José Tomás Boves (El Taita) a lo largo de su
breve, pero notoria carrera como militar, demostró un alto grado de salvajismo
y crueldad. Su Legión Infernal acostumbraba torturar y luego masacrar a todos
los blancos en cada pueblo que encontraba, sin distinguir entre edad o género,
sin importar que fueran españoles o criollos. La insaciable sed de sangre y la morbosidad
enfermiza de Boves quedó demostrada en forma inequívoca durante la toma de la
ciudad de Valencia (1814) donde sus lanceros asesinaron a todos los criollos y
mantuanos durante la fiesta en la cual celebraban irónicamente la firma de un
armisticio entre sus tropas y los mandos patriotas.
Los eventos que vienen sucediéndose a partir
del 12F en Venezuela, apuntan a la existencia de grupos paramilitares
fanatizados integrados fundamentalmente por lumpen (paralumpen-bolivarianos),
quienes en trabajo conjunto con la Guardia Nacional (GN) vienen reprimiendo en
forma sangrienta las protestas sociales. Forman parte del terrorismo de Estado ejecutado
por el régimen como parte de una política militarista basada en una agenda violenta
(represión, persecución, tortura, asesinato) a fin de mantener el control
social, e inculcar la obediencia y sumisión de los venezolanos. Terrorismo de
Estado que forma parte de la doctrina de la “seguridad nacional bolivariana
aprobada por el ya fallecido farsante, autoritario y represor de Miraflores y
continuada por el gobierno actual. Terrorismo que ha implicado además la manipulación
de la información, estigmatizando al adversario a fin de justificar la
eliminación del supuesto “enemigo interno”, quien no es otro más que la
disidencia política del país.
La bestialidad y brutalidad demostrada por los
paralumpen-bolivarianos contra los estudiantes y habitantes de zonas pobladas
en las principales ciudades del país nos recuerda el insaciable rencor y odio
social con que Boves y sus huestes atacaban a sus adversarios. Una prueba de
esa barbarie fue la agresión que sufrieron los estudiantes de la UCV el pasado
3/04/14, donde los paralumpen-bolivarianos recurrieron a la vil práctica nazifascista
de desnudar a sus víctimas.
Estos grupos hamponiles del régimen han
asesinado a manifestantes, han asaltado y quemado viviendas y vehículos,
maltratado, atropellado y robado, todo ello ante la mirada complaciente de la
GN y demás cuerpos represivos del Estado. Crímenes que han sido cobijados por
la impunidad que también obedece a una política de Estado dirigida a amparar a
los victimarios, y desconocer los derechos de las víctimas a obtener justicia,
a fin de desmoralizar a la disidencia.
El paramilitarismo bolivariano como expresión
del terrorismo de Estado responde al desarrollo de una estrategia política que
va mucho más allá de una respuesta puramente militar. Este fenómeno se
corresponde a un modelo de estado autoritario-represivo y de una sociedad domesticada
y militarizada. Estas acciones realizadas por los paralumpen-bolivarianos no
son aisladas o casuales, constituyen elementos capitales del proyecto fascista
iniciado por el fallecido vocinglero de Sabaneta y que han profundizado la
dupla Maduro-Cabello.
Cabe preguntarse el porqué la Fiscalía no
investiga y la Fuerza Armada Nacional no desarma a estos escuadrones de la muerte.
La respuesta es muy simple ¡son cómplices, forman parte del proyecto
facho-neomilitarista que impulsa la violencia!.
Lo vivido en los últimos días muestra la
crueldad de un régimen que, lejos de pretender la paz, desea, defiende y
promueve la violencia a cualquier precio, sin importar las consecuencias. Resulta
irónico oír al “taita del siglo XXI” hablar de paz, cuando su verdadera agenda
es la de la violencia propiciada por sus huestes armadas quienes han teñido de
sangre al país.
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