La ya anunciada
renovación ministerial por parte del monárquico Maduro ha resultado una
bofetada a la expectativas de rectificación generada en amplios sectores de la
población, incluyendo las bases populares del chavismo. La respuesta a la profunda
crisis económica que afecta al país ha sido el aumento de la burocracia (nuevos
ministerios), la ratificación de algunos de sus amanuenses y una “renovación gatopardiana”
del área económica. Se trata de cambios cosméticos, ya que el iletrado Maduro
lejos de aplicar los correctivos económicos necesarios, muchos de ellos
propuestos por sus propios partidarios, se aferra desesperadamente a la
narrativa de la guerra económica, de la agresión imperialista, de la falta de
controles, etc. Maduro y su mafia cívico-militar reivindican la paradoja expresada
por Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) "Si queremos que todo siga
como está, es necesario que todo cambie". La mejor prueba de ello es que
el necrófilo de Miraflores ha reciclado algunas de viejas fichas y ha nombrado
a funcionarios convencidos de que el problema no es el modelo, el cual ha
fracasado estrepitosamente, sino que los controles no han sido aplicados de la
forma correcta.
Es evidente que
al lerdo de Maduro y su mafia narcobolivariana no le interesa resolver
los graves problemas que carcomen a la sociedad venezolana: desabastecimiento,
alza desmedida de precios, inseguridad personal, precarización laboral,
violación de los derechos humanos, etc. Solo les interesa conservar el modelo autoritario,
represivo y capitalista a cualquier precio, aunque tengan que ceder más espacio
al Estamento Militar, cada vez mas ávido por los negocios que hacen a expensas
del Estado.
Entre el selecto
grupo de “bates quebrados” hoy convertidos en Ministros del régimen de Maduro
cabe destacar a Luis Salas (Ministro de Economía Productiva), sociólogo
graduado en la Universidad Central de Venezuela. Salas viene de coordinar el
Congreso Económico del Pensamiento Socialista y se desempeñaba como docente de
la Universidad Bolivariana de Venezuela institución educativa caracterizada por
un pobrísimo nivel académico y una mediocridad intelectual supina. Se le
considera como un defensor a ultranza de la tesis de la guerra económica como
causa fundamental de las dificultades que vive el país, férreo partidario de
los controles de precios, y del control de cambio, medida esta última que ha
beneficiado a los ricos, tanto de la cuarta, como de la quinta, perjudicando a
los pobres en general. Además representa un verdadero caballero templario en la
defensa del capitalismo de Estado maquillado con el nombre del Estado
socialista.
Este “prominente
intelectual bolivariano” considera que la escasez alimentaria no se debe a la
ineficiencia congénita de las empresas estatales del falaz socialismo
bolivariano, ni a las barbaridades implementadas con el fallecido eterno que
acabaron con la agricultura y destruyeron las bases productivas del país, sino a
la guerra económica de los apátridas empresarios nacionales y del imperio. Igualmente,
el futuro Premio Nobel de economía
afirma que la inflación obedece exclusivamente a la tasa de ganancia de
las empresas: “Es una operación de transferencia de los ingresos y de la
riqueza social desde un(os) sector(res) de la población hacia otro(s) por la
vía del aumento de los precios. En lo fundamental, esta transferencia se
produce desde los asalariados hacia los empresarios, pero también desde una
fracción del empresariado hacia otra fracción de los mismos”. Este “notable
intelectual bolivariano” en nombre del fachochavismo desecha y desprecia el
análisis marxista sobre este tema. Marx señalaba que la dinámica fundamental de
la variación de precios -entiéndase inflación y deflación-, está determinada
por la relación entre oferta y demanda en el mercado. Ignora el bucanero Salas que la escasez de
alimentos y medicinas no son el producto de la guerra económica o del bloqueo
del imperio, sino de la destrucción del aparato productivo nacional y de las
dificultades para importar lo que no se produce en el país. Que el factor
principal que hace subir los precios es el comportamiento de la parte
compradora (ante una situación de escasez), y no de la parte vendedora y que por
ende todo intento por resolver el problema inflacionario mediante la regulación
policial o la fiscalización compulsiva está condenada al fracaso. Igualmente, el
filibustero Salas se equivoca al afirmar que la inflación que agobia el
bolsillo de los venezolanos es producto de las manipulaciones fraudulentas del
mercado por parte de los empresarios, cuando en realidad es culpa de la persistencia
de un modelo económico injusto y atrasado, que todavía en muchas áreas de la
producción no llega ni siquiera a capitalista, aunado a la incapacidad de una
clase política en funciones de gobierno de realizar las transformaciones
económicas necesarias. El arcaísmo, ignorancia y primitivismo intelectual de
Salas hiela la sangre de cualquier mortal y pronostica una agudización de los
problemas económicos del país.
La incoherencia conceptual o obscurantismo de los nuevos ministros
vinculados al área económica es por demás evidente y obviamente no presagia
buenos tiempos para la ya maltrecha economía nacional. Sus designaciones
constituyen un verdadero batiburrillo de derrotados del 6D (Jesús
Farías, en Comercio Exterior e Inversión Internacional), militares fracasados y
analfabetos en la materia (Wilmar Castro Soteldo en Producción Agrícola y
Tierras, y Ángel Belisario en Pesca y Acuicultura), figuras connotadas de la
boliburguesia (Miguel Pérez Abad, en Industria y Comercio), reciclados de
la administración pública (Rodolfo Medina en Banca y Finanzas), y de representantes
del primitivismo económico fachobolivariano (Enma Ortega responsable de la
novedosa cartera de Agricultura Urbana, entiendáse del conuco familiar y de los gallineros
verticales).
El nuevo tren
ministerial designado por Maduro nos retrotrae a la narrativa de Don Fabrizio Corbera, Príncipe
de Salina: cambiar todo para que nada cambie (Giuseppe Tomasi di
Lampedusa). Sus designaciones no traspasan los limites de un nuevo show del bufón
de Miraflores en su afán por despertar nuevas esperanzas entre sus seguidores y
minimizar el impacto de la colosal derrota del 6D.
El régimen sigue apostando a su modelo capitalista de Estado
hegemónico que ha conllevado al colapso de la economía nacional, a una alta
inflación y a un crónico problema de escasez y desabastecimiento. Se
presagian tiempos de mayores dificultades en lo económico y lo político.
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