El triunfo de Bolsonaro en Brasil
corrobora el empoderamiento de la extrema derecha en el continente
Latinoamericano. Aunque el postmodernismo ha conducido a desdibujar
ideológicamente a un sector importante de la “izquierda” debido a sus imposturas
antidemocráticas y militaristas, es evidente el giro político hacia la derecha que
se ha registrado en la gran mayoría de los países de nuestra América. Las
causas son muchas, entre otras los desaciertos en la conducción de los asuntos
de Estado y los graves escándalos de corrupción vinculados a los “desgobiernos”
de Chávez-Maduro, de Correa, de los Kirchners, de Ortega, de Evo y de Lula
etiquetados equivocadamente como proyectos de izquierda. Lamentablemente la oposición
venezolana no ha escapado al fenómeno continental y es incuestionable que la
misma ha sufrido un proceso de radicalización hacia la derecha en los últimos
tiempos.
La derecha opositora venezolana en su
agenda antidemocrática reivindica -sin tapujo alguno- el golpe militar o la
invasión militar extranjera. Ello a pesar de las declaraciones del Grupo de
Lima, de los voceros de los gobiernos de Colombia y Brasil, del Almirante Kurt
Tidd (Jefe del Comando Sur de los EEUU) quienes han descartado la opción
militar afirmado que la solución a la crisis en Venezuela pasa por la vía
política. Son los abstencionistas iracundos que han contribuido, al igual que
el régimen a desvalorizar el voto como instrumento de lucha y de cambio
político. Son los que le dicen NO a las elecciones, NO al diálogo, NO a la negociación,
pero no ofertan rutas posibles para superar la pesadilla de la barbarie
chaveco-madurista.
Son los “impolutos” que chantajean permanentemente
a los otros factores opositores y que desde sus cuarteles en el Sur de la
Florida (EV-TV-Miami) desprestigian y lanzan falaces acusaciones contra todo
aquel que se niegue a transitar las trochas antidemocráticas que ellos
publicitan. Son los que odian el debate de ideas, pero veneran el insulto y la
descalificación. Constituyen una secta que busca el poder no por la vía
electoral (no tienen el respaldo necesario) pero si engañando y manipulando a
la gente mediante un lenguaje simbólico efectista “Chávez vete ya”, “El que se
cansa pierde”, “Estamos en el lado correcto de la historia”, “Falta poco ya”,
“El régimen agoniza”, “Rumbo al quiebre”, “Maduro dimite pronto”, “La
intervención militar viene”. Son los que con su política han dividido a la
oposición venezolana y desmoralizado al ciudadano común.
Estos opositores poseedores de una
verdad inescrutable cuentan con el respaldo de los sectores más reaccionarios del
continente americano y de Europa: Uribe, Duque, y Pastrana en Colombia, Trump,
Pence, Pompeo y Rubio en los EEUU, Calderón y Fox en México, Rajoy en España, y
Marie Le Pen en Francia, entre otros. Muchos de ellos han llegado al extremo de
considerar a Pinochet como un dictador “necesario y bueno”, pues evitó que
Chile se convirtiese en "otra Cuba", y son los mismo que se regocijan
del triunfo de Bolsonaro (el Donald Trump brasileño), ignorando su condición de
racista, admirador de la tortura, devoto del insepulto tte coronel Chávez, fanático
homofóbico y practicante de una violencia verbal insolente y nauseabunda. Son
los señorones que desde Madrid, Washington, Bogotá, o Miami suplican por la
invasión de los muchachos de Mr. Trump, o en su defecto por el surgimiento de un
milico mesiánico.
Gracias a esa extrema derecha insultadora
de oficio se ha fortalecido el lumpanato bolivariano, se ha acentuado el
terrorismo de Estado, y la profundización de la política neoliberal traducida
en un aumento en los niveles de exclusión social, precariedad laboral y la entrega
de las riquezas del país a capitales transnacionales (petróleo, oro, gas,
coltan). Representan una mezcla tóxica de estupidez y vileza ocupados en odiar a
todos aquellos que discrepan de sus patéticas salidas fantasiosas.
La oposición venezolana requiere de una
recomposición política deslindada de la ultraderecha farisea quien se niega a
transitar la ruta electoral a pesar de que el 75-80% de los venezolanos
rechazan al régimen actual y quieren un cambio económico y político. Es
necesario construir una oposición cuyo discurso supere la retórica binaria y el
maniqueísmo emocional. Una oposición que sea capaz de capitalizar el gran
descontento social en función de erigir una contrahegemonía electoral que
permita derrotar al chaveco-madurismo y su proyecto excluyente y totalitario.
No comments:
Post a Comment