Tuesday, July 26, 2022

Las zonas económicas especiales: infiernos de esclavitud laboral

El pasado 20/7/2022 Nicolas Maduro firmó el ejecútese a la ley orgánica de zonas económicas especiales (ZEE) aprobada por la mayoría gobiernera de la Asamblea Nacional, con la complicidad servil de la bancada opositora. Las zonas económicas especiales (ZEE o SEZ por sus siglas en inglés) se definen como áreas geográficamente delimitadas, con un régimen socioeconómico especial y cuya meta fundamental es atraer la inversión extranjera. La ley orgánica de ZEE constituye un nuevo capítulo de la política antinacional del régimen militarista de Maduro en favor del gran capital internacional y en detrimento de los intereses sociales, económicos e históricos de los trabajadores. 

Aunque en la exposición de motivos de esta nueva ley se establece “Este nuevo modelo está llamado a convertirse en el fundamento de una nación moderna capaz de brindar creciente bienestar a la población” vale acotar que las ZEE no son nada nuevo, tienen un largo historial de esclavitud laboral y violación de los derechos de los trabajadores. Se estima que actualmente existen más 5.400 ZEE, ubicadas en más de 145 países (China, México, Vietnam, Brasil, India, Irlanda, Colombia, Singapur, Costa Rica, Filipinas, Perú, Tailandia, República Dominicana, por mencionar algunas). Enclaves que representan tinieblas de explotación para los trabajadores y paraísos para la acumulación de riquezas por parte de las transnacionales.

La ley de ZEE además de darle el piso jurídico a la política antinacional del chaveco-madurismo al ceder soberanía a intereses económicos transnacionales, reafirma el carácter monárquico-autoritario del régimen al establecer que la creación de estos enclaves económicos-territoriales será de exclusiva competencia de Maduro, así como la designación de sus administradores, sin la previa consulta o asesoramiento de ningún ente de la República. Además, la ley establece que estos enclaves económicos serán establecidos al margen de la organización político territorial existente del país. 

Como atractivo para atraer al capital transnacional, las empresas establecidas en las ZEE no pagarán impuesto sobre la renta, ni por conceptos de importación ni tampoco por el valor agregado (IVA). Igualmente, podrán implementar normativas laborales precarias (inseguridad en el empleo, bajos salarios, disminución de derechos laborales, malas condiciones de trabajo, prohibición a la sindicalización, imposición de contrataciones leoninas).  Además, disfrutarán de un régimen cambiario de libre convertibilidad y de una infraestructura tecnológica, de comunicaciones y de seguridad financiada por el Estado.

Vaya ironía, el social-autoritarismo bolivariano despotricó del capitalismo hasta la saciedad, condenó una y mil veces al neoliberalismo, juró defender “rodilla en tierra” la soberanía nacional, censuró la tortura, reivindicó una democracia social, para terminar en un proyecto autoritario-militarizado, violador de los derechos humanos, que impulsa un modelo de explotación neoliberal antinacional y que violenta los intereses sociales e históricos de los trabajadores. Tanto nadar para morir ahogados en esta orilla.

Aun cuando en el papel, el neoliberalismo y el social-autoritarismo bolivariano lucen como contrapuestos y excluyentes, en realidad ambos constituyen expresiones del proyecto hegemónico dominante. Proyectos, que por su impronta autoritaria y explotadora conducen al empobrecimiento de las grandes mayorías y al enriquecimiento de elites civiles y militares.

El establecimiento de las ZEE al igual que la polémica Ley Antibloqueo solo favorecen a los grandes capitales extranjeros que seguirán expoliando a Venezuela.


Tuesday, June 28, 2022

Agenda religiosa-partidista de la justicia norteamericana

La mayoría conservadora de la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló el pasado 24 de junio la histórica sentencia conocida como Roe contra Wade, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto en el país. La sentencia Roe contra Wade fue el garante para preservar la interrupción del embarazo como una legitimación constitucional. 

