La mentira, la manipulación y la
falsificación de la historia constituyen herramientas imprescindibles de todos
los procesos nazi-fascistas. Mentir, mentir que algo queda era la divisa de
Goebbels, el gran maestro de la propaganda nazi quien llegó afirmar que
"las grandes mentiras son más fáciles de creer que las pequeñas, debido a
su efecto de shock y a su audacia". A sesenta y nueve años de la
aniquilación militar del nazi-fascismo, los venezolanos contemplamos cómo una
casta militar-cívica ha reeditado estas viejas prácticas goebbelianas. Han
hecho de la mentira su divisa, han construido frases artificiales, carentes de
contenido ideológico, pero de un profundo carácter alienante a fin de
establecer las bases socio-político-culturales de la sumisión y la obediencia
de la población.
Los actuales gobernantes han hecho suya
una de las formas más utilizadas por los nazi-fascistas para la distorsión de
la verdad, la "mentira afirmativa", es decir la proclamación de intenciones,
hechos y relaciones que revisten la forma de un hecho verdadero, sin serlo. La
propaganda del régimen sigue religiosamente las pautas goebbelianas, la falacia
permanente, aprovechándose de la fácil credibilidad y pronto olvido de las
masas populares. Ha sido la repetición incesante de slogans vacíos, unida a una
simplificación exagerada de los hechos. No se trata de argumentar diferencias,
de expresar posturas ideológicas, sino de establecer dicotomías claras:
positivo o negativo, el bien o el mal, amigo o enemigo, verdad o mentira,
patriota o antipatriota, etc. Es decir afirmaciones categóricas en vez de
demostraciones, persuasión forzosa, en lugar de conocimiento de los hechos
reales. Pero además, fundamentando el contenido de las mismas en el establecimiento
de nexos emocionales entre el sujeto y la figura mesiánica del fallecido iletrado
eterno.
Las mentiras afirmativas y las falsificaciones
históricas del insepulto vocinglero de Miraflores fueron incontables. Unas más
estrafalarias que otras: "Hemos salvado a Venezuela del desastre",
"Nosotros queremos la verdadera paz", "Nuestro gobierno es
obrerista", "En el país existe la mayor libertad de expresión",
"En Venezuela existe una total independencia de los poderes",
"Disfrutamos de una absoluta soberanía alimentaria", "Hemos
desarticulado un nuevo magnicidio", "La invasión de los gringos es
inminente", "El Libertador murió envenenado" entre muchas otras.
Pero las distorsiones históricas y
falacias no son cosas del pasado, el ex discípulo de Santhya Sai Baba también
ha hecho la falsedad su divisa, al afirmar: “Bolívar y Chávez los libertadores
de Venezuela”, Chávez enriqueció y redimensionó al socialismo”, "El
comandante eterno murió por los pobres”, Chávez representa el Cristo de los
pobres” “Guerra económica del imperio”. Maduro mintió cuando afirmó que no iba
a haber un "paquetazo neoliberal" y hoy los venezolanos padecemos las
consecuencias del mismo (incluyendo aumento de la gasolina). Mintió al
denunciar desestabilizaciones, conspiraciones, atentados de mercenarios que
provenían desde El Salvador y Colombia. Maduro al igual que su fallecido padre
político siempre han mentido, sin presentar jamás prueba.
Pero este andamiaje fraudulento ha
contado con el apoyo de comunicadores sociales gobierneros, castrados y
vasallos que actúan permanentemente en defensa de los poderes establecidos. Que
reptan tras la pestilente bota militar bolivariana aprisionados en una maraña
de "certezas y verdades oficiales" que nunca son comprobadas o verificadas
(conspiraciones, magnicidios, planes desestabilizadores, invasión de los
marines, etc.) pero sí repetidas hasta el cansancio.
Este perverso plan persigue reescribir
una historia plagada de inexactitudes históricas cónsonas con los intereses del
proyecto facho-bolivariano. De plagar la memoria histórica de los venezolanos
con falsedades a fin de adoctrinar y
manipular a los ciudadanos. Persiguen convertir al pueblo en un rebaño de
seguidores acríticos dispuestos a complacer al ungido de Maduro en todos sus desaciertos.
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