importante de la población, en especial los más desposeídos, votan bajo condiciones de absoluto control social ejercido a través del Carnet de la Patria, del voto asistido, o manoseando su miseria con una caja del CLAP. El chantaje y la coacción hoy privan más que la intención real del voto. Sin embargo, los comicios siguen siendo un escenario ideal para gestar grandes movilizaciones y capitalizar el desencanto y frustración existente en las filas del oficialismo. La aplastante victoria electoral del régimen tramposo y ventajista del ungido Maduro no refleja el sentir de la mayoría de los venezolanos, ni significa que el fachochavismo se consolidó como la nueva mayoría electoral. Reflejan la incapacidad de una dirección opositora sumida en su propio laberinto. Una oposición que renuncia a su mejor arma “el voto popular” jamás podrá ser alternativa frente a la dictadura Madurista.
Pero la incoherencia de la MUD es mayor cuando por un lado decide abstenerse en bloque frente a las municipales, pero al mismo tiempo plantea organizar primarias para escoger a un candidato presidencial con miras a participar en las elecciones presidenciales del 2018. Esta ambigüedad recurrente entre dos líneas de acción contrapuestas es en gran medida la causante de los fracasos de la dirigencia de la disidencia política en el país.
La lucha electoral en tiempos de dictadura adquiere ribetes diferentes. Es preferible participar y que sea el régimen el que se encargue de atropellar, de desconocer los resultados, en vez de dejarle los espacios institucionales sin lucha alguna. Vivimos tiempos de dictadura donde el voto es la única y mejor arma ciudadana. Apartarnos de la vía electoral es una estupidez política cercana a la incapacidad mental.
Para el socialfascismo bolivariano el escenario presidencial del próximo año está servido: 18 Gobernaciones, 300 Alcaldías, una ANC desenfrenada al servicio del proyecto, y una oposición dividida y proponente de una abstención electoral suicida. Una ruta inadecuada que si nos empecinamos en seguir eternizaremos al socialfascismo bolivariano en el poder.
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