Era evidente que uno de los objetivos de la mayoría religiosa-partidista en la Corte Suprema era invalidar la histórica sentencia de Roe contra Wade. El fallo judicial del 06/24 significa que el derecho al aborto ya no tiene protección constitucional y que los gobiernos estatales pueden promulgar leyes que prohíban el procedimiento por completo o que restrinjan severamente el acceso al mismo. Es evidente que la Corte Suprema profundizó su rumbo conservador-religioso durante la administración de Mr. Trump al ser electos magistrados proclives a la tesis de la “originalista de la Constitución” la cual renuncia a entender la Constitución en su contexto histórico. No olvidemos que el mayor legado de la administración Trump fue remodelar el sistema judicial (194 jueces federales) y 3 magistrados del Tribunal Supremo, todos ellos proclives a la derecha religiosa.

Esta decisión partidista de la Corte Suprema significa una victoria rimbombante de los intereses de los republicanos y conservadores religiosos. Con esta derogación, cada una de las 50 administraciones internas del país norteamericano podrá prohibir o no totalmente la posibilidad de intervenir durante el proceso de gestación. Nueve Estados de la unión prohibieron la interrupción del embarazo inmediatamente al conocerse la decisión de la Corte (Alabama, Arkansas, Kentucky, Luisiana, Misuri, Oklahoma, Dakota del Sur, Utah y Wisconsin). Además, hay algunos estados que han amenazado con emprender acciones legales contra las mujeres que viajen a otras localidades para llevar a cabo abortos, una medida cuya legalidad es totalmente incierta pero que los conservadores religiosos están dispuestos a implementar.

La diferencia entre preservar o eliminar un derecho constitucional de larga data implica una cruda realidad, la imposición de una agenda partidista-religiosa en la administración de justicia que arruina la fantasiosa y cacareada independencia del poder judicial en los Estados Unidos. Nada más falaz y ridículo que calificar la anulación de la sentencia Roe contra Wade como un ejercicio “basado en principios judiciales” que recoge la “genuina expresión de la mayoría del pueblo norteamericano” (61% de la población está a favor del aborto, y el 37% en contra según Pew Research Center).

Sin embargo, esta no es la primera vez que se produce un fallo judicial histórico basado en intereses ajenos a la administración de justicia por parte de la Corte Suprema. Valdría la pena acotar algunos casos emblemáticos del pasado: i) la defensa incondicional de la esclavitud antes de la Guerra Civil (caso Dred Scott contra Sanford, 1857), ii) la anulación de las condenas impuestas a los miembros de la milicia blanca por el asesinato ciudadanos negros en Colfax, Lousiana (caso United States contra Cruikshank, 1876). La aprobación de mantener la constitucionalidad de la segregación racial en lugares públicos bajo la doctrina de “separados pero iguales” (caso Plessy contra Ferguson, 1896), y la anulación del salario mínimo federal para las mujeres (caso Adkins contra Children’s Hospital, 1923), etc.

Ya lo afirmaba el presidente Abraham Lincoln (4/03/1861) “Si la política del gobierno en cuestiones vitales que afectan a todo el pueblo debe ser fijada irrevocablemente por la Corte Suprema, el pueblo habrá dejado de ser su propio amo, pues entonces prácticamente habrá puesto su gobierno en manos de ese distinguido tribunal”.

La sentencia del pasado 24/06 prueba una vez más que las decisiones de la Corte Suprema de los Estados Unidos están alejadas de la imagen de esa “dama con los ojos vendados” y en su lugar responden fundamentalmente a una agenda secreta de carácter religiosa-partidista.



Sunday, May 29, 2022

El gran reemplazo y el terrorismo blanco

El pasado 16/05/22, un adolescente supremacista blanco masacró a diez personas en un supermercado de la ciudad neoyorquina de Buffalo. El joven inspirado y motivado por la teoría del gran reemplazo escribió un pastiche de 180 páginas antes de cometer el crimen, en el mismo recopilaba halagos hacia otros terroristas supremacistas y expresada su preocupación por “el reemplazo racial y cultural de la población blanca”.

