Sunday, January 12, 2025

El perverso arte de construir espejismos


Venezuela enfrenta una crisis política profunda que ha llevado a diversos sectores, incluida la dirigencia opositora, a aferrarse a promesas y estrategias basadas en fantasías. Aunque este fenómeno resulta comprensible dado el anhelo de cambio de amplios sectores sociales, las promesas vacías son profundamente dañinas para la causa de lograr una transformación real y reconstruir nuestra democracia, arrebatada por la bota militar.

Cuando estas estrategias se construyen sobre premisas sobredimensionadas —como el supuesto apoyo efectivo de gobiernos extranjeros, organismos multilaterales o intervenciones militares— o fechas simbólicas falsas, se alimenta una narrativa que promete soluciones rápidas y mágicas, pero engañosas. Al no cumplirse estos espejismos, crecen la frustración y la desesperanza, debilitando la moral colectiva y minando la credibilidad del liderazgo político.

Las falsas ilusiones en política suelen adoptar la forma de promesas simplistas o simbólicas que evaden las complejidades estructurales de los problemas reales. Aunque pueden atraer atención y alimentar una esperanza momentánea, a largo plazo resultan dañinas para la conducción política. Estas estrategias ilusorias perpetúan ciclos de esperanza, frustración y desencanto que pueden conducir a la resignación popular. En Venezuela, esta perversidad ha sido constante: desde dolorosas e improvisadas acciones insurreccionales como las protestas fallidas de 2017 y 2024, pasando por un golpe militar frustrado en 2019, hasta repetidos anuncios de supuestas “fechas de inflexión”. La reiteración de estos espejismos por parte de la dirigencia opositora ha desmovilizado a amplios sectores populares, profundizando la sensación de impotencia frente a la aparente invencibilidad del inquilino de Miraflores.

Un ejemplo reciente de esta estrategia alucinatoria fue el discurso construido en torno al supuesto “cobro” de la victoria presidencial del 28/7. Esta falsa ilusión se sustentó en la expectativa de un quiebre institucional en la Fuerza Armada Nacional, una montonera uniformada que, lejos de defender el orden constitucional, se ha convertido en un instrumento de represión, tortura y muerte al servicio del régimen bolivariano. Otra promesa vacía fue el supuesto regreso de Edmundo González al país para asumir la presidencia el 10 de enero de 2025. Como se anticipaba, nada de ello ocurrió: no hubo quiebre militar, Edmundo no regresó y mucho menos se juramentó. Ambos espejismos representaron derrotas políticas evitables, que nunca implicaron avances estratégicos reales.

Un nuevo espejismo opositor ha surgido en torno al 20 de enero de 2025, fecha en la que Donald Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos y Marco Rubio ocupará el cargo de secretario de Estado. Este humo es alimentado también por las “amenazas poco creíbles” de la llamada troika de Miami -María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Rick Scott- miembros del Congreso estadounidense, pero ajenos a la futura administración de Trump. Cabe destacar que muchas de estas estrategias alucinatorias no son errores inocentes, sino herramientas deliberadas de actores políticos y mediáticos para ganar protagonismo, mantener su relevancia o desviar la atención de sus propias limitaciones.

A pesar de las profundas dificultades actuales, marcadas por el desconocimiento de los resultados del 28/7 perpetrado por Maduro y sus miicos, la voluntad indomable del pueblo venezolano y su inquebrantable anhelo de democracia siguen siendo el motor de nuevas luchas por el cambio político y social que la gran mayoría de los venezolanos anhelamos.


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