El ya fallecido tte coronel al igual que
el monárquico de Maduro han repetido sin cesar que la cooperación con la
República Popular China se basa en igualdad, beneficio y desarrollo mutuos. Nos
venden a los capitalistas chinos como las hermanitas de la caridad del siglo
XXI que vienen a nuestro país para ayudarnos en forma desinteresada a superar
nuestro subdesarrollo.
Sin embargo, detrás de la falaz versión
oficial se esconde una realidad muy distinta. La “generosa” política económica
que desarrolla China en nuestro país al igual que en el resto de Latinoamérica
y el África representa una nueva forma de dependencia, de neocolonialismo. El
explotador modelo chino no es más que la reedición de la perversa Teoría de la
Dependencia del siglo pasado (Cardoso y Faletto 1969) donde el desarrollo y la
expansión de la economía de los países de la “periferia” está sujeta al
progreso económico del país hegemónico (“país centro”).
Venezuela es un paraíso que le permite
al imperio asiático obtener mucho de lo que ellos necesitan, tanto para su
supervivencia como país en desarrollo, así como para sus ansias de grandeza
imperial. Su ritmo acelerado de desarrollo obliga a China a la búsqueda
desenfrenada de recursos energéticos. La elite gobernante de Beijing encuentra en
nuestro país una inmensa reserva de petróleo y gas accesible y barato, pero
además la posibilidad de invertir en otras áreas de la economía como vivienda,
agricultura, transporte, industria, vialidad, electricidad, minería, salud,
electrónica, telecomunicaciones, y la industria automotriz. El objetivo de
Beijing es claro, asegurarse un acceso a nuevos recursos de hidrocarburos y de
materias primas (hierro, bauxita, zinc, magnesio, carbón), así como la
posibilidad de abrir nuevos mercados para sus productos manufacturados.
Recordemos que China es ahora un gran importador de materias primas de bajo
valor agregado y poco nivel tecnológico y un gran exportador de productos
manufacturados de creciente nivel tecnológico.
El modelo neocolonial de Beijing nos
exige petróleo a futuro como garantía por los préstamos otorgados a través del
Fondo Chino, nos otorgan un alto porcentaje de los préstamos en yuanes lo que
limita a nuestro país a usar esos recursos fundamentalmente para importaciones
desde China. Además nos obligan a que los proyectos financiados sean ejecutados
por empresas chinas, utilizando equipos, productos y partes chinas y en algunos
casos hasta se establece el empleo de mano de obra china. Condiciones por demás
leoninas que afectan nuestra desarrollo e independencia económica.
Esta modalidad de negocios “nada
socialista” le permite al gigante imperial un continuo crecimiento económico, y
la penetración a nuevos mercados; al mismo tiempo nos genera una mayor
dependencia económica-tecnológica para con el gigante asiático. Además, las
empresas chinas son generalmente renuentes a permitir la sindicalización de los
trabajadores que prestan sus servicios y los salarios que suelen pagar son
inferiores a los existentes en el mercado.
China con su "socialismo explotador
de mercado" y de dictadura de partido único reescribe las nuevas formas de
dominación y de neocolonialismo del siglo XXI. Pretende imponer a los países de
nuestra América y del África el viejo modelo explotador
"centro-periferia" donde una economía central, autosuficiente y
próspera, controla a las economías periféricas, débiles y poco competitivas de
nuestros países del tercer mundo.
El maridaje fachobolivariano con el
régimen explotador de Beijing lejos de conducirnos a superar nuestro
subdesarrollo rentista, nos conduce inexorablemente a una mayor dependencia, y
estancamiento económico, así como una mayor pauperización de las masas.
El iletrado de Maduro doblega su
espinazo cortesanamente ante el imperio explotador chino.
No comments:
Post a Comment