DECLARACIÓN URGENTE POR NICARAGUA
Respaldo
al pueblo nicaragüense ante brutal represión.
Como
intelectuales, activistas sociales y académicos, queremos manifestar nuestro
profundo rechazo a la gravísima situación de violencia política estatal y de
violación de los derechos humanos que atraviesa Nicaragua.
Por la
presente, como intelectuales, activistas sociales y académicos, queremos
manifestar nuestro profundo rechazo a la gravísima situación de violencia
política estatal y de violación de los derechos humanos que atraviesa
Nicaragua, responsabilidad del actual régimen de Ortega-Murillo, lo cual se ha
traducido en unos trescientos muertos en los últimos tres meses.
La
indignación, el dolor, el sentido de frustración histórica son dobles cuando
semejante aberración política es producto de líderes y gobiernos que se dicen
de izquierda. ¡Qué puede doler más que la ironía de un líder que se dice
revolucionario, emulando las prácticas criminales de aquel dictador contra el
que se supo levantar! Y esa indignación se hace más intensa aun cuando este
panorama de violencia política estatal es completado con el silencio cómplice
de líderes políticos y referentes intelectuales (auto)proclamados de izquierda.
La connivencia de cierto establishment intelectual –una
izquierda oficialista que suele arrogarse la representación exclusiva de la
“izquierda” – ha mutado al calor del poder gubernamental en un sucedáneo del
más desbocado cinismo.
Denunciar
esta situación tan dolorosa como inaceptable, alzar la voz contra los
atropellos a los más elementales derechos y libertades que el actual gobierno
nicaragüense viene realizando, no es sólo un deber de solidaridad humanitaria,
es también un acto y un llamado colectivo a defender la memoria revolucionaria;
a procurar evitar la consumación de esta degeneración política en curso.
No hay
peor latrocinio que la defraudación política de la esperanza de los pueblos.
No hay
peor saqueo que aquel que va dirigido a depredar las energías rebeldes por un
mundo justo.
No hay
peor imperialismo que el colonialismo interno que se torna violencia opresiva
revestido de retórica antimperial.
Todo
eso está aconteciendo en Nicaragua. La tierra que fuera símbolo fértil de la
esperanza emancipatoria a fines de los años setenta se ha convertido en un
campo más de autoritarismo.
Se ha
mancillado la memoria de una de las revoluciones más nobles y esperanzadoras de
nuestra América, como lo fue y sigue siendo la de Sandino; la memoria de luchas
anticapitalistas de un pueblo sufrido pero valiente, ahora pisoteada para
(intentar) encubrir la típica violencia ordinaria de un régimen dictatorial
más, de esos que sobran y se repiten en nuestra historia. El otrora líder
revolucionario, honrado por la confianza de su pueblo, hoy se ha convertido en
dictador, ciego de poder y con sus manos manchadas de sangre joven. Tal el
paisaje violentamente amargo de nuestra querida Nicaragua.
Alzamos
nuestra voz para condenar públicamente la dictadura en la que se ha convertido
el gobierno de Ortega-Murillo. Expresamos nuestra solidaridad para con el
pueblo y la juventud hoy, una vez más, levantados en resistencia. Para apoyar y
acompañar sus exigencias de diálogo y de paz, de poner fin a un gobierno
ilegítimo y criminal que hoy usurpa la memoria sandinista. Lo hacemos con la
convicción de que no se trata sólo de “salvar el honor” del pasado, sino, sobre
todo, de rescatar y cuidar las semillas emancipatorias del futuro, que hoy se
han puesto en riesgo.
17 de julio de 2018
Alberto Acosta
(economista, Ecuador), Maristella Svampa (socióloga y escritora, Argentina),
Raúl Zibechi (ensayista y escritor, Uruguay), Horacio Machado Aráoz
(politólogo, Argentina), Hugo Blanco (activista, director de Lucha
indígena, Perú), Pierre Salama (economista, Francia), Raphael Hoetmer
(historiador, Perú), Roberto Gargarella (abogado, constitucionalista,
Argentina), Massimo Modonesi (Unam, México), Edgardo Lander (sociólogo,
Venezuela), Arturo Escobar (antropólogo, ambientalista, Colombia-Estados
Unidos), Pierre Beaudet (profesor de ciencias sociales, Quebec, Canadá), Gina
Vargas Valente (socióloga, feminista, Perú), Decio Machado (sociólogo,
periodista español radicado en Ecuador), Horacio Tarcus (historiador,
Argentina), Juanca Giles Macedo (educador popular, Perú), Beatriz Sarlo
(ensayista, Argentina), Paulina Garzón (activista, Ecuador), José R López
(Médico Investigador, Venezuela-Estado Unidos), Carlos Antonio Martín Soria
dall’Orso (abogado, docente y activista ambiental, Perú), Reinhold Sohns
(economista, Alemania), Mateo Martínez Abarca (filósofo, secretario de
Participación Ciudadana y Control Social, Ecuador), Manuela Lavinas Picq
(profesora, Universidad San Francisco de Quito, Ecuador), Yaku Pérez Guartambel
(presidente de la Confederación de Pueblos Kichwas de Ecuador –Ecuarunari– y de
la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas –Caoi–), Ramiro Ávila
Santamaría (abogado, Ecuador), Pedro Machado Orellana (Ecuador), Juan Cuvi
(Fundación Donun, profesor universitario, Ecuador), Pablo Solon (Fundación
Solon, Bolivia), Enrique Viale (abogado ambientalista, Argentina), Boris Marañón
(Unam, México), Elizabeth Peredo (psicóloga social, Bolivia), Carlos de la
Torre (sociólogo, Ecuador), Carlos Zorrilla (Intag, Ecuador), Carolina Ortiz
Fernández (Umsm, Perú), Carlos Castro Riera (presidente del Colegio de Abogados
del Azuay, Ecuador), Manfred Max-Neef (Universidad Austral de Chile), Santiago
Arconada Rodríguez (activista del agua, Venezuela), Santiago Cahuasquí
Cevallos, (antropólogo, abogado, Ecuador), María Fernanda López (geógrafa,
Ecuador), Pablo Ospina (historiador, Ecuador)…
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