Históricamente los discursos
basados en el odio y el resentimiento social han estado ligados a la expansión
del autoritarismo, del militarismo, del racismo, y de los diversos tipos de
fanatismos. La historia ha sido y sigue siendo testigo de proyectos siniestros
de regímenes que utilizando el odio y la intolerancia les ha permitido alcanzar
el poder y eternizarse en el ejercicio del mismo.
Uno de los rasgos cardinales del
fachochavismo ha sido su discurso político y su accionar basados en el odio y
la animosidad. La exacerbación del odio desmedido contra cualquier
tipo de disidencia lo transformaron en política de Estado. Ello ha dado
pie al surgimiento de un siniestro sicariato político tutelado celestinamente
por un Estado cómplice. Mezcolanza infausta que se ha materializado en la forma
como actúan sus grupos paramilitares, auspiciados por un Estado forajido.
Constituyen verdaderas bandas de sicarios integradas por lumpen-proletarios
fanatizados de índole muy similar a las “camisas negras” de Mussolini o los
Sturmabeteilung (SA) de Hitler encargados de maximizar el odio a través del
terror y la muerte.
Lo sucedido el pasado 10/9 frente
a las instalaciones del Palacio de Justicia demuestra una vez más el uso de
una violencia desmedida por parte del régimen como expresión de su
política de odio ilimitado. Las hordas del fachochavismo atacaron sin piedad
-con la anuencia de la Guardia Nacional y la Policía Nacional- a los
manifestantes congregados en apoyo a Leopoldo López. Acto vandálico y
cruel que produjo heridos y lesionados entre los participantes, incluyendo a
Manuela Bolívar (embarazada) candidata a la Asamblea Nacional, y le ocasionó la
muerte al señor Horacio
Blanco (infarto cardiaco). Estas acciones inhumanas de las
jaurías fachochavistas no pueden considerarse como hechos aislados, sino como
parte de una política de terrorismo de Estado que se promueve desde las altas
esferas del gobierno Nacional. Son los esbirros de nuevo cuño, los
lumpen-proletarios encargados de la represión no oficial en contra de todo
aquel que no comulgue con el miserable proyecto dominante verde oliva.
El régimen del iletrado Maduro
recurre a la lógica maniquea (buenos-malos,
patriotas-antipatriotas) a fin de afianzar su odio e ira contra el disidente,
intensificar la represión, judicializar el pensamiento disímil, deshumanizar al
contrario, perversidades muy propias del nazi-fascismo del siglo
pasado. Política que se ha apoyado en el uso de un lenguaje
orwelliano-bolivariano (neolenguaje) publicitado por su maquinaria
propagandística. Neolenguaje donde los términos ha sido despojados de su
significado, a fin de consolidar el control social y la dominación sobre los
ciudadanos. Un “engañoso lenguaje” donde los términos significan lo
contrario: el amor es el odio, la paz es la guerra, la xenofilia es la
xenofobia es, la fortaleza del Bolívar es su devaluación, el internacionalismo
es el nacionalismo revanchista, el respeto a los derechos humanos es la
tortura, el debido proceso es linchamiento judicial y la abundancia alimentaria
es la carestía. Un buen ejemplo de ello lo representa el Comité de Víctimas de
las Guarimbas de Venezuela, grotesca representación de la ingeniería social del
régimen donde los represores-victimarios, se transformaron en víctimas y los
secuestrados, detenidos, torturados y asesinados por las bandas armadas del
régimen y la Guardia Nacional han terminado siendo los victimarios. Hay que
tener presente que reducir el vocabulario es reducir el área del
pensamiento y la capacidad de percibir críticamente los hechos. Cuando una
realidad no tiene una contraparte verbal a través de la literatura o de la
historiografía, esa realidad se esfuma primero en un recuerdo impreciso, luego
en una ilusión, y más tarde en un olvido.
Estos maleantes y mensajeros del
odio y la muerte han deshumanizado a sus víctimas con la idea de afianzar la
ira, y disipar la culpabilidad de los verdugos (que solo obedecen) como los que
atacaron a Manuela Bolívar y le ocasionaron la muerte al señor Horacio Blanco. Infamias muy propias
de la Italia fascista de Mussolini, de la Alemania nazista de Hitler, del Chile
de Pinochet, y la Argentina de Videla y Massera.
Ante la bestialidad fachochavista
muchos nos preguntamos ¿Cómo es posible que sujetos que defendieron los
derechos humanos durante los gobiernos adecos-copeyanos, callen o puedan
justificar tales fechorías incluyendo la agresión a una mujer embarazada? ¿Cómo
enmudecer ante estas brutalidades sin nombre? ¿Cómo pensar que esta sarta de
estafadores políticos puedan ser los paradigmas del cambio social?
El
odio, la violencia y la muerte representan el verdadero rostro del
fachochavismo.
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