¿En qué consiste el gran reemplazo? Se trata de una falaz teoría según la cual existe un plan ideado por las élites políticas y económicas que intenta destruir a la raza blanca y su cultura para convertir a la población blanca en minoría. Como teoría conspirativa no es nueva, tiene sus raíces en varias obras sobre el nacionalismo francés que datan de principios de 1900, sin embargo, su popularización contemporánea se le atribuye a Renaud Camus (Le Grand Remplacement, 2011). La teoría fue adoptada por la intelectualidad reaccionaria y, de ahí, fue filtrándose a través de internet, donde el concepto se mezcló con el resto de las conspiraciones que alientan los grupos supremacistas blancos para justificar sus odios y, en ocasiones sus crímenes.

La topografía del terror de la raza blanca o aria no es nada nuevo. Todos recordamos el segregacionismo sureño en los Estados Unidos, el nacionalsocialismo alemán o el apartheid sudafricano. En el caso norteamericano, si bien la Guerra Civil (1861-1865) terminó con la esclavitud, de inmediato surgieron grupos terroristas de extrema derecha como el Ku Klux Klan (1865) que utilizaron la violencia para defender la hegemonía de la supremacía blanca.

Aunque el fenómeno del supremacismo blanco en los Estados Unidos es de vieja data, este alcanzó dimensiones alarmantes durante la campaña electoral de Mr. Trump (2016) y posteriormente durante su administración (2017-2021). Sus continuas declaraciones xenofóbicas inspiradas en la teoría del gran reemplazo exacerbaron, aún más, los odios raciales y sentimientos anti-inmigrantes. No olvidemos que los fanáticos trumpistas cuando asaltaron la sede del Capitolio en Washington Capitolio (enero, 2021) coreaban “ustedes no nos reemplazaran” (YWNR sus siglas en inglés). 

Lamentablemente los congresistas del Partido Republicano no solo han impedido discutir o aprobar proyectos de ley que proponen restricciones más severas al acceso a las armas (Ley de Prevención del Terrorismo Doméstico), sino muchos de sus lideres alientan la teoría del gran reemplazo. Republicanos como Newt Gingrich, congresista por Georgia, Elise Stefanik, representante por New York, Wendy Rogers, senadora por Arizona, Brian Babin representante por Texas, Cindy Hyde-Smith senadora por Mississippi, y el gobernador de Texas, Greg Abbott, entre otros, promueven activamente la teoría racista del gran reemplazo al afirmar que los "inmigrantes son traídos al país para reemplazar a la gente blanca”. Igualmente, ese discurso racista ha permeado a los medios de comunicación masiva y grandes plataformas sociales. Cadenas como Fox News, One American News Network y Newsmax participan activamente en la difusión de esa retorica racista excluyente del gran reemplazo. Tucker Carlson y Laura Ingraham, ambos presentadores de la cadena Fox News son la portada de ese discurso extremista propiciador de la violencia racial.

No hay que olvidar que la teoría del gran reemplazo ha sido utilizada como argumento para justificar crímenes abominables. Múltiples han sido las masacres así lo atestiguan: la de la sinagoga (Pittsburgh, EEUU, 2018), las mezquitas de Christchurch (Nueva Zelanda, 2019), la sinagoga de Poway (California, EEUU, 2019), el supermercado del Paso (Texas, EEUU, 2019), y las más reciente el supermercado de Buffalo (New York, EEUU, 2022).

La teoría conspirativa del gran reemplazo alimenta la retórica racista de la supremacía blanca y justifica el odio, la violencia y la muerte a fin de evitar el reemplazo de los blancos en la sociedad estadounidense.






Tuesday, May 17, 2022

El socialismo del siglo XXI: coartada gatopardesca

Desde las primeras décadas del siglo XX numerosos movimientos sociales y partidos políticos suelen adjudicarse la palabra “socialismo”. Obviamente, Venezuela no ha escapado a esa oleada falsificadora de principios e ideologías y el social autoritarismo bolivariano (entiéndase socialismo del siglo XXI) es un buen ejemplo de ello. Doctrinariamente, el social autoritarismo bolivariano (SAB) representa una colcha de retazos ideológicos que luego de transitar por el mercado de las ideologías terminó apropiándose delincuencialmente del ideario socialista (2005). El SAB no constituye una doctrina filosófica y muchos menos una teoría científica con un cuerpo estructurado de ideas, a pesar de que muchos mercenarios de la pluma (Ramonet, Pérez Pirela, Iglesias, y Monedero, etc.) han pretendido posicionarlo como un paradigma histórico e ideológico. El SAB es un collage de símbolos e ideas contradictorias de derecha, de partido único, de farsa democrática, y represivo. Representa una propuesta bonapartista plebiscitaria contraria a la independencia nacional, la emancipación social y la dignificación humana.

