Los trabajadores venezolanos celebraron este 1 de
Mayo sumidos en la mayor indefensión laboral dada la ofensiva neoliberal del
régimen en contra de sus conquistas laborales y sus instrumentos de lucha, los
sindicatos. Esta ofensiva se ha materializado en la eliminación de la autonomía
sindical, en la creación de puestos de trabajo precarios, en la penalización
del derecho a la huelga, en la imposición de pírricos aumentos salariales por
decretos ejecutivos, en la negativa a la discusión de contratos colectivos (80%
de los contratos colectivos están pendientes para su discusión), en la
eliminación de la seguridad social y en el sistemático chantaje o exclusión
laboral de los trabajadores por razones políticas. Además, ha profundizado el
debilitamiento del movimiento sindical al patrocinar el surgimiento de
Centrales, Federaciones y Sindicatos obreros paralelos, sumisos a sus
intereses. Es decir, han creado un aparato político sindical, que no responde a
los intereses de los trabajadores, sino que está al servicio del régimen, a la
voluntad del "ungido de Miraflores", en su afán por imponer un
pensamiento único y domesticar a esta combativa clase social, y poder seguir
cercenando sus derechos laborales.
Un reflejo de este nuevo paquetazo neoliberal bolivariano ha sido el miserable aumento del salario
mínimo (30%). Incremento que no fue consultado con los trabajadores, ni con las
instancias sindicales, fue una decisión unilateral del tasador de la República,
es decir el nuevo morador de Miraflores. Aumento salarial que es por demás
deficitario dado que la inflación
anualizada al mes de marzo se ubicó en 59,4%, el aumento de la canasta básica
que mide el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA) ha
sido del 77,8 % en un año, y hasta la canasta alimentaria que presenta el Instituto Nacional de
Estadistica (INE) del gobierno ha sufrido un incremento del 71,5 %. Este nuevo salario mínimo constituye solo una cuarta parte del costo de la canasta básica
familiar, es decir, que para adquirirla se requieren cuatro salarios mínimos. Al
cierre de marzo la canasta básica familiar se ubicaba en 17.572 BsF. de acuerdo
al CENDA. Además, este incremento solo beneficiará al 45% de la fuerza laboral, profundizando
de esta manera la distorsión salarial existente en el país. Con este nuevo
decreto el régimen está
incumpliendo con el mandato del artículo 91 de la Constitución, que reza “el
Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del
sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como
una de las referencias el costo de la canasta básica”
La clase obrera celebró este 1 de Mayo en medio de
un país militarizado que sufre una profunda crisis social, política y económica
producto de 15 años de “desgobierno” socialfascista. Un país sometido a un
brutal terrorismo de Estado que viola sistemáticamente los derechos humanos
(detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos) y cuya agenda está orientada a
profundizar la confrontación y la violencia para “limpiar el país” de los
apátridas y traidores, entiéndase de todos aquellos que no comulgamos con los
preceptos fascistas del proyecto gobernante. Violencia que no solo está
presente en la conducta de la Guardia Nacional, los cuerpos represivos del
Estado y los paralumpen bolivarianos que operan con total impunidad, sino en el
discurso delincuencial y soez,
cargado de odios y agravios, de mentiras e inexactitudes históricas del propio
Maduro. Ello en medio de un proceso perverso de amordazamiento de los medios de
comunicación donde solo impera la verdad oficial.
El proceso fachochavista se desmorona por
todos los frentes,
crece el rechazo y la desconfianza no solo en aquellos quienes nos oponemos,
sino en el seno de aquellos que en el pasado le dieron su respaldo y confianza.
Todos rechazamos la irracionalidad de un modelo basado en un capitalismo de
Estado explotador y militarizado que solo ha generado destrucción, empobrecimiento
y un mayor control social. Los resultados de la barbarie socialfascista son
evidentes: i) represión: en los últimos meses, más de 2678 detenciones, de las
cuales 135 permanecen detenidas y 178 están en libertad con medidas cautelares, 41
asesinados y más de 700 heridos (cifras oficiales); ii) inseguridad: Venezuela es el país con la mayor tasa de mortalidad por el hampa, según un
estudio de la organización de Naciones Unidas (ONU, 2013); iii) impunidad: solo un 8% de los delitos cometidos en el país no
quedan impunes según datos del Ministerio Público; iv) inflación: cerró en el 2013 con un acumulado del 56,3% la más alta de la región, y el reglón específico de alimentos cerró
74,5% (anualizado al mes de 02/2014 según la Oficina Regional de la FAO para América
Latina y el Caribe); v) desabastecimiento: el
índice de escasez que mide el BCV al mes de marzo fue de 29,4 % , lo que implica
aproximadamente que uno de cada cuatro
productos básicos no están disponibles en los anaqueles de los supermercados y
tiendas de alimentos;
vi) desempleo: la tasa de desempleo
real es del 15%, sin contabilizar los puestos de trabajo precario y la
informalidad (buhonerismo) que abarca al 53% de la fuerza laboral activa del
país; vii) endeudamiento: un irresponsable endeudamiento interno y externo. viii)
devaluación: la moneda ha sido nuevamente
devaluada de 6,3 BsF. por USD a una tasa variable establecida por el SICAD
(49-50 BsF. por USD); ix) ruina económica: el aparato productivo
nacional ha sido destruido al igual que las empresas básicas de Guayana.
Frente a este gorilismo neoliberal-facho que reprime,
asesina y viola los derechos de los venezolanos, los trabajadores tienen la responsabilidad
histórica de mancomunar sus esfuerzos con otros sectores de la sociedad en la
lucha contra este régimen autoritario empeñado en cubrir al país con más sangre y luto en nombre de una bastarda
revolución.
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