Tuesday, November 30, 2021

Ganar la mayoría siendo minoría


Los resultados de las elecciones de alcaldes y gobernadores el pasado 21 de noviembre fueron los esperados: una alta abstención (57,7%), la derrota electoral de la oposición y el afianzamiento político del chaveco-madurismo al salir victorioso en 19 de los 23 estados y en más de 200 alcaldías del país. 

La derrota opositora se debe entre otras cosas, al abstencionismo impulsado desde el interinato y a la política anti-unitaria de la MUD. Los resultados electorales demuestran que la oposición de haber logrado candidatos unitarios hubiera podido ganar en Estados como Amazonas, Lara, Sucre, Táchira, Anzoátegui, Falcón y Guárico a pesar de la alta abstención. Además, en otros estados (Táchira y Lara) la campaña de la MUD pareció estar más orientada a vencer a sus competidores opositores, en lugar de derrotar a los candidatos del régimen autoritario. La dispersión y la fragmentación del voto opositor le permitió al PSUV ser el gran ganador electoral. Los resultados indican que el chaveco-madurismo se ha quedado sin base social, de 7,517.99 votos (Presidenciales 2013) hoy solo cosecha 3.722.656 votos, convirtiéndose en minoría frente al caudal electoral opositor (4.414.874 votos). La verdad es que más allá de la cacareada victoria del 21N, los resultados demuestran que el proyecto hegemónico tiene el sol a sus espaldas.

Los responsables históricos de la derrota electoral opositora son los mismos actores que le regalaron la presidencia a Maduro y entregaron la Asamblea Nacional al oficialismo al impulsar un perverso abstencionismo. Los mismos que han desalentado el voto sobre las falaces premisas que “en dictadura no se vota”, y que “votar legitima al régimen”. Amnésicos que obvian que con votos salieron los gobiernos dictatoriales de Chile, Polonia, Hungría, Nicaragua, Sudáfrica, Checoslovaquia, entre muchos otros. Abstención que no ha conducido a ningún quiebre en el poder y mucho menos a transición alguna, pero si le ha permitido al chaveco-madurismo consolidar la hegemonía de su proyecto totalitario. Es la misma dirigencia que se niega a aceptar autocríticamente lo errado y doloroso que ha sido su estrategia política (trancones, salidas, guarimbas, abstenciones, golpes de Estado, Gedeón). Que frente a los logros electorales de la oposición (21N) desconocen su valor estratégico y despectivamente los consideran como concesiones “misericordiosas” del régimen para sus “colaboradores” (Zulia, Nueva Esparta, Cojedes).

Desafortunadamente, la oposición que impulsa cambios en el marco de la ruta electoral carece del músculo político-organizativo para derrotar a los sectores opositores fundamentalistas que promueven salidas fantasiosas y propician el abstencionismo suicida. 

Aunque los resultados de esta elección seguramente no serán reconocidos por algunos países (Estados Unidos, Colombia) e instituciones internacionales (OEA), lo incuestionable es que este proceso de votación puede ser el inicio para reconstruir la ruta electoral por parte de la oposición. No será una tarea fácil, pero es el camino para recorrer.

La oposición necesita recomponerse políticamente y así superar su debilitamiento y fragmentación. Le urge crear una estrategia que ubique al hecho electoral como vía fundamental para solucionar las contradicciones existentes en nuestra sociedad. Igualmente, es apremiante que desarrolle una política unitaria para avanzar y vencer. Una unidad sin exclusiones, sin arrogancias la cual debe centrarse en un programa mínimo de gobierno con miras al proceso eleccionario del 2024 y no como quienes han planteado un cortoplacista e improvisado referéndum revocatorio. No nos dejemos seducir por los arrullos y cantos de sirenas del referéndum revocatorio.

 



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