El derrotero político del SAB ha sido impulsar una fraudulenta democracia participativa que ha derivado en formas pretorianas de control social (misiones, cooperativas, fundos zamoranos, Programa Patria) bajo el tutelaje de liderazgos mesiánicos y autoritarios. Alimenta permanentemente los peligros de los enemigos internos-externos, promueve un patrioterismo repugnante y militarización de la sociedad, e implementa un terrorismo de Estado contra la disidencia ideológica.

Económicamente el SAB impulsó inicialmente un capitalismo de Estado aberrante y militarizado, profundamente centralista y autoritario en favor de las grandes transnacionales. Sin embargo, con el pasar del tiempo ese férreo capitalismo estatista ha sido forzado a flexibilizarse, a desregularizarse producto de una hiperinflación desbocada, del desempleo, desabastecimiento de alimentos, medicamentos y colapso de los servicios públicos. Desregularizaciones que se reflejan en la privatización de empresas del Estado y propiedades estatizadas, dolarización anárquica de la economía (no los salarios) y el surgimiento de nuevos modelos de negocio capitalistas (bodegones, casinos, venta de vehículos de lujo y restaurantes). Es evidente que el modelo económico del SAB lejos de impulsar una economía socialista (no estatista) sigue empeñado en promover el proyecto capitalista hegemónico.

Al margen de estos cambios, Maduro, al igual que su antecesor, el Tte. coronel se han esforzado en favorecer a los grandes capitales extranjeros mediante la creación de leoninas empresa mixtas con compañías como Chevron, Petro China, Peabody Energy, Statoil, Rosneft, entre muchas otras. El establecimiento de zonas económicas especiales donde el capital extranjero tiene preferencias arancelarias, aduaneras y fiscales. Igualmente, la creación del arco minero del Orinoco, el cual representa el 12% del territorio nacional y que será destinado a la megaminería por parte de empresas transnacionales (Gold Reserve, Barrick Gold) interesadas en la explotación del oro, tantalita y columbita. ¿De cual antiimperialismo puede hablar el SAB? 

Lamentablemente, la izquierda en forma mayoritaria ha carecido de la honestidad ideológica y la voluntad política para encarar a la gatopardesca casta cívico/militar bolivariana y su fraudulento socialismo del siglo XXI. Hablamos de esa izquierda mercenaria que sigue empeñada en visualizar a una Venezuela mítica luchando contra un supuesto bloqueo imperial que ha provocado la crisis económica, social, y médico asistencial del país. “Bloqueo imperial” que les ha permitido a los miembros de la nomenclatura hacerse de lujosos vehículos de manufactura norteamericana y a los bolienchufados suplir sus exquisitos bodegones con mercancía de procedencia imperial. Es esa izquierda que sigue obnubilada justificando la precarización laboral, la represión y la tortura por parte del Estado; que olvidó la autodeterminación de los pueblos y ahora celebra y hace suya la agresión militar de Putin contra Ucrania. Es esa izquierda que no tiene nada que decir.

El fracasado y gatopasdesco socialismo del siglo XXI solo ha servido para alimentar el arsenal propagandístico de la derecha en contra de las fuerzas progresistas en cada rincón geográfico donde ocurre un proceso electoral. 

Todo ha cambiado para que tantas cosas -malas- sigan igual o peores. 







 

 



 




 






Tuesday, April 5, 2022

Putin y el expansionismo imperial ruso


Tras más de 31 años del desplome de la Unión Soviética, la Rusia de Putin ha decidido restablecer sus fronteras en el marco de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Bajo la excusa de asegurar su propia seguridad y de una vecindad apropiada, promueve la ampliación de sus fronteras como única solución de supervivencia. Putin parece inspirarse en las ideas expansionistas de la Rusia postsoviética de Dughin (The Essentials of Geopolitics 1997) y Ziuganov (The Geography of Victory. Introduction to Russias Geopolitics, 1999). Dughin desarrolló sus ideas con base al concepto de los radios abiertos, los cuales según el autor partirían desde Moscú hacia la periferia y cuya proyección territorial no se detendrían en las actuales fronteras rusas, sino que podrían extenderse a los países vecinos o inclusive ir más allá adentrándose en países bajo la influencia de la alianza atlántica (OTAN). Por su parte Ziuganov insiste que la URSS constituyó una forma geopolítica natural de la Rusia histórica, y que las actuales fronteras son artificiales impuestas por los países del Occidente. 

