Con la llegada al poder del socialfascismo
bolivariano se puso en práctica la doctrina de la Seguridad y Defensa Integral
Bolivariana, plagio tropicalizado de la doctrina de Seguridad Nacional (DSN) que
estuvo muy en boga durante los regímenes militares del Cono Sur y que fue
utilizada por los gorilas uniformados de esos países para justificar la
represión y desaparición de miles de ciudadanos.
La doctrina de la Seguridad y Defensa Integral
Bolivariana al igual que la DSN, se basa en la concepción militar del Estado y
del funcionamiento de la sociedad bajo el tutelaje de la institución castrense.
Doctrina que le ha servido al proyecto bolivariano para legitimar la militarización
de la sociedad, la criminalización y judicialización de la protesta social. Esta
visión reaccionaria y militarista utiliza la rígida lógica militar de la
oposición "amigo-enemigo" para crear el concepto de "enemigo
interno", transformando al adversario político en “enemigo militar” al
cual hay que destruir. Es por ello que el régimen del fallecido vocinglero de
Miraflores militarizó la seguridad pública y creó los grupos paramilitares (colectivos
en el neolenguaje fachobolivariano) con el propósito de amedrentar, reprimir y
asesinar a miembros de la disidencia política. Con distintos nombres, matices y
grados de criminalidad estas organizaciones paramilitares surgieron bajo el
amparo, entrenamiento, y dotación de las fuerzas de seguridad pública y de la
Fuerza Armada Nacional (FAN). Con el surgimiento e institucionalización de
estos grupos armados se dio inicio al paramilitarismo bolivariano que al igual
que el uribista-colombiano emergen como expresión del dominio político del
bloque histórico en el poder a fin de llevar a cabo la guerra sucia destinada a
la eliminación del enemigo interno.
Contrariamente a lo que dicen los voceros del régimen
se ha establecido una relación orgánica entre los cuerpos de seguridad del
Estado, la FAN y las organizaciones paramilitares. Relación que obviamente no
esta contemplada en la Carta Magna, ni en los organigramas de los cuerpos de
seguridad y muchos menos de la FAN, sin embargo ello no es impedimento para que
de manera paralela, secreta o encubierta las relaciones funcionen armónicamente
en tareas de información, de represión y dispersión de protestas sociales y hasta
el asesinato de manifestantes. Estos grupos armados se han transformado en
elementos clave en el establecimiento y profundización del control social por
parte del Estado en especial en los sectores populares.
La expansión del paramilitarismo ha dado lugar
además a una especie de Estado mafioso donde la violencia y el crimen
organizado norman su funcionabilidad. Múltiples han sido las ocasiones donde se
asocian estos grupos paramilitares a hechos delictivos: secuestros,
violaciones, robos, ejecuciones extrajudiciales, etc., ante la mirada
complaciente de las autoridades. Hechos que no nos deben sorprender dado el
perfil social de sus integrantes: malandros fanatizados con franelas rojas
dedicados a sembrar el miedo y el terror en la población. Prueba de ello ha
sido la muerte de cinco
miembros de los grupos “Escudos de la Revolución” y “5 de Marzo” tras el allanamiento del CICPC al edificio Manfredir. Entre ellos falleció José
Odremán, líder del colectivo 5 de marzo y coordinador del 100 colectivos en el
área metropolitana, quien pasó
de ser un militante de la revolución -fotografiado al lado de Maduro, Cilia
Flores, Robert Serra, generales y otros miembros del alto gobierno- a ser
calificado de “asesino” y “delincuente” involucrado en múltiples homicidios según el
director del CICPC José Sierralta, y el propio ministro Rodríguez Torres.
Acusación que ha causado sorpresa y desconcierto entre los seguidores del
oficialismo dada la cercanía de Odremán con el proyecto bolivariano, pero que
al mismo tiempo ha desnudado el carácter delictivo de esos grupetes que en
nombre de una supuesta revolución cometen cualquier tipo de fechorías,
incluyendo el asesinato a mansalva.
Además la doctrina de la Seguridad y Defensa
Integral Bolivariana implicó la creación de otro tipo de paramilitarismo, el uniformado constituido por la Milicia
Nacional Bolivariana (MNB). La MNB constituye un cuerpo armado al margen de la ley ya que no esta contemplado
en la Carta Magna, que fue creado gracias a la reforma de la Ley Orgánica de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana realizada por el fallecido comandante eterno
(2005). La MNB representa una fuerza autónoma, destinada a defender los
intereses tácticos y estratégicos de la "robolución". Mediante la creación
de las MNB se institucionalizó al brazo armado del PSUV, se configuró un nuevo
modelo de paramilitarismo.
El fachochavismo
representa un proyecto reaccionario y fariseo resultante de la combinación de
una retórica socialista con un accionar fascista. Esta explosiva combinación ha
dado origen a la barbarie que hoy “desgobierna” al país. Un proyecto que
aliena, que genera una falsa conciencia revolucionaria, que desdramatiza los
asesinatos y crea una atmósfera de “normalidad” alrededor de los perpetradores
de ellos, y que pretende reescribir la historia desde la impunidad, desde la
censura de la memoria, desde la deformación de la realidad y del olvido.
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