El término de narcoestado es un calificativo
que se aplica a aquellos países cuyas instituciones se encuentran influenciadas
o controladas por el narcotráfico, y cuyos dirigentes son tolerantes o están
ligados a las redes del tráfico de drogas a nivel internacional, amparados por
sus potestades legales. Son Estados forajidos en los cuales los gobiernos, per
se, han tomado el control del narcotráfico no para erradicarlo, sino para patrocinarlo,
ampararlo y desarrollarlo.
Un ejemplo emblemático de narcoestado es
el Estado Venezolano (narcocracia bolivariana). La detención y posterior culpabilidad de Efraín Antonio
Campo Flores y Francisco Flores de Freitas por el delito de conspirar para
traficar con cocaína en los Estados Unidos han puesto en evidencia el verdadero
rostro del narco-Estado venezolano. Ambos condenados confesaron en distintas
grabaciones de la protección policial y militar con la que contaban para sus
operaciones ilícitas, además de su experiencia en el mundo del narcotráfico
tras varios años en el negocio de la cocaína. Al desnudo quedó que los
narcos-sobrinos usaban pasaportes diplomáticos del
gobierno venezolano para facilitar sus operaciones (inmunidad diplomática), que usaban
el hangar de los aviones presidenciales del aeropuerto
internacional Simón Bolívar en Maiquetía para el transporte de la droga, y que contaban con el apoyo de los organismos
de seguridad del Estado para proteger sus narco-operaciones. Obviamente,
estamos en presencia de una alianza “no santa”, entre el mundo narco y las
instituciones del Estado venezolano.
Efraín y Francisco son unos buenos ejemplos del “hombre nuevo” que ha
creado la barbarie fachobolivariana. Sujetos sin moral, oportunistas, quienes
utilizan a la falaz revolución bolivariana como escudo para acumular dinero proveniente
de la corrupción y el narcotráfico. Vale acotar que la defensa de los “angelitos
Flores” estuvo en el orden de los 20 millones de dólares (6 abogados y 12
asistentes),
honorarios que fueron canceladas por Wilmer
Ruperti. Petro-estafador dueño de la compañía
Global ShipManagement, vinculada
comercialmente con Alex del Nogal quien purga condena en Italia por
narcotráfico y con Rafael Ramírez ex ministro de Energía y Petróleo, ex presidente
de PDVSA, y diplomático en la ONU recientemente investigado por cargos de
corrupción por la Asamblea Nacional.
La narcocracia venezolana ha contado con la complicidad, no tan solo de altos
jerarcas del régimen, sino además de la Fuerza Armada Nacional (FAN). Para
nadie es un secreto de la existencia de un cartel conformado por
miembros de la FAN, policias y dirigentes políticos de la nomenclatura
bolivariana. Cartel “oficial” de drogas que opera en el Eje Arauca, Bolívar y
Delta Amacuro, y ha desplazado a mentados carteles como los de La Guajira y la
Costa colombiana. No hay que olvidar que más
de la mitad de la cocaína que se produce en territorio colombiano pasa por
Venezuela, para luego ser destinada a Estados Unidos, el principal mercado
mundial de sustancias ilícitas, y a Europa. Prominentes figuras
del mundo castrense han sido acusados de estar involucrados con ese cartel,
entre muchos otros aparecen el general (R) Hugo Carvajal, exjefe de la
Dirección General de Contrainteligencia Militar, el general (R) Henry Rangel
Silva actual gobernador de Trujillo, el general (R) Luis Acosta Carlez
exgobernador de Carabobo, el general Néstor Reverol actual ministro del Interior.
Todos ellos han sido acusados de haber formado parte de la red de tráfico de
cocaína dirigida por Walid Makled, vinculado al cartel mexicano de Sinaloa. Narcotraficante
que también
denunció que la Rampa 4 era el punto de salida “limpia” para los cargamentos de
droga que llegó a hacer con anuencia de los militares que lo protegían. Igualmente, han sido asociados al narcotráfico Diosdado
Cabello, José David Cabello y Tareck El Aissami. La llegada al poder del socialfascismo
bolivariano, convirtió al Estado venezolano en el principal cartel de drogas
del continente.
Llama la atención el mutismo presidencial luego de conocerse la condena de los
narco-sobrinos y peor aún la complicidad del Ministerio Público, instancia que ha
guardado un silencio sepulcral sobre el caso y no ha ordenado investigación alguna
para que sean identificados, capturados y enjuiciados quienes estén vinculados
a la narco-red de los Flores. No se le puede pedir peras al olmo.
Obviamente todas las narcocracias
tienen sus amanuenses cómplices como el moderador de la narco-cloaca de La
Hojilla, Mario Silva quien insiste al igual que Direct-TV Carreño, el chafarote
Cabello y Héctor Rodríguez que los narcos sobrinos son unos “pobres e inocentes
muchachos” que fueron víctimas de un secuestro y conspiración por parte del gobierno
de la Casa Blanca. Poco les ha faltado a estos narcobandoleros declarar a estos
hijos del comandante como “héroes de
la revolución bolivariana” encarcelados en el “imperio mesmo”.
La Venezuela
del siglo XXI se ha convertido en una narcocracia dirigida por una
pestilente logia cívico-militar donde se trafica y comercializa la droga con total
impunidad y con la complicidad de diversas instancias de poder.
Venezuela es hoy el narco-paraíso del caribe.
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