Es evidente que las agresiones emprendidas por el jerarca ruso Putin en Georgia 2008, Crimea 2014, Ucrania 2014 y más recientemente la nueva agresión contra Ucrania en 2021 constituyen agresiones militares alimentadas por las pretensiones imperialistas rusas.

El Zar del siglo XXI ha justificado la feroz invasión a Ucrania alegando el fracaso de las gestiones diplomáticas y la necesidad de proteger a los ciudadanos rusos-parlantes en las regiones separatistas de Donetsk y Luhansk. La guerra total que libra Rusia en suelo ucraniano, es muy distinta de la acción militar rápida y aséptica de la que habló Putin. La agresión lejos de “desmilitarizar y desnazificar a Ucrania”, ha provocado el asesinato de miles de indefensos ciudadanos, la destrucción de hospitales, escuelas y zonas residenciales, y propiciado el desmembramiento territorial de Ucrania. El recreador del imperio soviético ha desencadenado la peor catástrofe humanitaria en la historia reciente de Europa. Según la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) el número de refugiados que han huido de Ucrania ya superó los 10 millones (25/03/22). La feroz ofensiva de Putin busca un cambio de gobierno y anexión de territorios ucranianos a la Rusia imperial, como ya lo hizo con Crimea en el 2014.

Lamentablemente la reacción de las democracias europeas y de los Estados Unidos ha sido timorata y permisiva frente a la invasión y chantaje ruso. Alentaron por muchos años la europeización y democratización de Ucrania, le generaron falsas expectativas sobre su incorporación a la comunidad europea y la OTAN, para luego sacrificarla ante la política expansionista del Kremlin. La falta de voluntad política (ingreso a la comunidad económica europea), la incapacidad de aprobar decisiones de carácter militar (establecimiento de una zona de exclusión área) y el pánico disimulado como “prudencia” (sacrificar a Ucrania para no molestar a Putin) presagia un trágico y sangriento final del país eslavo. 

Las sanciones económicas y energéticas impuestas por la administración Biden y naciones europeas a la Rusia de Putin son inviables. La dependencia de gran parte de Europa del gas y el petróleo ruso hacen que las mismas sean más perjudiciales a los países centroeuropeos que las aplican (auto sanciones) que a la propia Rusia. Además, el celestinaje de muchos otros, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos quienes se han mostrado contrarios a expulsar a Rusia de la OPEP, por considerar que “no hay que politizar las cosas a la OPEP” hacen muy probable que Putin sobreviva a las sanciones económicas, se anexe parte del territorio de Ucrania y continúe en su afán de reconstruir el pasado imperial soviético.

La invasión rusa a Ucrania es tan grave y condenable como lo fueron las invasiones de las tropas soviéticas a Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), las rusas a Chechenia (1999) y Georgia (2008) y las norteamericanas a Panamá (1989), Granada (1983) e Irak (2003) por mencionar solo algunas. No hay invasiones buenas y malas, todas son perversas pues son sangrientas y atentan contra la libre determinación de los pueblos. 

Tras el fracaso de la guerra relámpago, el ejército ruso ha intensificado los bombardeos sobre centros urbanos como Járkov, Odesa, Mariúpol y Kiev, sin escatimar las zonas residenciales e infraestructuras civiles como escuelas y hospitales. Lamentablemente los países del mundo contemplan pasivamente exterminio del pueblo ucraniano 

Hay que parar la guerra ya.

