Sunday, January 10, 2016

Gatopardismo e ignorancia fachobolivariana

 La anunciada renovación ministerial del monárquico Maduro resultó una bofetada a las expectativas de rectificación que se habían generado en amplios sectores de la población, incluidas las bases populares del chavismo. Frente a la profunda crisis económica, la respuesta ha sido más burocracia (nuevos ministerios), la ratificación de amanuenses y una “renovación gatopardiana” en el área económica. Son simples cambios cosméticos: el iletrado Maduro, en vez de aplicar los correctivos urgentes —varios de ellos planteados por sus propios partidarios— se aferra a la narrativa de la guerra económica, la agresión imperialista o la falta de controles. Maduro y su mafia cívico-militar encarnan la paradoja de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: *“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”*. La mejor prueba: el necrófilo de Miraflores recicló viejas fichas y nombró funcionarios convencidos de que el problema no es el modelo fracasado, sino la supuesta mala aplicación de controles.

Es evidente que al lerdo de Maduro y a su mafia narcobolivariana no les interesa resolver los problemas que carcomen a la sociedad venezolana —desabastecimiento, hiperinflación, inseguridad, precarización laboral, violaciones de derechos humanos— sino preservar el modelo autoritario, represivo y capitalista de Estado, aunque ello implique entregar más espacios a un estamento militar cada vez más voraz en los negocios a costa del Estado.

Entre los “bates quebrados” hoy elevados a ministros destaca Luis Salas (Economía Productiva), sociólogo de la UCV, ex coordinador del Congreso Económico del Pensamiento Socialista y docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela, institución símbolo de mediocridad académica. Salas es un defensor a ultranza de la tesis de la guerra económica como causa central de la crisis, férreo partidario de controles de precios y del control cambiario, medidas que han beneficiado a las élites de la cuarta y la quinta, mientras empobrecen aún más al pueblo. En su discurso, el capitalismo de Estado maquillado como socialismo bolivariano se convierte en dogma.

Este “prominente intelectual bolivariano” atribuye la escasez no a la ineficiencia congénita de las empresas estatales ni a las políticas destructivas del “eterno comandante” que acabaron con la agricultura y pulverizaron la base productiva, sino a los apátridas empresarios y al imperio. Su “aporte” a la teoría económica: la inflación se explica solo por la tasa de ganancia empresarial, una transferencia de riqueza de asalariados a patronos. En nombre del fachochavismo desecha el análisis marxista que atribuye variaciones de precios a la relación entre oferta y demanda. Ignora el bucanero Salas que la inflación en Venezuela no es fruto de conspiraciones empresariales sino de la destrucción del aparato productivo, la incapacidad para importar y la descomunal escasez que dispara los precios. Cualquier intento de resolverla con fiscalización policial o controles compulsivos está condenado al fracaso. El arcaísmo y primitivismo intelectual de Salas hiela la sangre y augura la profundización del desastre.

El obscurantismo económico de los nuevos ministros no presagia nada bueno para la maltrecha economía. El batiburrillo de designaciones incluye derrotados del 6D como Jesús Farías (Comercio Exterior), militares analfabetos en economía como Wilmar Castro Soteldo (Producción Agrícola y Tierras) y Ángel Belisario (Pesca y Acuicultura), boliburgueses como Miguel Pérez Abad (Industria y Comercio), reciclados de la administración pública como Rodolfo Medina (Banca y Finanzas), y caricaturas del primitivismo económico como Enma Ortega en la flamante cartera de Agricultura Urbana —sinónimo de conucos familiares y gallineros verticales.

El nuevo tren ministerial confirma la narrativa de *El Gatopardo*: cambiar todo para que nada cambie. Un show más del bufón de Miraflores para insuflar esperanzas en sus seguidores y minimizar la colosal derrota del 6D. El régimen sigue apostando a un capitalismo de Estado hegemónico que ha arruinado la economía, disparado la inflación y generado un crónico desabastecimiento. Se avecinan tiempos aún más difíciles en lo económico y en lo político.


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