A raíz de la retirada de las fotografías del teniente coronel y de la versión protochavista del Libertador —el Bolívar afroantillano— del recinto de la Asamblea Nacional, el fachochavismo, en su empeño por minimizar la catastrófica derrota del 6D, ha intentado exaltar sentimientos patrios manipulando perversamente los símbolos nacionales. Busca asociar la imagen falsificada del “Bolívar zambo” con la del Padre de la Patria, y la del difunto tte coronel con los emblemas republicanos. Entre las múltiples reacciones destaca la del ratificado ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, quien en tono iracundo y desvergonzado exigió “respeto para la Fuerza Armada Nacional, los símbolos patrios, así como a la memoria del Libertador Simón Bolívar y del expresidente Hugo Chávez”.
En otras declaraciones, el multisoleado gorila bolivariano afirmó con amenazas veladas: “Con estas acciones, de carácter fascista, han ofendido el honor militar, y hay quienes no tienen idea de lo que significa el honor militar”. Más allá de sus infelices y provocadoras palabras, la ratificación del chafarote de Fuerte Tiuna demuestra que su supuesto talante democrático durante las elecciones del 6D era puro disfraz. Su ADN es el de la pestilente bota militar: autoritario, falaz y represivo.
La casta castrense que hoy gobierna pretende secuestrar al Bolívar libertario para reemplazarlo con un Bolívar falsificado que sirva a su proyecto de dominación. No se trata de reivindicar la historia sino de tergiversarla para justificar abusos, arbitrariedades y atropellos. En esa lógica bastarda, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios no nació en Caracas de madre criolla, sino en la costa de una esclava negra; no fue republicano ni humanista, sino socialista avant la lettre; y no murió de tuberculosis, como lo certificó Alejandro Próspero Reverend en Santa Marta (1830), sino envenenado por la oligarquía colombiana. La manipulación de la historia no es nueva: los regímenes nazi-fascistas del siglo XX también adulteraron el pasado para forjar guerras, perseguir minorías y consolidar proyectos totalitarios.
La retirada de la falaz imagen afroantillana del Libertador no constituye ofensa alguna. Al contrario, aquella absurda recreación del “verdadero rostro” fue fruto del demencial proyecto necrofílico del tte coronel, iniciado con la profanación de los restos del Libertador y culminado en una caricatura computarizada con inquietante parecido al abyecto de Sabaneta.
Que un fachogorila como Padrino López —autor de la Resolución 8.610 que autorizó el uso de armas de fuego contra manifestantes civiles— diga que la remoción de los cuadros del comandante galáctico es un ultraje al “honor militar” solo provoca risa e indignación. ¿De qué honor habla? La Fuerza Armada bajo su mando ha tolerado la violación sistemática de la Constitución, ha alentado el culto necrofílico al tte coronel, ha sido permisiva con los grupos paramilitares y ha contribuido a cimentar la utopía fascista de una sociedad uniformada y sometida a un caudillo insepulto.
¿Cómo puede hablar de vilipendio a la institución armada quien ha convertido a la FANB en sostén de un régimen plagado de delincuentes, ladrones y estafadores? Resulta grotesco que se sienta agraviado el gorilato bolivariano cuando, en la práctica, ha consolidado un Estado forajido, ha tutelado con las armas el descontento social mediante la militarización de supermercados, empresas y calles, y ha permitido la persecución de dirigentes populares bajo la máscara de una falsa revolución.
Los mismos que hoy se escandalizan por la retirada de unos cuadros —falsificados unos, idolátricos otros— son quienes han tolerado el saqueo de la República, la narco-profesionalización de la Fuerza Armada (cartel de los soles) y la entronización de una logia criminal en el poder.
Paradojas de la vida: estos milicos se sienten ofendidos por la desaparición de unas imágenes que jamás debieron estar en la Asamblea, pero no por la destrucción del país en nombre de una revolución siniestra. Su patrioterismo nauseabundo acusa de apátridas y fascistas a quienes no comulgamos con su proyecto de mentira y muerte.
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