Entre las muchas leyes aprobadas por el
iletrado de Maduro -en forma apresurada- por la vía habilitante figura la
creación de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) en el país. Esta ley autoriza
al régimen a la creación de estos paraísos de explotación capitalista salvaje
en el territorio nacional, cuya
soberanía será cedida al control del inversionista
extranjero. En los espacios territoriales a ser ocupados por las ZEE las leyes de la República serán sustituidas por otras más “afines a la conveniencia“ de los inversionistas
extranjeros. Las ZEE ofrecerán como incentivos: reducción o excepción en el
pago de impuestos, flexibilización laboral (mano de obra barata), libre exportación de capitales, importación de
equipamientos y materias primas libre de aranceles, etc. Además el Estado se
compromete a la construcción de las infraestructuras necesarias en materia
vial, de acometidas de agua y electricidad, de telecomunicaciones, de servicios
sanitarios, etc. En resumen serán edenes al servicio del gran capital transnacional
como ha sucedido en China, Taiwán, India, México (maquiladoras), Egipto, Guatemala, Republica Dominicana, Kenya,
Zambia, Honduras, y El Salvador entre muchos otros países.
La creación de las ZEE como estrategia
equivocada de desarrollo económica no es nada nuevo y no constituyen ningunos
emporios de desarrollo socialista como falazmente afirma el régimen de Maduro. Países
como Taiwán y la India fueron los pioneros en esta modalidad con la creación de las zonas de Kaoshiung y Kandla (1965). Años más
tarde las mismas formaron parte de las reformas introducidas por el hoy
fallecido líder chino Chen Yun (1905-1995), uno de los padres intelectuales del
“socialismo de mercado” chino. Reformas que hoy son consideradas como el punto de
inflexión que dio pie a las transformaciones que llevaron a China a convertirse
en una potencia capitalista.
En China se ha dado la
restauración del “odiado capitalismo del pasado”, bajo la regulación de un
estado fuerte y represor, a la sombra del cual jerarcas de la burocracia se han
hecho millonarios surgiendo así una potente burguesía china,
mientras la clase trabajadora sufre una explotación salvaje a manos de las
corporaciones extranjeras y las empresas nacionales. China
hoy por hoy es un país capitalista, que se rige bajo las leyes del mercado,
exportando sus excedentes de capital financiero a países pobres, tal como lo
hace cualquier potencia imperialista.
La
transformación de la China no capitalista, en la China del dólar ha sido
impresionante. En el año 1998 el sector público abarcaba el 57% de la economía china (excluyendo la agricultura), mientras que para el año
2001 ya el sector privado superaba al público: 61,8% privado versus 38,2%
público y el año 2011 la propiedad privada representaba 70.5% de la actividad
económica. Lo que comenzó a principios de los años 80, como una "apertura
de mercado" mediante las ZEE, se convirtió en torrentes en las décadas
siguientes. La inversión extranjera, que era casi inexistente antes de 1978, fluyo
masivamente gracias a las ZEE, llegando a convertir a China en el segundo gran
receptor de inversiones extranjeras del mundo, después de los EE.UU. En China existen 63 mil transnacionales entre las que se
encuentran: Nike, Dell, Abbott, Chebron, Alcoa, Amcor, American Amtex, Amoco,
Eastman Chemical, Ericsson, Exxon, etc. Todas ellas operan disfrutando de las
prebendas que les proporciona el régimen de Pekín y su socialismo de mercado.
La aprobación
de la Ley que faculta a la dupla Maduro-Cabello el establecimiento de ZEE en el
país representa el establecimiento de nirvanas
de super-explotación neoliberal, donde el trabajador deberá cumplir largas
jornadas laborales, donde no existirán sindicatos (como en muchas dependencias
y empresas del Estado), ni dispondrán de seguridad laboral. Sufrirán las formas
más infames de flexibilización laboral en nombre del socialismo bolivariano. Serán
una versión caribeña del ya desprestigiado modelo chino y su equivocada teoría
del goteo (el desarrollo de las ZEE incidirá en las regiones con menor progreso).
Hoy sabemos que detrás del éxito económico chino se oculta una grotesca superexplotación de los trabajadores y una repugnante
acumulación de riqueza por parte de las transnacionales.
La
política económica antinacional de la dupla Maduro-Cabello, reflejada en los
ZEE, conlleva a la creación de grandes centros de maquila en el país, al
servicio de las multinacionales y bajo el férreo control de un Estado
autoritario y represor. Las ZEE encarnan el más despreciable neoliberalismo
e injusta distribución de la riqueza en nombre de un supuesto socialismo que cercena los más elementales
derechos de los trabajadores y profundiza su explotación.
Detrás de los "paraísos" prometidos por el fachochavismo se ocultan muchos
infiernos Dantescos.
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