Saturday, May 2, 2015

1 de Mayo: los trabajadores no tienen nada que celebrar


La clase obrera celebró este 1 de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores en medio de un país militarizado que sufre una profunda crisis social, política y económica y con el anuncio de un pírrico aumento del salario mínimo. Los trabajadores se enfrentan a una logia facho-milica que ha impuesto un brutal terrorismo de Estado en respuesta a la creciente conflictividad social y que se ha empecinado en imponer un paquete económico de impronta fondomonetarista-neoliberal que se asemeja considerablemente a los paquetes aplicados en el pasado por los gobiernos adecos-copeyanos.

A 129 años de las heroicas jornadas de los Mártires de Chicago (“ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”) los trabajadores venezolanos no tienen nada que celebrar. El ascenso al poder del fachochavismo ha representado la imposición de un neototalitarismo, que lejos de impulsar cambios estructurales destinados al mejoramiento de los trabajadores, ha profundizado su explotación. El fachochavismo ha eliminado la autonomía sindical, minimizado el papel de los sindicatos, criminalizado la protesta laboral, reprimido y encarcelado a trabajadores y dirigentes por mantener una posición crítica a la política gubernamental. Política antiobrera que no es coyuntural, forma parte de la génesis del proyecto facho-bolivariano mismo. Ya en el año 2002 el fallecido tte coronel cuestionaba la vigencia de los sindicatos, se penalizaba el derecho a huelga, y se restringía el funcionamiento de los sindicatos mediante la aprobación de la Ley del Estatuto de la Función Pública por parte de la Asamblea Nacional

Esta política perversa ha permitido la eliminación de la seguridad social y de los fueros sindicales de dirigentes electos por las bases, así como la implantación de un sistemático chantaje y exclusión laboral de los trabajadores por razones políticas (caso de la periodista Geisha Torres despedida de TVES). Además, ambicionan eliminar las contrataciones colectivas (80% de las discusiones están vencidas y paralizadas), y sustituirlas por convenciones únicas (visión corporativista de claro sello nazi-fascista), las cuales serían impuestas por el régimen desde Miraflores, al margen de las aspiraciones reivindicativas de los trabajadores.

Pero además este régimen que se autocalifica de socialista y obrerista ha puesto en práctica políticas neoliberales, como un impuesto regresivo como el IVA, pago de una deuda externa ilegítimamente contraída, despidos masivos, entrega de nuestra soberanía petrolera a transnacionales extranjeras y medidas laborales restrictivas, que debilitan o derogan las regulaciones laborales y que intensifican la explotación a través de las prácticas de la "precarización laboral". Modalidad de explotación recomendada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que ha permitido la creación de empleos precarios (puestos temporales, misiones sociales, cooperativas, cogestión, tercerización, zonas económicas especiales, etc.) sometiendo a los trabajadores a una superexplotación sin límites. Todo ello en el contexto de una falta absoluta de independencia de los poderes públicos y de un debilitamiento lamentable del estado de derecho, donde las instituciones del Estado (Ministerio Público, los Tribunales del país y el Ministerio del Trabajo) se han transformado en los instrumentos para criminalizar la protesta social y vulnerar de derechos de los trabajadores.

La pestilente unidad milico-civilista bolivariana persigue doblegar y acallar a los trabajadores, ante la lamentablemente complicidad de las principales centrales obreras: la CTV, UNETE y la Central Bolivariana Socialista. Las dos primeras por haberse divorciado de las bases sindicales, lo que le impide asumir la lucha en defensa de los intereses de la clase obrera, y la tercera por ser un apéndice del aparato político del régimen dedicada a promocionar la política antiobrera del gobierno en sus intenciones de perpetuarse en el poder.

Este 1 de mayo los trabajadores venezolanos no tienen nada que celebrar, pero si mucho que reclamar: un aumento general de sueldos y salarios, la indexación salarial de acuerdo al índice inflacionario, la aprobación de las leyes de Seguridad Social, cese a la criminalización de la protesta social, la derogación de la nefasta Resolución 8610 que permite el uso de armas de fuego por parte de los milicos en el control de manifestaciones públicas, la libertad de los presos políticos y la desmilitarización de la sociedad. Frente a este gorilismo neoliberal-facho que reprime, asesina y viola los derechos de los venezolanos, los trabajadores tienen la responsabilidad histórica de mancomunar sus esfuerzos con otros sectores de la sociedad en la lucha contra este régimen autoritario empeñado en cubrir al país con más sangre y luto en nombre de una bastarda revolución. Pobre del viejo Marx que en nombre de un tal “socialismo del siglo XXI” se atropella, reprime, encarcela y asesina a los trabajadores venezolanos.


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