El bastardo socialfascismo bolivariano ha hecho grandes
esfuerzos por hacerse, así sea de una manera fraudulenta, de una epopeya
heroica. Ha recurrido a la reconstrucción fraudulenta y oportunista de la historia
a fin de crear sus propios mitos y héroes. Falsas apologías basadas en héroes
con pies de barro, en mediocres sin méritos creados por el aparato
propagandístico del régimen a fin de dotarse de una épica que le sirva para
alimentar política y emocionalmente al proyecto totalitario, cohesionar sus
militantes y consolidarse en el poder.
Un buen ejemplo de esos héroes de pies de barro ha
sido el caso del ya fallecido comandante galáctico y sus fantasiosas gestas
épicas del 4F y el 11A. El 4F se trató de una asonada protagonizada por un
grupete de militares con ambiciones de poder, que culminó con la rendición
humillante del fallecido tte coronel en el Museo Militar. Fecha que ha sido
bautizada paradójicamente como "el día de la dignidad". Igualmente es
inconcebible calificar de hazaña heroica su rendición incondicional el 11A, así
como su retorno el 13A después de haber agotado su parque de lágrimas
implorando clemencia ante sotanas religiosas.
El lamentable asesinato, en confusas circunstancias,
de Robert Serra y María Herrera le ha permitido al socialfascismo bolivariano
gestar un nuevo héroe con pies de barro. Es obvio que la versión dada por la
dupla de Maduro-Cabello de que Serra era un probo e íntegro dirigente político,
"lo mejor de la juventud del PSUV", no la cree nadie, ni los propios
chavistas, y menos quienes estuvieron en su entorno que conocieron de cerca su
atormentada vida personal. Si bien es cierto que su carrera política la comenzó
en las aulas de la UCAB como dirigente juvenil del PSUV, su ascenso meteórico
en las filas del oficialismo fue gracias a sus vinculaciones con las turbas
criminales de la "robolución" (paramilitares), las cuales fueron
promovidas por el régimen con el fin de hostigar, reprimir y de ser necesario
eliminar físicamente a los adversarios al proceso. Hordas fanatizadas que
forman parte del legado que dejó el fallecido iletrado de Barinas.
Para el fachochavismo no importa el verdadero valor
del sujeto, lo importante es transformarlo en un ejemplo, en un mártir para
convertirlo por "decreto" en héroe de la revolución. Las
manipulaciones en torno al asesinato de Serra y su posterior elevación al
panteón de los héroes del proceso responden a la estrategia perversa de la
pestilente logia militar que desde Miraflores pretende reforzar la polarización
política del país, así como de cohesionar sus maltrechas bases mediante el
discurso del odio.
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