Maduro sigue empecinado en reeditar la
aventura militarista de los gorilas argentinos de las Malvinas a fin
de apaciguar las tensiones políticas y económicas del país e incidir en el
escenario electoral del 6D. Ante el rotundo fracaso de su reclamo tardío y
electorero del Esequibo, el ungido de Miraflores apela a un nuevo enemigo
externo: el paramilitarismo colombiano, al cual acusan de ser el causante
de todos los males que aquejan a nuestro país.
Como parte de la nueva escenografía patriotera
Maduro y su logia milico-civilista han decretado el cierre de la frontera
colombo-venezolana, así como Estado de Excepción en 5 municipios del Táchira
(Bolívar, Pedro María Ureña, Junín, Libertad e Independencia). La razón
esgrimida por Maduro fue el ataque perpetrado contra un grupo de efectivos de
la Fuerza Armada Nacional (FAN), por presuntos contrabandistas, a quienes el
gobierno en su fábula Goebbeliana los acusa de ser paramilitares. Para
nadie es un secreto el contrabando de extracción que existe en la frontera con
la participación y complicidad de la Guardia Nacional y otros componentes de la
FAN desde hace mucho tiempo.
Cabe acotar que hasta ahora no se sabe quienes
fueron los verdaderos actores involucrados en el ataque a los militares, la
única versión que existe es la oficial, que asegura, sin mostrar hasta ahora
ninguna prueba, que se trató de grupos paramilitares colombianos. Esa sola
presunción ha servido para que el ungido de Miraflores ordenara el cierre de la
frontera de manera indefinida, el despliegue de 1.500 militares, la
declaratoria de un Estado de Excepción y una nauseabunda violación de los
derechos humanos en la zona fronteriza. Hasta el momento han sido deportados
más de 1.000 colombianos dentro del estado de excepción, muchos de ellos niños,
embarazadas y de la tercera edad, quienes han sido maltratados, humillados y en
muchos casos sus humildes viviendas han sido saqueadas y marcadas (D: demolición
o R: revisión) por los gorilas bolivarianos. Infaustas imágenes que nos
retrotraen a la Alemania nazi cuando marcaban las residencias de los judíos con
color amarillo para ser selectivamente visitadas por los miembros de
los Escuadrones de Protección (Schutzstaffel - SS), o de la Gestapo. La
logia milico-civilista pretende justificar su execrable xenofobia al
asumir de que “todos los habitantes colombianos” que residen en las fronteras
son delincuentes, paramilitares, narcotraficantes, y bachaqueros. Lo que se
vive en la frontera colombo-venezolana son hechos abominables propios de los
regímenes nazi-fascistas.
Este conjunto de medidas propias de un Estado
proto-fascista lucen a todo costa desproporcionadas. Recordemos, que antes de
la llegada del fachochavismo al poder se registraron 38 ataques armados en la
frontera contra puestos militares venezolanos, en los cuales resultaron 11
efectivos de la FAN y 5 civiles venezolanos muertos y nunca se decretó un
Estado de Excepción. Ahora, por un incidente confuso y no investigado, en el
cual lamentablemente resultaron heridos 3 efectivos de la FAN se decreta el
cierre de la frontera por tiempo indefinido y el Estado de Excepción.
Es evidente que detrás de todo este show
patriotero, efectista y con profundo contenido electoralista, el régimen
acosado por una gran pérdida de popularidad, y acorralados por las protestas y
el descontento que existe en el país, busca desesperadamente embarcarnos en un
conflicto con la hermana Colombia creyendo que con ello va a crear una nueva
realidad política (derrota del paramilitarismo generador de todos los males
sociales del país), aplacar el descontento popular (medida distraccionista) y
mejorar el respaldo electoral a su maltrecho proyecto con miras a las
elecciones del 6D (acción electorera). Ello sin importar el costo y las
consecuencias que podría implicar tal descabellada aventura militar.
El fachochavismo vive una crisis terminal. Su
modelo fracasó y prueba de ello es la inflación que ya alcanza los tres
dígitos, la escasez de alimentos y medicinas que rebasa el 70%, el desempleo
real cercano al 14%, la precarización laboral la cual ha sido
institucionalizada en todas las empresas del Estado, la inseguridad personal
que alcanza la escalofriante cifra de 20.000 homicidios anuales, la crisis
médico asistencial que ha transformado a la gran mayoría de los venezolanos en
verdaderos parias en busca de la salud. Su permanencia en el poder es cada día
más incierto, de allí su plan perverso de establecer falaces vinculaciones
entre el descuartizador-patriota cooperante y la disidencia política, así como impulsar
desde Miraflores aventuras xenófobas-militaristas contra la República de
Colombia. Todas ellas con una clara y marcada intención: incidir en forma
determinante en el escenario electoral del 6D y así fortalecer el proyecto
hegemónico bolivariano. No sería de extrañar que el siguiente capítulo del
libreto belicista del enemigo externo colombiano sea el decretar un Estado
de Excepción en algunos municipios del Estado Zulia y Apure, es decir a todo lo
largo de la línea fronteriza con Colombia.
La eventual aventura militar del fachochavismo
en la zona fronteriza con Colombia podría ser una de las tantas cartas
bajo la manga de la cual dispone el régimen milico-civilista ante el continuo
deslave de su apoyo popular y rechazo por la mayoría de los venezolanos.
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