Thursday, April 9, 2015

Un adiós a un hermano de lucha

El pasado 5 de abril fuimos sorprendidos por la inesperada muerte de Paúl del Río, Comandante Máximo Canales, un revolucionario integral, defensor sin ambages de sus convicciones políticas.

Conocí a Paúl del Río (Ramoncito) en un verano del año 1963 en la ciudad de La Habana. Formábamos parte de un grupo de jóvenes venezolanos militantes de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) quienes habíamos viajado a Cuba para formarnos políticamente y luego retornar al país a fortalecer la lucha insurgente que se libraba en las ciudades y zonas rurales de la Patria, donde la acción represiva de los gobiernos adecos-copeyanos se había tornado criminal

Fue el comienzo de una larga hermandad que nos llevo a compartir experiencias en las montañas del Escambray y del Macizo de Guamuhaya, en Punto Cero, y muchos otros escenarios de la geografía cubana. En cada uno de ellos Ramoncito siempre  demostró su calidad humana, su generosidad y entrega personal, su sencillez y naturalidad, su arrojo y valentía, su paciencia y persistencia. Nos volvimos a reencontrar tiempo después en la Venezuela insurrecta. Eran tiempos difíciles, de confrontación entre quienes seguíamos suscribiendo la lucha armada como vía fundamental para la toma del poder y la construcción del socialismo y aquellos que planteaban que había que retornar a la  vía democrático-electoral. Ramoncito seguía inquebrantable en su voluntad de lucha y su disposición de entregar la vida si era necesario a favor de la utopía socialista.

Su espíritu de internacionalista consecuente lo impulso a formar parte de la insurgencia Sandinista en su lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza. No dudó en tomar las armas de nuevo, por la liberación democrática y social de un pueblo hermano latinoamericano.

Su sensibilidad artística lo llevó ha incursionar exitosamente en las artes plásticas. De formación artística autodidacta, sus trabajos plásticos se enmarcaron en el neofigurativismo, abordando temas políticos o de la vida cotidiana. La calidad de sus obras le permitió participar en exposiciones individuales y colectivas en el país y así como en diferentes países europeos.

Nuestras divergencias en torno al proyecto político de Hugo Chávez, no llegaron a empeñar nuestra hermandad revolucionaria. Ramoncito fue un ingenuo honesto y desinteresado defensor del proceso bolivariano. Aún recuerdo la última conversación sostenida con él, debatimos en forma intensa, pero respetuosa sobre el carácter no socialista del proyecto bolivariano, de las leoninas empresas mixtas, de la militarización del país y de las políticas antiobreras del gobierno, entre muchos otros temas. Fue un intercambio constructivo de opiniones sin mayores coincidencias. Ya al final de la conversación me invitó a formar parte de la Fundación Capitán Manuel Ponte la cual él presidía y concluyó señalándome: al margen de nuestras insalvables diferencias del presente, recuerda siempre que seguirás siendo mi hermano de lucha.

No estamos despidiendo a un camarada más, sino a un insurgente irreductible, a un guerrero que al igual que muchos otros pretendimos tomar infructuosamente el cielo por asalto en los años 60. Fue un genuino e incansable militante a favor de los desposeídos. Un bizarro luchador que proclamó invariablemente su fe en el socialismo.

Hoy la madre tierra recibe en su seno los restos mortales de Ramoncito, un rebelde que sobresalió en la brega por transformar el mundo en beneficio de los explotados. Un militante ejemplar que hizo brotar por doquier las hermosas esperanzas libertarias.

Ramoncito, difícilmente lograremos llenar el vacío, que queda con tu ausencia. Encarnaste las excelsas virtudes del buen revolucionario.

Hasta luego amigo, camarada y hermano, comandante victorioso de mil batallas.

Hoy los picos Turquino de la Cuba caribeña y el Bolívar de la Venezuela continental lloran tu partida.


La Habana 1963. De pie (izquierda-derecha): El gocho, Fedor, Almao, Juaquin. Agachados (izquierda-derecha) Humberto Vargas Medina, José Rafael López Padrino, Iván Rendón y Paúl del Río. 






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