La Fuerza Armada Nacional (FAN) desde su
fundación ha jugado el papel de garante del orden interno al margen del
contenido democrático o no del gobierno de turno. Sus integrantes han sido entrenados
y preparados para garantizar la continuidad del proyecto hegemónico y la paz de
los sepulcros mediante el poder de sus armas. Hablar del carácter democrático
de la FAN, no es más que una quimera.
La FAN históricamente ha estado al servicio de los peores
intereses de la nación. Su gloria se reduce el haber aplastado sin misericordia toda
forma de protesta social, sembrando el terror y la muerte entre los
venezolanos. Han sido coparticipes del terrorismo de Estado, no tan solo
impuesto por la barbarie facho-bolivariana, sino también durante los gobiernos
Adeco-copeyanos. Para algunos cortos de memoria, vale recordar las sistemáticas
violaciones de los derechos humanos cometidas por los integrantes de la FAN en
las zonas rurales y los Teatros de Operaciones (La Pica, Yumare, Cocollar) durante
la década de los años 60. Igualmente, las desapariciones forzosas de hombres y
mujeres a manos de los uniformados.
Obviamente, el cáncer del
militarismo opresor se metastizó con la llegada al poder del ya fallecido tte coronel, el estafador de Sabaneta y
continuado por el binomio de la perversión “Maduro-Cabello”. Estos forajidos han
profundizado la participación de la FAN en tareas de intimidación, de
represión, y de tortura. Acciones orientadas a imponer una obediencia absoluta
mediante la propagación del pánico por todo el tejido social. El pretorianismo opresor bolivariano no ha sido una
irrupción abrupta, sino que se ha insertado en estos últimos años en una
cultura política caracterizada por prácticas de violencia estatal y paraestatal
orientado a la imposición de un modelo de país autoritario, económicamente
regresivo y socialmente injusto.
Con la
ayuda de la FAN, el pranato bolivariano se ha empeñado en disciplinar a
la sociedad venezolana y en eliminar todos los vestigios de disidencia
ideológica. Intentan "tutelar con las armas" el descontento y
conflictividad laboral y social que existe en el país. Mediante el uso de la
violencia militar pretenden acallar el descontento popular generado
por la escasez, la inflación, la inseguridad, el desempleo, etc. El objetivo es
eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar
a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, y poner a la totalidad de
las instituciones del Estado al servicio del terror.
La sistemática designación
de uniformados verde oliva para ocupar cargos en la administración pública evidencia
la magnitud del cáncer que carcome a la sociedad venezolana. Los militares han invadido prácticamente toda la
administración pública, abandonando sus funciones de defensa de la soberanía
nacional. Estas
sabandijas uniformadas pretenden construir un Estado totalitario unificado y
centralizado que conlleve a la destrucción del tejido social, a la
subordinación jerárquica absoluta del ciudadano, a la destrucción de
instituciones de intermediación (sindicatos, movimientos sociales, asociaciones
profesionales, partidos, etc.) y a la desaparición de las ideologías distintas
al facho-chavismo en el poder. Buscan a través de estos métodos malévolos
lograr la desmovilización, frustración y finalmente la resignación de los
venezolanos al Estado totalitario.
El militarismo represivo y
parasitario le ha resultado por demás costoso al Estado venezolano. En el 2016
el presupuesto del Ministerio de Defensa alcanzó la cifra de Bs
85.377.082.544, es decir ocupó el cuarto lugar en la asignación del
presupuesto nacional. Además, Venezuela es el único país latinoamericano en el
top 20 de los que más gastaron en armamento entre 1999-2015 (puesto
18) de acuerdo al Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de
la Paz. En ese periodo Venezuela gastó más de 5.620 millones de dólares en
compra de armas a países como Rusia ($4.005 millones), China ($597 millones)
y España ($290 millones). La eliminación de esta institución
parasitaria-represiva permitiría que se destinen más recursos públicos al
desarrollo del país, especialmente en materia de educación, salud, ciencia,
deporte y cultura.
La FAN se ha convertido en una poderosa maquinaria
productora de milicos genuflexos, represores, corruptos y hasta de narcotraficantes.
Los venezolanos nos preguntamos ¿Para que nos sirve una institución como esa?
¿Qué beneficios le generan al país? Ojalá los venezolanos podamos celebrar al
igual que los ticos el día de la abolición de la FAN. Vale la pena recordar que
hace ya 68 años la Junta de Gobierno de Costa Rica presidida por José Figueres
Ferrer resolvió eliminar el ejército de su país (1/12/1948). Luchemos por la abolición
de la pestilente y represiva bota militar.
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