El
día 28 de abril de 1945, Benito Mussolini, después de un juicio sumarísimo, fue
fusilado. Sin embargo con su fallecimiento, no murió ni el cinismo y la mentira
propios de los fascistas, de practicantes de los autoritarismos. Con la llegada
al poder de la nomenklatura
facho-bolivariana se profundizó la perversidad, el doble y
falso lenguaje, y la
práctica ladina de la mentira.
El
cinismo y el descaro para mentir del hamponato fachochavista no tiene parangón
en nuestra historia republicana. Niegan la realidad del país y le mienten a los
venezolanos con la sonrisa en la cara e insultan, descalifican y reprimen a
todo aquel que no comparte sus mentiras. Afirmar sarcásticamente que la
inflación y escasez que sufren los venezolanos son producto de una guerra
económica auspiciada por el imperio norteamericano es una muestra inequívoca de
su sarcasmo sin límites.
Apelar
a la figura del enemigo externo acusando a la Casa Blanca de propiciar los
actos de protestas, incluyendo los saqueos ocurridos en varias ciudades del
país, así como la quema de la Alcaldía de Sinamaica, Estado Zulia es una práctica
miserable propia de los regímenes que practican la manipulación clientelar y el
engaño.
Denunciar
irresponsablemente que la violencia desenfrenada que se vive en el país es
propiciada por Uribe y sus paramilitares o por sectores de la oposición como lo
ha afirmado en forma repetitiva el iletrado enciclopédico de Maduro y su Ministro
del Interior y Justicia (alias modelo de
expresión matemático aritmético) es un insulto a la inteligencia del
venezolano.
Declarar desvergonzadamente que las
aberrantes largas colas en supermercados, abastos y farmacias responden a una
campaña desestabilizadora de los sectores disidentes del país o es producto de
un “aumento significativo” de la capacidad de consumo del venezolano es falsear
la realidad que vivimos a diario.
Hablar
de una supuesta soberanía alimentaria, cuando importamos el 89% de nuestros
alimentos e insumos en los mercados internacionales es una desvergüenza más del
grupete milico-civilista bolivariano.
Aseverar
que han derrotado al hambre, a la pobreza y a la exclusión social, cuando todos
los índices demuestran lo contrario es una manipulación inescrupulosa de la
verdad por parte de la logia hamponil bolivariana.
Militarizar
la sociedad, reprimir a trabajadores, comunidades indígenas, estudiantes
y al pueblo general en nombre de la libertad no tiene calificativos. Intentan
"tutelar con las armas" el descontento popular generado por la
escasez, la inflación, la inseguridad, el desempleo, etc. Buscan disciplinar a
las masas a fin de lograr su desmovilización, frustración y finalmente su
resignación.
Fanfarronear
de una supuesta soberanía, cuando le han entregado gran parte de nuestras
riquezas petroleras al capital transnacional (empresas mixtas) es aplicar el
principio Goebbeliano de que “Una mentira
repetida mil veces se convierte en verdad”.
Reivindican
los derechos humanos, pero emplean
la tortura contra los detenidos en general (políticos y no políticos), invitan
a la paz y el diálogo, pero fomentan un paramilitarismo destinado a reprimir y
aniquilar a la disidencia política, se jactan de ser obreristas pero conculcan
los derechos de los trabajadores y criminalizan sus
protestas. Pregonan el humanismo bolivariano pero sus cuerpos policiales
practican operativos de exterminio llamados Operación Liberación del Pueblo
(OLP), contra presuntos delincuentes en diversas poblaciones del país. El gorilato
bolivariano reporta 52 presuntos delincuentes abatidos (entiéndase ajusticiados)
como el que se evidencia en el video que ha circulado por las redes. Son unos
verdaderos miserables farsantes y asesinos.
Montar todo un show patriotero por
razones electorales en relación al reclamo territorial con la República
Cooperativa de Guyana, después de haber renunciado
al mismo por parte del ya fallecido tte coronel, evidencia el cinismo ramplón del tartufo de
Miraflores y su narcogeneralato.
Alardear
de ser practicantes de una ética y una moral ejemplarizantes, cuando en sus
filas hacen vida y pululan corruptos, delatadores, torturadores y asesinos no
tiene calificativo.
El bandidaje facho-bolivariano recurre
al cinismo político, a la exaltación indiscriminada de la improbidad, al doble
y falso lenguaje, y a la
práctica maliciosa de la mentira en su intento por imponer su perverso, pestilente
y abyecto proyecto militarista.
Nota final:
Muchos de los que hoy forman parte de la nomenklatura facho-bolivariana fueron unos vehementes
defensores de los derechos humanos ante los abusos cometidos por los gobiernos
adeco-copeyanos. Hoy guardan una complicidad asqueante ante el
uso desproporcionado de la fuerza por parte de los cuerpos policiales, y la
práctica de ejecuciones sumarias como las que están ocurriendo en el marco de
los operativos llamados Operación Liberación del Pueblo. Pero no tan solo
guardan silencio, sino que aplauden y justifican lo que en el pasado
cuestionaron. Que farsantes, que bellacos.
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