La retórica de los abstencionistas sigue siendo contradictoria, fantasiosa, y aferrada a un discurso derrotista que terminará por hundirlos en el laberinto de sus inconsecuencias.
Los
abstencionistas continúan con su perorata de que “dictadura
no sale con votos”, “votar es legitimar a Maduro”, “participar en las
elecciones es colaboracionismo”, “elecciones cuando el régimen haya caído”, “no
hay condiciones para participar”. Es decir, renuncian a la vía electoral como
instrumento de lucha mientras el iletrado Maduro siga en Miraflores. Muchos se anclan
en la peregrina idea de que, gracias a la presión internacional, Maduro
renunciará y entregará el poder después del 20/5/2018. Así de fácil. Otros
siguen proponiendo una intervención extranjera, llámese “humanitaria” o
“militar”. Planteamiento intervencionista que ha sido utilizado por Maduro para robustecer
su tesis del enemigo externo, así como para alimentar el patrioterismo bolivariano.
Algunos abstencionistas sueñan con ver a los
sicarios del CICPC o al gorila de Padrino López arrestar a Maduro en
cumplimiento del dictamen del TSJ en el exilio. Otro grupo sigue con la
descabellada idea de “lanzar a la gente a la
calle” para precipitar un golpe militar. Piensan en una insurgencia capitaneada
por una Fuerza Armada carcomida por la corrupción y el narcotráfico. Pretenden
repetir los dolorosos episodios de 2014 y 2017, cuando, en busca de esa “salida rápida”, llevaron irresponsablemente a la inmolación a cientos de jóvenes al
exponerlos a la maquinaria represiva del régimen. El grave problema es que los
abstencionistas, sin excepción, no tienen ningún plan político para después del
20/5. Solo alucinan con más sanciones y una intervención extranjera, liderada
por los marines de Mr. Trump, Pence, y Pompeo.
Los
abstencionistas, al margen de sus malabarismos lingüísticos, promueven una
política derrotista y desmovilizadora ante el escenario electoral del 20/5.
Han entregado el futuro del país a las decisiones por tomar del Grupo de Lima, de la Unión Europea, del señor Almagro en la OEA o del grupete Trump-Pence-Pompeo.
Lamentablemente, mientras los principales voceros del abstencionismo se pasean como Marco Polo por el
nuevo y viejo continente siguiendo el libreto de la comunidad internacional, el
pueblo venezolano sigue pasando hambre y muriendo sumergido en una total
confusión e incertidumbre. La tozudez abstencionista no les permite entender
que no participar es facilitar la continuidad de Maduro y su logia
cívico-militar en el poder.
Quienes alegan la
falta de condiciones electorales, habría que recordarles que desde
la llegada al poder del facho-chavismo estas nunca han existido; sin embargo, todos
han participado en la mayoría de los procesos realizados previamente. Es
evidente que el árbitro electoral dejó de serlo para convertirse en una oficina
ministerial dispuesta a complacer los deseos del tirano de turno. Igualmente, el
rol de la FAN y de su Plan República ha sido el de tolerar y apoyar todos los
abusos y ventajismos del oficialismo. Que se entienda que nadie está
convalidando el status quo, defendiendo la imparcialidad de las madamas del CNE o
alabando el papel represor de la FAN. Hay que aprovechar la coyuntura electoral,
para capitalizar ese inmenso descontento nacional (más del 80%) y lograr una
participación electoral abrumadora el próximo 20/5 que nos permita salir de
esta pesadilla.
Los abstencionistas
con su vocación suicida, desmotivan la participación electoral, siembran el
pesimismo y propician la entrega sin resistencia a la dictadura. Los que
plantean la abstención deben preguntarse: ¿Cómo se cobra políticamente la abstención? ¿De qué
manera la abstención ayuda a derrotar a Maduro y superar la crisis que afecta a
todos los venezolanos? ¿Hasta cuándo van a seguir esperando la invasión del
magnate Trump?
El camino electoral
es un escenario importante de lucha popular, no de colaboracionismo o traición.
Votar es
protestar contra la dictadura. NO a la resignación abstencionista.

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