Nota final: es lastimoso ver a gobiernos, figuras políticas e intelectuales referenciados de izquierda defender las atrocidades de Putin en Ucrania. La miopía ideológica que sufren no les permite entender el carácter imperial y expansionista de Putin (Ucrania es parte de Rusia). Para ellos todo imperialismo fuera del norteamericano es invisible, no existe y toda acción que “supuestamente” debilite la geopolítica del imperialismo estadounidense es válida, no importando que ello implique la violación de la soberanía e integridad territorial de otros pueblos. Para ellos las invasiones norteamericanas a Panamá, República Dominicana, Granada, Haití, Irak, Bosnia y Herzegovina, etc. son condenables e injustificables. Pero no así las rusas (Chechenia, Georgia, Siria y Ucrania) las cuales según ellos no son invasiones, son acciones militares en “favor de pueblos hermanos” aunque ello haya implicado la violación de espacios territoriales y el asesinato de los residentes de las zonas invadidas.



Thursday, January 13, 2022

El surgimiento de una izquierda populista y reaccionaria


Históricamente la distinción entre izquierdas y derechas surgió en el marco de la Asamblea Constituyente en la Francia revolucionaria (1792). Para ese entonces los diputados miembros de la Asamblea se hallaban divididos en dos grandes grupos la Montaña y la Gironda que se ubicaron a la izquierda y la derecha del Presidente respectivamente. La Montaña propugnaba un estado revolucionario, mientras que los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico. Así se produjo una identificación de la izquierda con políticas igualitarias y de justicia social, de lucha a favor de los pobres, y una derecha de carácter reaccionario, defensora de privilegios, adversarios de la justicia social. 

El derrumbe de los regímenes burocráticos y autoritarios de la Unión Soviética y demás países de la Europa oriental, así como el magno fracaso de los mal llamados “proyectos socialistas” dieron pie a la deconstrucción de la izquierda y su división en dos grandes vertientes, una autoritaria y otra democrática. La primera carente de referente teórico, huérfana de presente y muchos menos de futuro. Una izquierda identificada con proyectos autoritarios (cívicos y militares) que en nombre de una falsa redención de los pobres han generado más hambre y más miseria en sus pueblos. Esta izquierda autoritaria, ideológicamente no es marxista, pero sí con un marcado talante fascista. Es una izquierda antimarxista que se identifica con un estatismo y neo-caudillismo aberrantes que ha terminado abrazada a proyectos totalitarios comprometidos con el mantenimiento y la reproducción del capitalismo explotador. 

En contra posición a esa izquierda autoritaria, es posible encontrar una izquierda democrática, con renovada confianza en sí misma y estrategias coherentes en pro de la defensa de los derechos humanos, el apoyo a la libertad de expresión, y la equidad social. Una izquierda proclive a corregir los males del capitalismo, pero enemiga de transitar el callejón sin salida del totalitarismo. Una izquierda consecuente con el principio de que “el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos” (Marx-Engels, 1848).

Al margen de sus falsas proclamas “anti-capitalistas”, la izquierda autoritaria y bastarda ha venido reconstituyendo desde el poder nuevos mecanismos de acumulación del capital, garantizando forzosamente una “paz laboral” e imponiendo baja de los salarios, altas tasas de informalidad y pauperización laboral, todos ellos necesarios para facilitar la expansión y crecimiento del capital. 

Es una izquierda bribona que desde el poder ha cercenado la autonomía sindical, propiciado la precarización y tercerización laboral, practicado la judicialización y militarización de la protesta laboral, penalizado el derecho a huelga, eliminado la seguridad social y que recurre al uso la violencia para eliminar cualquier disidencia posible. 

Lamentablemente estamos en presencia de una izquierda antidemocrática apasionada defensora de la violación de los derechos humanos, amante de un nacionalismo costumbrista, practicante de la manipulación de la historia y la memoria de los pueblos y patrocinante de un capitalismo de estado salvaje. 

Hoy Marx y Engels se enfrentarían al drama de ver a sus “llamados herederos” defendiendo lo contrario de aquello que planteaban con vehemencia en el Manifiesto Comunista y para lo cual dedicaron gran parte de su vida. Definitivamente, dejaron atrás y sepultaron los sueños y las utopías que pérfidamente dicen defender. 

Es una izquierda obediente y servil que ama la intolerancia y la inquisición, la represión y la muerte. Es una izquierda, demagoga, populista y reaccionaria.



Friday, December 24, 2021