Cada vez que el régimen bolivariano percibe que se resquebraja el apoyo
popular apela al fantasioso libreto del enemigo externo, de ser víctima de las
confabulaciones del gobierno de Washington. Con ello busca despertar un
sentimiento nacionalista para reunificar su debilitada, fragmentada y
desmoralizada militancia. Su discurso lo fundamenta en un falaz
antiimperialismo que no trasciende más allá de una maniquea retórica y una crítica
espasmódica a la política exterior de los EEUU.
Pero más allá de los desvaríos discursivos “antiimperialista” y de las
fantasiosas “confrontaciones” con el imperio, el proyecto bolivariano ha
asumido posturas entreguistas que superan con creces las posiciones nefastas de
los gobiernos de Rafael Caldera (I,II), Carlos Andrés Pérez (I,II), Jaime
Lusinchi, y Luis Herrera. Fue precisamente este proyecto antiimperialista y
revolucionario quien firmó el “Tratado de la doble tributación”, el “Tratado de
la propiedad Intelectual” y el único gobierno latinoamericano que ha firmado el
“Tratado de Promoción y Protección de Inversiones” (TPPI). Además, tanto el
fallecido comandante galáctico, como el ungido Maduro han expresado su voluntad
de permanecer en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre las
Inversiones (CIADI), del Banco Mundial, instrumento supranacional de dominación
capitalista contrario a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Esto
aunado a la creación de las Zonas Económicas Especiales (ZEE)
(13/11/2001), paraísos de explotación capitalista salvaje en el territorio
nacional, cuya soberanía será cedida al control del inversionista
extranjero. Igualmente, estos maleantes ideológicos institucionalizaron la
precarización laboral en las empresas del Estado como nueva forma de relación
laboral, y conculcaron los derechos sindicales a los trabajadores siguiendo las
recetas neoliberales.
Resulta irónico e indignante que detrás de este falso discurso
antiimperialista y soberano se gesta una política genuflexa y antinacional que
persigue la entrega de nuestros recursos al capital extranjero a través de una
nueva apertura petrolera y los convenios leoninos del Arco Minero del Orinoco.
Estamos en presencia de un malévolo proceso de desnacionalización neoliberal de
las actividades medulares de la industria petrolera y de minería plasmado en la
figura de las “empresas mixtas bolivarianas”.
Estas políticas antinacionales han quedado al desnudo una vez más con la
creación de una de “zona franca minera”, bajo control de la nauseabunda bota militar:
el Arco Minero del Orinoco. Espacio territorial que se le ha cedido a más de
130 empresas, entre ellas a la Gold Reserve. Empresa depredadora del medio
ambiente que tendrá derechos mineros al oro, el cobre y la plata en 18.000
hectáreas, incluyendo los depósitos de Brisas-Cristinas. Asimismo, esta empresa
gozará de la exención de pago del impuesto sobre el valor agregado, impuesto de
timbres fiscales, e impuestos municipales. Además, estará autorizada para
exportar y vender su concentrado y barras que contengan oro, cobre, plata y
otros minerales estratégicos fuera de Venezuela y mantener los ingresos de
tales ventas en cuentas fuera del país en moneda norteamericana.
Igualmente llama la atención el silencio sepulcral del mal llamado
ministerio de “Ecosocialismo” sobre las implicaciones medioambientales de la
producción de oro por parte de la Gold Reserve. Cómo callar ante la depredación
del medio ambiente traducido en la excavación de profundos cráteres, en la remoción
de la cubierta vegetal y la utilización del cianuro, sustancia altamente tóxica
que luego es vertida en los ríos de la región. Son una caterva de farsantes,
cínicos y cómplices.
El socialfascismo bolivariano insiste en su el carácter soberano y antiimperialista,
sin embargo ha subastado al país al mejor postor a fin de complacer al proyecto
hegemónico global, así como para obtener divisas para seguir financiando su bastardo
proyecto militarista. El régimen del indigente mental de Maduro ha sido el más
entreguista, servil y antinacional de todos los gobiernos en estos últimos
años.
Nota Final: Sectores disidentes del chavismo han acusado a Maduro de
neoliberal, de haberse apartado del legado antiimperialista del comandante
eterno. Lamentablemente se olvidan que todas estas medidas “tipificadas como
neoliberales-proimperialistas” forman parte del legado, pues fueron aprobadas
por el tte coronel durante su permanencia el poder. ¿De cual legado
antimperialista pueden hablar?
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