Las elecciones legislativas del 6D han
significado una aplastante derrota política del régimen fachobolivariano.
Después de 17 años de predominio total, perdió en 17 de los 24 estados, con
derrotas emblemáticas como las de los estados Barinas, Aragua, y Monagas, así
como en la misma Caracas, donde perdió por ejemplo, en barriadas populares como
Catia y el 23 de Enero. Descalabro que no responde al fracaso del iletrado
enciclopédico de Maduro por no haber seguido el "legado del tte
coronel", sino al desastre e inviabilidad del proyecto propio del insepulto
de Sabaneta.
Pero además han sido derrotados quienes
tercamente, al margen de las condiciones pre-electorales existentes, planteaban
la abstención el 6D. Pretendían que los venezolanos repitiésemos el craso error
de las elecciones parlamentarias del 2005, donde un llamado a la abstención le
permitió al fachochavismo ocupar los 167 escaños de la AN y dictar leyes que
terminaron blindando jurídicamente al régimen. Algunos abstencionistas
planteaban como condición sine qua non volver al voto manual, sobre la premisa
del carácter fraudulento del sistema de votación automatizado, ignorando que el
problema no radica en la máquinas per se, sino en los testigos inescrupulosos afines
al régimen que aprovechándose de las circunstancias, manipulan las maquinas al
votar por otros ciudadanos torciendo de esa manera la voluntad electoral.
Otros abstencionistas exigían la designación
de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE). Obviamente, no es secreto para
nadie que la mayoría de los miembros del actual CNE -entiéndase la banda de las
4 cortesanas- actúan como militantes del PSUV, en lugar de miembros imparciales
del poder electoral. Nadie duda de su parcialidad política, la cual de paso no
disimulan en lo mas mínimo. Sin embargo, resultaba un absurdo condicionar el
voto de los venezolanos a una hipotética decisión de una AN en manos del
McCarthy Cabello de designar un nuevo CNE. Claramente quienes asumían tal
exigencia estaban descartando participar en el proceso eleccionario y negándole
de antemano la posibilidad de que la gran mayoría pudiese expresarse como lo
hizo el pasado 6D a favor de un cambio. Muchos de quienes militan en las filas
del abstencionismo siguen apostando en una salida gorila a la actual crisis
política.
Unos segundos derrotados fueron aquellos que
aún formando parte de la UNIDAD, apoyaron candidaturas independientes,
irrespetando acuerdos previamente establecidos. Si bien ninguna de ellas fue
exitosa el 6D, en algunos circuitos electorales facilitó el triunfo de
candidatos oficialistas, como sucedió en el circuito 3 del estado Táchira donde
resultó ganador José Sanguino (PSUV).
Igualmente resultaron derrotados, los recién
electos miembros de la AN proponentes en el pasado de “La Salida”. Atajo que
terminó siendo una dolorosa encerrona donde decenas de venezolanos fueron
asesinados por los aparatos represivos del régimen y sus grupos paramilitares,
cientos arrestados, torturados y sometidos a espurios procesos judiciales a
manos de jueces corruptos lame botas. Lamentablemente los proponentes de la “La
Salida” se aprovecharon de la desesperación de muchos venezolanos y de su
ingenuidad política planteándole salidas urgentes, y milagrosas. Se empecinaron
en desarrollar políticas vanguardistas que comprometieron la consolidación de
una estrategia común que permitiese desalojar del poder a la barbarie
fachochavista.
Pero además los defensores de “La Salida” lanzaron
cualquier tipo de improperios (colaboracionistas, etc.) contra todos aquellos
que de una manera sensata planteaban la necesidad de una acumulación de fuerzas
sociales que permitiese conquistar la mayoría en la Asamblea Nacional (2015),
lo cual permitiría la reinstitucionalización del Estado (separación real de los
poderes), así como la atención inmediata de los más graves problemas existentes
(inseguridad ciudadana, desabastecimiento, inflación, desempleo). Más allá de
estar o no en el lado correcto de la historia, la historia es solo una, y no
tiene aristas, los hechos les han demostrado cuan equivocados estaban y que
gracias a los “colaboracionistas” del pasado hoy han llegado a la AN.
Finalmente, también resultaron derrotados los
salta-talanqueras de la AN, esa despreciable cofradía de aduladores de oficio
que habiendo logrado su curul gracias a los votos opositores le vendieron su
alma al mejor postor. Todos fueron barridos por el voto popular.
Quienes piensan que con la realización de las
elecciones legislativas del 6D se ha superado la crisis política y social del
país se equivocan. Los resultados del 6D nos conducen a un nuevo escenario
donde tenemos un régimen muy debilitado y desmoralizado que aún no asimila la
derrota, que enfrenta una inflación galopante e incontrolable, una agudización
de la escasez de alimentos y medicinas, una continua caída de los precios de la
cesta petrolera, y para rematar con problemas muy serios en sus propias filas
que comprometen su precaria unidad. Régimen anémico que deberá confrontar a una
nueva AN controlada por una mayoría calificada de dos tercios, por la
oposición.
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