La falaz y bastarda revolución bolivariana ha fracasado
en su lucha contra la pobreza y la miseria. Los índices socio-económicos así lo
demuestran: desnutrición infantil 20%, desempleo rural 35%, desempleo urbano
22%, niveles de exclusión social 43%, informalidad-buhonerismo 55%, tasa de
mortalidad infantil 25,3 muertes cada 1.000 nacimientos vivos. Los niveles de
pobreza rondan alrededor del 42%, y de pobreza extrema el 21%, valores estos muy
semejantes a los existentes en la década de los 90. Además, con un sistema de salud
pública colapsado,
reflejado en el repunte de endemias que se encontraban
erradicadas el
desmantelamiento operativo de Barrio Adentro I y el abandono de la
infraestructura hospitalaria, todo esto aunado a la ausencia de un sistema de
seguridad social digno y eficiente. Ante este panorama dantesco nos preguntamos
¿Dónde está la revolución redentora de los pobres de la cual tanto alardean los
voceros del régimen?.
Nadie más que el régimen fachochavista es
responsable de los graves desequilibrios que aquejan a la economía de nuestro
país. No hay conspiración internacional alguna o fantasiosa guerra económica que
explique un déficit fiscal cercano al 20% del PIB, una galopante inflación, la escasez de
alimentos y medicinas, y el colapso de la actividad productiva del país.
Estos problemas no son nuevos,
existen desde hace varios años, pero se han profundizado con el transcurrir del
tiempo y agravado durante los últimos meses debido al desplome de los precios
petroleros. Ello es el producto de un “desgobierno” dirigido por
una logia milico-civilista corrupta, ineficiente, e incapaz empecinada en
imponer un capitalismo de Estado militarizado que ha generado el desmejoramiento de la calidad
de vida de la población, así como el repunte de la pobreza.
Un régimen que ha despilfarrado miles de millones de dólares en programas
sociales (misiones), dádivas sociales tomadas de la botija de PDVSA, las cuales
distan mucho de ser soluciones efectivas y sostenibles en la erradicación y
superación de la pobreza. Igualmente, en la compra de sofisticados equipos
militares innecesarios ¿Dónde está la revolución emancipadora de los
desposeídos?.
No se trata de remover a una persona específica como
algunos equivocadamente han planteado (Maduro vete ya o Maduro renuncia). Ello
es un error político imperdonable. De lo que se trata es de derrotar la perversa
“revolución bolivariana” y su proyecto corporativista-neofascista que ha
desmejorado las conquistas laborales de los trabajadores (libertad sindical,
seguridad social, flexibilización y precarización laboral), e impuesto una
obediencia ciega basada en un culto a la personalidad cuasi-religioso y un
patrioterismo primitivo. Se trata de derrotar la cultura de la ineficiencia y
la corrupción que ha generado el actual desabastecimiento y racionamiento de
alimentos y medicinas entre otros rubros. El objetivo es erradicar para siempre
la perversa militarización de la sociedad y de la justicia, la criminalización
de la protesta social y la utilización de la violencia como herramienta para
resolver la conflictividad social. Es necesario defenestrar un proceso perverso
que apelando a una mentirosa fraseología socialista ha mediatizado las luchas
populares, favoreciendo el surgimiento y consolidación de nuevas fracciones
capitalistas-burguesas al amparo de una desbocada corrupción para-estatal. ¿Al
servicio de quién esta la pestilente revolución del XXI?.
Es obvio que la autodefinición de
antiimperialista y socialista de esta insana revolución surge producto del
agotamiento de un discurso fantasioso y demagógico. Una revolución que muestra
su talante antiimperialista solo discursivamente (mítines, foros
internacionales) en busca del apoyo y solidaridad de una izquierda oportunista
y prostituida dispuesta a venderle el alma al mejor postor. Antiimperialismo
retórico que no se compagina con la sistemática desnacionalización de PDVSA, y
la transferencia de áreas de explotación en bloques (franja bituminosa del
Orinoco, Plataforma Deltana y Falconiana) a las más importantes empresas
petroleras transnacionales (Hess, Chevron-Texaco, Repsol, Statoil,
Totalfinaelf, Koch, entre otras). Antiimperialismo que no se armoniza con la entrega
de nuestras riquezas naturales a transnacionales
rusas, iraníes, pero en especial a las empresas Chinas. ¿Dónde esta el
antiimperialismo militante que tanto publicitan los plumíferos afines al
proceso?.
Más allá de la propaganda Goebbeliana del
régimen seguimos siendo un país rentista que sufre las consecuencias de un
vulgar populismo pretoriano, etiquetado publicitariamente con el logo de la
revolución bolivariana y del socialismo del siglo XXI. Populismo militarista enajenante
que ha acentuado el fuerte desequilibrio distributivo capital-trabajo, y que ha
manipulado las necesidades económicas y de
justicia social de los más necesitados, quienes por ingenuidad o ignorancia han
sido arrastrados hacia posturas acríticas y sumisas, muchas veces contrarias a
sus propios intereses clasistas. Es evidente que esta errática, engañosa y
entreguista política lo que ha generado es una mayor miseria y hambre en el
país.
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