Los encubridores,
cínicos, y verborreicos de la estafa del siglo XXI, mejor conocida como el
socialismo del siglo XXI del difunto eterno, invocan con más frecuencia su
patrioterismo ramplón y ciego para justificar su gran fracaso. La inflación,
escasez, inseguridad, desempleo, crisis hospitalaria, deficiencia educativa, y
destrucción del aparato productivo lo justifican diciendo “pero tenemos Patria”
y de paso socialista.
Una de las características distintivas de este proyecto empobrecedor y
represivo ha sido el manosear los sentimientos nacionalistas (patrioterismo),
especialmente en tiempos de crisis, a fin de manipular a las masas populares. Patrioterismo
que se hace acompañar de una obediencia acrítica, de un apoyo a un orden
político jerárquico, fetichista y totalitario, el cual se ha transformado en un dogma religioso. Credo, donde la Patria-Estado
funge como divinidad, los venezolanos como pueblo elegido y un mesías oportunista
como redentor del pueblo olvidado. Vale acotar que todos los autoritarismos y sus distintas expresiones en el mundo siempre
han tenido una vena patriotera similar.
Detrás de este
patrioterismo patético se esconde la urgencia de superar conflictos
socioeconómicos, de recuperar espacios políticos perdidos, y de restablecer un
liderazgo difuminado por el engaño y la manipulación. Los jerarcas de la nomenklatura bolivariana no tienen
escrúpulo alguno en apelar a la fibra patriótica de los venezolanos -amenaza de
los enemigos externos-internos- a fin revertir el desencanto y desilusión que
priva entre los venezolanos, pero en especial en sus propios partidarios. Su dramatismo
de defender la soberanía nacional ante un enemigo externo de dimensiones
apocalípticas (el imperio y su guerra económica) forma parte del histrionismo
bufo del proyecto del fallecido felón uniformado de Sabaneta. La denuncia de la
existencia de un enemigo interno (entiéndase disidencia política), le permite
reivindicar la tesis nazista del “Amigo-Enemigo” de Carl Schmitt, la cual
legitima cualquier acción represiva del Estado a fin de destruir a todo aquel
que se le considera “enemigo del proceso” bajo la premisa de la “Seguridad
Nacional”.
Los farsantes
patrioteros del siglo XXI defienden rodilla
en tierra su “patria socialista” vistiendo trajes y zapatos de Louis
Vuitton, de Gucci, y luciendo
relojes de Jean Richard y Porsche Design. Son los filibusteros quienes fraudulentamente se han
adueñado del gobierno para transpirar odio y violencia contra el pueblo que
dicen defender, en complicidad con un narco-generalato fétido. Son los
mercaderes que desfalcaron a las arcas de la nación, a CADIVI en nombre de una siniestra
y bastarda revolución opresiva, putrefacta y militarista.
Una cosa es amar a
la Patria, y otra muy distinta es exaltar ese sentimiento con fines maniqueos
que no tienen nada que ver ni con el país, ni con sus raíces históricas, sino
con el proyecto chatarra fachobolivariano.
No comments:
Post a Comment