Saturday, September 6, 2014

Devoción servil

La adoración y el fervor rastrero de líderes mesiánicos permitió el surgimiento de las mayores perversiones de nuestra historia contemporánea. Fruto de ello fueron el fascismo, el nazismo y los regímenes burocráticos de la Europa Oriental y del Asia.

Lo ocurrido en el marco del taller de formación socialista del PSUV, donde una de las delegadas leyó una versión del "Padre Nuestro" en la que le cambió la letra para dedicársela al fallecido tte coronel (“oración del delegado”), constituye un paso más hacia la oficialización de la idolatría, de la veneración abyecta como discurso político del proyecto fachochavista. Más allá de lo ofensivo, blasfémico e irrespetuoso que pudo haber sido para el patrimonio de la Iglesia Católica, la oración del delegado demuestra la precariedad teórico-ideológica del fachochavismo, lo cual los obliga a recurrir a una veneración supersticiosa a la imagen del insepulto eterno a fin de cohesionar a sus partidarios y garantizar su dominación hegemónica. Tal proclama lisonjera ocurre precisamente en un taller de formación ideológica de la militancia oficialista.

Cuando ilusamente pensábamos haber superado las idolatrías de los siglos XIX y XX, resulta que la dupla Maduro-Cabello se ha encargado de oficializar la adoración a la figura del comandante eterno. Vivimos tiempos en los cuales un populismo carismático con rasgos emocionales (paternalista) se ha constituido en la tabla de salvación del bloque histórico en el poder a fin de perpetuarse en el tiempo. Este estilo de gobierno, ha logrado cautivar una parte muy importante de los venezolanos no por lo atractivo del proyecto mismo, sino por una combinación de decepción histórica para con los representantes del proyecto hegemónico que ejercieron funciones de gobierno en Venezuela antes de 1998, por las dádivas que se distribuyen en los sectores más humildes del país a través de las misiones, que aunque no resuelven el problema estructural de la pobreza, contribuyen a palear la precariedad en la cual viven estos sectores marginados, pero fundamentalmente por la manipulación emocional de los más humildes que ha adquirido rasgos de una nueva religiosidad: la bolivariana.

Con el objetivo de afianzar y consolidar esta nueva religión ligada al culto eterno del difunto tte coronel el régimen ha utilizado toda su maquinaria propagandística. Imágenes del fallecido dicharachero del Palacio de Misia Jacinta abundan en carreteras y autopistas, en oficinas y escuelas, en edificios públicos y parques deportivos, sus frases muchas de ellas contradictorias e inconexas son citadas en forma continua, cualquier fecha relacionada con el “gigante” por insignificante e intrascendente que ella sea es celebrada como fiesta nacional. Han publicado millones de libros escolares donde se tuerce la verdad histórica y deifican y glorifican al vocinglero de Sabaneta, y otras en las cuales lo muestran como si fuera Dios, protegiendo desde el cielo a los pobres y desamparados de la tierra. Estamos frente a una avasallante publicidad alienante y nauseabunda en torno a la figura del “cristo de los pobres”.

La defensa a ultranza de la “oración del delegado” por parte del monárquico Maduro en cadena nacional demuestra que la lectura de la misma no fue un hecho accidental, algo fuera del protocolo, sino que responde al guión oficial de consolidar la veneración ritual del fallecido comandante galáctico. Maduro miente cuando afirma que dicha oración es del poeta William Osuna, mediocre sujeto cuyos “logros profesionales” han sido gracias a su lealtad al proceso y no por su méritos intelectuales (Premio Nacional de Literatura, 2007; Premios Municipal de Comunicación Social, 2007; Premio Nacional del Libro Mejor Revista Política y Cultural, 2007). Pero Maduro transita el absurdo cuando compara la panfletaria “oración del delegado” con las monumentales obras de Miguel Ángel Asturias y Pablo Neruda.

El facho-chavismo promueve este perverso endiosamiento del fenecido tte coronel con la finalidad de asociar la imagen del gran líder al amor por los excluidos. Idolatría religiosa que ha implicado la renuncia a los espacios críticos de sus seguidores, así como la adopción de una actitud sumisa y complaciente frente a la figura del nuevo santón tropical. Vivimos tiempos de subordinación a los preceptos divinos de la religión bolivariana

Las idolatrías y fanatismos del siglo pasado hicieron de Mussolini un cobarde bravucón, un símbolo de la masculinidad y del valor para Italia. Hitler, un maníaco de la destrucción, lo convirtieron en el constructor de una nueva Alemania. Esas mismas perversiones pretenden transformar al tte coronel un egocéntrico ambicioso y manipulador sin sujeciones morales, en un defensor profético de los humildes de la tierra del siglo XXI.

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