El ganador de la contienda electoral ha resultado ser Donald Trump. Con
un discurso misógino, machista, homofóbico, racista, y sexista logró conquistar
la presidencia de los EEUU, aunque perdió el voto popular (47.7% versus 47.5).
Obviamente, el triunfo de Trump responde a múltiples factores. Entre
otros, el apoyo masivo que recibió el candidato por parte de los blancos
colonizadores quienes angustiados por el nuevo panorama multirracial de los
EEUU se volcaron por su candidatura. Trump mediante un discurso agresivo e
insultante logró venderle a la clase trabajadora blanca la peregrina idea que
los causantes de sus desgracias y frustraciones eran los inmigrantes latinos. Minoría
a la cual calificó de criminales, violadores, ladrones y traficantes de drogas.
Trump fue exitoso entre los votantes blancos de baja educación, y
residenciados en zonas rurales o suburbanas. El republicano obtuvo sus mayores
sumas de votos en los condados donde más del 75% de la población blanca carece
de un título universitario. Contrariamente Clinton lideró y ganó entre los
votantes de mayor formación académica, de población multirracial y residentes de
zonas urbanas.
El candidato republicano basó su campaña en un venenoso nacionalismo
económico -falsa posición “anti-sistema”- criticando la globalización
desde una perspectiva nacionalista-proteccionista, muy similar a la del Front
National Francés, la Liga Norte de Italia, a la de Nigel Farage y otros líderes
que favorecieron el Brexit enfatizando la necesidad de que el país
"tomara control de sus fronteras”
Cabe destacar que Trump capitalizó políticamente el profundo descontento
social producido por los cambios que se han operado en el mercado laboral
norteamericano en estos últimos 8 años. Amplios sectores de la clase
trabajadora estadounidense que han visto desplomarse sus ingresos en las
últimas décadas, en particular desde la crisis de 2008, votaron equivocadamente
por Trump. Igualmente, Trump apeló a la nostalgia del país poderoso (militar y
económicamente), regido exclusivamente por blancos-protestantes. Por ello el slogan
central de su campaña fue “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”
Además, habría que agregar la poca participación electoral de las
comunidades negras lo cual ayudó al triunfo de Trump. Lamentablemente con su
abstencionismo los negros norteamericanos le dieron poder a la supremacía blanca
(ideología política que promueve el dominio social y político de los blancos) representados
en la figura de Trump; con ello demostraron una vez más que no han aprendido
absolutamente nada de su propia historia. Adicionalmente hay que señalar la
división del voto Latino. Aunque la mayoría votó en favor de Hillary Clinton
(65%), un porcentaje nada despreciable (35%) lo hizo paradójicamente por el
candidato antiinmigrante, en especial venezolanos, colombianos, puertorriqueños
y cubanos. Así mismo sucedieron incongruencias existenciales, tales como
mujeres que votaron por un candidato que aplaude la violencia de género, la
misoginia y el abuso sexual, y además que niega el derecho al aborto, al igual
que musulmanes y asiáticos que votaron por el candidato de la retórica
antiinmigrante.
No podríamos dejar de mencionar entre los múltiples factores que
contribuyeron al triunfo de Trump la actitud un tanto sospechosa del polémico
director del FBI James Comey quien violando los protocolos internos de dicha
institución reabrió la investigación sobre el servidor privado para correos
electrónicos de Hillary Clinton a solo 11 días antes de las elecciones. Igualmente,
los sistemáticos ataques de Snowden -refugiado en Rusia- y de Julián Assange fundador
de Wikileaks -asilado en la Embajada de Ecuador en Londres- quienes no cesaron
en cuestionar la candidatura de Clinton por violar las reglas en el manejo de
información clasificada, en alusión al uso de su correo privado cuando ejercía
el cargo de secretaria de Estado. Ambos se convirtieron en los mejores aliados
de Trump durante la campaña
Con el triunfo de Trump los avances en materia de derechos de las
minorías, de la seguridad social, y de cierto respeto a los derechos humanos se
retrotraen al siglo pasado. Colocar a un afín al Ku Kux Klan (KKK) como Presidente
de la nación refleja la prevalencia de antivalores en una sociedad que presume
de ser democrática. Pero tal vez lo más grave sea que un estafador de siete
suelas con un programa homofóbico, misógino, racista y autoritario logró
conquistar el apoyo de casi la mitad de los electores del país del norte. Vale
acotar que el KKK de Carolina del Norte ha convocado un desfile para celebrar el
triunfo de Trump.
En la ascensión de Trump a la Casa Blanca no puede ignorarse el rechazó
que despertó la candidatura de Hillary Clinton en amplios sectores de la
sociedad americana, incluyendo a muchos partidarios del Partido Demócrata. En
especial a esa masa de jóvenes estudiantes y trabajadores que desde diferentes
rincones del país expresaron apoyo al candidato legislador por Vermont, Bernard
“Bernie” Sanders durante las primarias de ese partido. Rechazaban a Hillary Clinton
por formar parte del poder corrupto de Washington, por apoyar al Transpacífico
de Cooperación Económica (TPP), por la carencia de una política migratoria,
entre otras cosas.
De cumplirse las promesas electorales que llevaron a Trump a la Casa
Blanca millones de inmigrantes indocumentados serán deportados, revocará la
Acción Diferida que aprobó el presidente Obama la cual protegía de la deportación
a los jóvenes que entraron al país de manera ilegal siendo niños (Dreamers), privatizará
la seguridad en los aeropuertos y el servicio médico que protege a los
veteranos de guerra, eliminará la reforma sanitaria (Obamacare) que le
proporcionó seguro médico a más de 20 millones de ciudadanos. Construirá el
muro de la infamia y el odio en la frontera con México, designará un magistrado
al Tribunal Supremo (TS) de los EEUU en sustitución al juez Antonin Scalia (fallecido
recientemente) y potencialmente a dos nuevos magistrados más. Con esta nueva
correlación conservadora en el TS seguramente se revocarán conquistas como el
derecho al aborto, a la huelga, y al funcionamiento de los sindicatos, entre
muchos otros logros. Además, se institucionalizará la tortura bajo el pretexto
de la seguridad nacional, se impondrá la ley y el orden de la supremacía blanca.
Evidentemente el triunfo de Trump representa un cambio, pero un cambio
al pasado segregado y racista del siglo XX. El país del norte vive una de las
horas más oscuras de su historia.
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