El
abstencionismo iracundo se niega a construir una contra-hegemonía electoral
para enfrentar al régimen facho-bolivariano a pesar de que la gran mayoría
(80%) de los venezolanos reprueban la gestión de Maduro y su logia
cívico-militar. La oposición abstencionista pretende que el país haga suya su política
suicida de dejar en manos de factores o actores externos la decisión sobre el
futuro del país. Es una oposición tan irracional como el funesto régimen del
iletrado de Miraflores.
Los abstencionistas
no terminan de entender que la invasión de los “marines” no va a ocurrir, que las
sanciones internacionales no van a llevar a la “dimisión” de Maduro, que el golpe
de Estado no sucederá y que las huelgas generales no se decretan en el Aula
Magna de la UCV. El abstencionismo con sus políticas engañosas y perversas han
conllevado a la “desaparición” de la oposición, a la desmovilización y frustración
de los venezolanos, así como ha estimulado la desesperanza y el éxodo. Sus acciones
simbólicas y excluyentes niegan la posibilidad de construir una nueva contra-hegemonía
política frente al social-fascismo bolivariano.
El
abandono de la ruta electoral (escenario de grandes logros políticos a pesar
del ventajismo de la maquinaria oficialista), y la promoción de fantasiosas “salidas y quiebres” han desdibujado
y desarticulado a la oposición como fuerza política. Esto ha mermado su
capacidad de movilización, ha reducido su incidencia en el escenario político,
y le ha facilitado al régimen la imposición de su agenda de hambre, miseria (paquetazo
económico) y represión.
La coyuntura actual
del movimiento opositor se caracteriza por un reflujo de masas que se evidencia
en la atomización de sus fuerzas, y la poca capacidad para articular una agenda
programática propia. La cuestión entonces es ¿Como
salir de esta trampa infernal adonde nos ha llevado el abstencionismo? El
camino no es fácil, todos lo sabemos, pero es necesario andarlo. Es un sendero que pasa por el retorno a la ruta
electoral, el rescate del valor del voto como instrumento de rebelión organizada
y no como factor legitimador de la dictadura, y la conformación de una amplia
coalición social y política que sea capaz de capitalizar el malestar social y transformarlo
en una insurrección electoral.
Materializar
esta colosal tarea implica construir una fuerza política propia, alejada de los
sectores abstencionistas promotores de fracasados atajos que desincentivan la
participación popular y transfieren la solución del conflicto a factores
externos. Se hace necesario construir una expresión político-electoral que
sirva de polo de atracción y de convergencia de todos aquellos sectores que
aspiren a un cambio político por la vía del voto a pesar de las condiciones
adversas impuestas por las madamas del CNE.
La
premisa de esta nueva plataforma de lucha es edificar una basta convergencia
unitaria que permita retornar al camino electoral, construir
una mayoría electoral orgánica a fin derrotar al actual bloque social dominante representado por el social
fascismo bolivariano. Es
igualmente impostergable que
este esfuerzo unitario se deslinde y rompa definitivamente con la política suicida
de los abstencionistas que solo apuestan a la
invasión militar (abierta o encubierta) o al golpe de Estado.
El
país se desangra ante una oposición abstencionista trastornada que sigue
entrampada en el “todo o nada” y que no brinda salida democrática para superar
la crisis. Hay que entender que la abstención es la mejor aliada del régimen, ahora
que el facho-chavismo dejo der ser mayoría. Más que seguir esperando el
desembarco de los marines, soñar con un nuevo milico mesiánico salvador de la
Patria, delirar llamando a un paro Nacional, o alucinar sobre el quiebre
definitivo del régimen, hay que prepararse para participar en las municipales
del 9D, el referéndum revocatorio en contra de los miembros de la Asamblea
Nacional, y el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución Nacional de
impronta facha.
Hay
que desenmascarar a los farsantes vendedores de promesas vacías. No a las
aventuras militaristas y salidas engañosas. Hay que retornar a la ruta
electoral.
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