El régimen del dicharachero de Miraflores ha puesto
en escena un nuevo capítulo de sus comedias bufas sobre magnicidios y golpes de
Estado. Esta vez un invisible avión Tucano, el cual nadie ha visto, bombardearía al
Palacio de Miraflores. El devoto del santón Sai Baba además denunció que el
supuesto golpe de Estado había sido preparado por el inquilino de la Casa
Blanca, según pruebas suministradas por el mismo pajarito que le comunicó los saludos enviados por el fallecido
comandante galáctico.
Sin embargo, el verdadero golpe -tucanazo- lo ha
constituido la mega-devaluación
anunciada por el régimen. Obviamente, el régimen tenía que
inventar una gran mentira, como un golpe de Estado, a fin de encubrir la
magnitud de esta descomunal devaluación. Siguiendo las enseñanzas de su viejo y
venerado maestro Goebbels, el ungido de Miraflores puso en práctica una de sus
tantas recomendaciones: “Miente, miente,
miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.
El montaje del golpe
azul no es un hecho aislado, constituye parte de una
estrategia basada en el engaño y la manipulación destinada a maquillar las
dimensiones económicas y sociales de esta nueva mega-devaluación, pero al mismo
tiempo le ha permitido al régimen oxigenar su discurso basado en las torcidas teorías sobre amigo-enemigo de Carl
Schmitt que contribuyeron a consolidar al Estado totalitario nazi.
El régimen
ya no sabe qué inventar ante el gigantesco caos económico que ha generado.
Acosado por un déficit fiscal inmenso, la caída aparatosa de los precios
petroleros y la dificultad de conseguir nuevos préstamos ha recurrido a una mega-devaluación
de la moneda. La misma se oficializó cuando la divisa americana se cotizó a 170 BsF en el Sistema Marginal de
Divisas. Valor que no
es otra cosa que la oficialización del mercado negro que siempre se anunció que
era irreal y que el defenestrado Rafael Ramírez prometió que iba a pulverizar. Esta
nueva cotización representa un incremento de un 3.853% si se compara con la
tasa de cambio de 4,30 (2013) y de casi 2.600% con respecto al tipo de cambio
de 6,30 BsF.
Esta mega-devaluación representa un duro golpe al ya
deprimido salario de los trabajadores, cuyo salario mínimo se redujo a 33,07
dólares, pero
además se traducirá en una mayor carestía de bienes y servicios, así como una
profundización de la pobreza y la miseria. Pero
además, el régimen ha autorizado un incremento en el precio del transporte urbano,
así como un alza importante en productos alimenticios y medicinas y amenaza con
un aumento
inminente del precio de la gasolina como
parte del paquetazo bolivariano. Sin olvidar que la inflación al cierre del 2014 fue del 68,5% (cifras
del BCV), lo cual representó un incremento del 12,3% en comparación con 2013,
que registró un 56,2%.
Al margen de las elucubraciones oficialistas el verdadero
golpe ha sido el tucanazo bolivariano, es decir la mega-devaluación del ya
famélico BsF.
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