El régimen y sus acólitos a diario califican a todo aquel que no
comulga con su proyecto de ser una persona de derecha. Con toda legitimidad uno
podría preguntarse ¿es el fachochavismo de izquierda como suelen definirse sus
voceros?
Históricamente la distinción entre izquierdas y derechas se aplicó,
por primera vez a la política, en la Francia revolucionaria. La Asamblea
Constituyente, inició sus trabajos en 1792. Los diputados se hallaban divididos
en dos grupos enfrentados: el de la Gironda, que se situó a la derecha del
Presidente, y el de la Montaña, que se situó a la izquierda. En el centro tomó
asiento una masa indiferenciada a la que se designó como el Llano. Los
girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico, mientras que
La Montaña propugnaba un estado revolucionario. Así se produjo una
identificación de la izquierda con políticas igualitarias y de justicia social,
de lucha a favor de los pobres, de comulgar con la utopía y la derecha como
reaccionarios, defensores de privilegios inicuos, adversarios de la justicia
social. Con el pasar de los años la izquierda se identificó como proyecto
libertario y se transformó en referencia política de hombres y mujeres
valientes, de héroes que cayeron combatiendo o fueron asesinados en la cámara
de la tortura por sus ideales.
El fracaso de los regímenes burocráticos y autoritarios en la Unión
Soviética y demás países de la Europa oriental, así como las transformaciones
del capitalismo, dieron pie al surgimiento del postmodernismo como la ideología
de la nueva sociedad global. Su florecimiento condujo a la proclamación del fin
de las ideologías, a la cancelación de las utopías sociales y a la aparición de
variados proyectos autoritarios (cívicos y militares) que en nombre de una
falsa redención de los pobres han generado más hambre y más miseria en sus
pueblos.
Lamentablemente, el agotamiento político y moral del bipartidismo, la
ingenuidad de las
masas, y el radicalismo verbal de un iletrado oficial tropero hicieron posible
que un proyecto político inviable y demagógico como el fachochavismo alcanzara
el poder por la vía electoral en el año 1998. Desde ese entonces los
venezolanos padecemos las consecuencias de una pestilente logia cívico-milica
que pretende imponernos una democracia franciscana signada por la exclusión
política, la represión, y la muerte.
El fachochavismo como proyecto autoritario propicia
la militarización de la sociedad, la represión contra los obreros, estudiantes
y comunidades indígenas. Económicamente propicia un capitalismo de Estado
explotador, la creación de las empresas mixtas (desnacionalización de la
industria petrolera), las zonas económicas especiales (paraísos neoliberales), así
como el establecimiento de alianzas con el capital transnacional. Aúpa la
subordinación de la clase obrera a un Estado expoliador salvaje, y acalla
mediante el uso de la fuerza sus reivindicaciones económicas. A pesar de su
perorata humanista propicia la tortura y las humillaciones contra los presos
políticos, pero además ha institucionalizado la pena de muerte contra los más
desasistidos socialmente. De la forma más inescrupulosa utiliza los recursos
del Estado a fin de chantajear y comprar lealtades entre los más débiles
económicamente.
Con base a lo anterior el fachochavismo no puede considerarse un
movimiento de izquierda como suelen afirmar los plumarios nacionales y
extranjeros al servicio del régimen. No puede ser de izquierda un movimiento
con tales características y peculiaridades ideológicas. Su autocalificación de
izquierda se
limita esencialmente a un slogan comercial que publicitan a través de los
medios de comunicación controlados por el régimen como parte de su hegemonía
comunicacional. Lastimosamente
el espejismo de las masas, así como el nivel de manipulación mediática han
ocultado la naturaleza estructural y teórica del fachochavismo y su brazo
político el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como movimiento
reaccionario y militarista alejado de cualquiera opción libertaria.
La cacareada revolución bolivariana, lejos de emancipar a los humildes
esta feneciendo generando mayor injusticia social, pobreza, miseria, represión
y exclusión política de la que ya existía en el país. En Venezuela no hay
socialismo o algo que se le parezca, el mismo solo existe en las mentes
retorcidas de una cofradía de malandros, poseídos de un insaciable apetito de
enriquecimiento. El fachochavismo representa un miasma que ha acabado con las
esperanzas e ilusiones de un país y que pretende arrebatarles su presente y su
futuro. Constituyen la miseria y la barbarie del siglo XXI.
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