Thursday, August 7, 2014

Congreso ideológico o chapucería laudatoria


 
El PSUV acaba de realizar un deslegitimado III Congreso Ideológico. El primer gran problema del evento fue la falta de representatividad de sus delegados. De los 900 delegados, 363 de ellos (40%) fueron impuestos por ser funcionarios públicos o dirigentes natos, es decir representantes de la logia hamponil cívico-militar que desgobierna al país y los 537 delegados restantes (60%) fueron electos en un proceso que se caracterizó por la apatía y abstención de la militancia a pesar del enorme derroche propagandístico y de recursos. Solo un 12-16% de los 7.632.606 votantes inscritos en el padrón electoral del PSUV participaron en el proceso eleccionario. Abstención que refleja una “rebelión silente de las bases” contra las políticas autocráticas y excluyentes de las tribus narco-corruptas que dirigen al PSUV.

Los cortesanos y domesticados delegados más que discutir planteamientos ideológicos y/o analizar la crisis que afecta al país (inflación, desabastecimiento, criminalidad, corrupción), se dedicaron a institucionalizar el culto a la personalidad del tte coronel al designarlo presidente eterno del partido, y considerar su pensamiento como parte de la doctrina ideológica del PSUV. No hubo debates entre corrientes ideológicas, sino peleas entre las mafias corruptas cívico-militares por una mayor control del partido y participación en el reparto de la renta petrolera.

A fin de profundizar el control del partido, la dupla Maduro-Cabello impuso la incorporación del Alto Mando Político de la Revolución (escogidos por ellos dos) en los estatutos, e igualmente lograron la eliminación de la potestad de las direcciones regionales, municipales y parroquiales de elegir candidatos a cargos públicos y autoridades en sus jurisdicciones.

En el Congreso triunfó la aplanadora del poder constituido, la vorágine de la burocracia estatal del PSUV, la nomenclatura corrupta bolivariana. Se impuso la tesis de silenciar a la militancia disidente y crítica, quienes demandaban una auditoría a los recursos del Estado, evaluar las misiones, acabar con la corrupción, analizar las nuevas políticas económicas impulsadas por el régimen y promover una constituyente en el partido, entre otras cosas. Sus planteamientos fueron totalmente ignorados y organizativamente “pulverizados”. Los narcos-corruptos abortaron el debate para preservar el control del partido.

Más allá de la utilería ideológica, el III Congreso terminó sus deliberaciones  legitimando la caterva bicéfala Maduro-Diosdado, imponiendo un pensamiento uniformado verde oliva, y borrando de la estructura organizativa todo vestigio discrepante de la línea política-militar impuesta.

El III Congreso del PSUV no fue más que una chapucería ideológica totalitaria donde la pestilente bota militar impuso su agenda ante un auditórium de eunucos políticos. Fue un evento ramplón y laudatorio a la figura del fallecido eterno y de pleitesía al narco general aviario.

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