Tuesday, July 23, 2019

Hay que negociar una salida electoral



El país se desangra ante una oposición abstencionista extraviada que sigue entrampada en el “todo o nada” a pesar de los fracasos de las estrategias insurreccionales del pasado (“salidas” 2014 y 2017) y más recientemente del pasado 30 de abril.
Es una oposición que se aferra en seguir cubanizando la crisis venezolana al transferir a manos de Mr. Trump y su tríada guerrerista, Mike Pompeo, Elliot Abrams y John Bolton, la solución de nuestra crisis socioeconómica y política.

La política del movimiento opositor se caracteriza por su negativa al retorno a la ruta electoral, mientras Maduro siga en el poder, así como por el rechazo a construir un vasto movimiento político-electoral para enfrentar al régimen facho-bolivariano. Para ellos es más importante que el anémico intelectual de Miraflores siga allí ilegítimamente que ir a votar para separarlo del poder. Ello, a pesar de que una inmensa mayoría de los venezolanos reprueban la gestión del iletrado de Miraflores.

La dirección opositora pretende que el país asuma la política suicida de dejar en manos de Mr. Trump y su tríada: la solución a la crisis que nos afecta. Su estrategia se resume en un inmediatismo desenfrenado, una cadena de promesas inviables y un aventurerismo guerrerista que puede terminar en una tragedia de grandes proporciones. Es una oposición “alérgica” a cualquier negociación y, cuando acude, lo hace en forma clandestina y con la premisa de una rendición incondicional de la contraparte. Incurre en el error de negarse a negociar una salida electoral con un contrincante, y no con un enemigo al cual hay que doblegar y exterminar. Asistir a la mesa de negociación de Barbados con la concepción schmittiana (Carl Schmitt) de amigo-enemigo presagia un gran fracaso.

El camino para retornar a la ruta electoral no es fácil, en particular, pues ha sido la misma oposición la que se ha encargado de desnaturalizar el valor del voto popular como instrumento de lucha. Bajo la falsa premisa de que la dictadura no sale con votos (ignorando las experiencias de Chile, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, República Democrática de Alemania, entre otras) han abrazado el sendero fantasioso del golpe militar y/o de la invasión multinacional, ambas opciones aderezadas con la violencia. Otros, además reclaman mayores sanciones económicas al régimen por parte de la comunidad internacional (Grupo der Lima, Comunidad Europea, OEA), las cuales solo han servido para profundizar la vieja crisis humanitaria y fortalecer al régimen. No hay que olvidar que la América Latina y la comunidad europea han expresado en forma reiterativa que se opondrán a cualquier intervención militar extranjera o golpe militar.

La negativa a participar en cualquier proceso eleccionario, aludiendo a la falta de condiciones electorales equilibradas tales como: CNE parcializado, migración de votantes, chantaje a los electores, Plan República, intimidación de los colectivos, entre otras, equivale a ignorar el carácter autoritario-militarista del proyecto facho-bolivariano. La realidad es que desde la llegada al poder del proyecto chavista (1998) todas las elecciones celebradas en el país han sido sin condiciones ideales. Miraflores siempre ha ejercido un control férreo sobre el poder electoral. Sin embargo, hemos ganado gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y la asamblea nacional. Además, quienes aseveran que con el voto se legitima el régimen de Maduro navegan en las profundidades del mar del absurdo. Estos mendigos de la inteligencia se olvidan de que los regímenes autoritarios no necesitan legitimarse mediante el voto, se mantienen en el poder con la fuerza de las bayonetas. Los abstencionistas se han convertido en los mejores aliados de Maduro al destruir la confianza y el valor del voto ciudadano.

Han transcurrido 6 meses desde la proclamación simbólica de Guaidó y a pesar de todo su esfuerzo y abnegación, Maduro sigue aposentado en Miraflores, sin dar evidencias de su salida. La operación Libertad no ha pasado más allá de una consigna movilizadora, sin frutos tangibles. Es hora de rectificar y no insistir en recorrer atajos que ya han demostrado su inefectividad en lograr los cambios que reclama la mayoría de los venezolanos. Hay que despojarse de todo prurito e ir a un proceso de negociación transparente que permita la celebración de elecciones generales con observación internacional. La salida de Maduro no debe ser un prerrequisito para lograr dicho acuerdo. Por la parte opositora, se requiere una rectificación estratégica, una verdadera unidad de acción, pero, sobre todo, voluntad y coraje político.

Hay que decirles basta a los vendedores de promesas vacías, a los voluntaristas, a los promotores de fantasiosas aventuras militaristas (invasiones, golpes, TIAR). Ya estamos cansados de escuchar a los guerreristas decir “que todas las opciones están sobre la mesa (Trump)”, “a Maduro le queda corto plazo (Claver-Carone)”, “con Maduro en el poder son imposibles unas elecciones (Abrams)”. Entendamos que, para lograr el cese de la usurpación, es imprescindible retomar la vía electoral.

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