Monday, July 29, 2024
Fraude electoral con apoyo de las bayonetas
Sunday, July 21, 2024
El miedo y el terror como estrategia electoral
Monday, June 24, 2024
La derechización de Europa
Las elecciones europeas, celebradas entre el 6 y el 9 de junio, han dado lugar a un nuevo mapa político en el viejo continente. Sus resultados no pueden sorprender. Era evidente el ascenso de la extrema derecha y el declive de una izquierda dada la pérdida progresiva de su perfil político e ideológico.
El avance de la extrema derecha ha sido avasallante. La Agrupación Nacional de Marine Le Pen se consolidó en Francia. Los ultras también ganaron en Austria, Hungría e Italia. En Polonia y Alemania, la extrema derecha se posicionó como segunda fuerza, aunque en los países nórdicos como Suecia y Finlandia su apoyo disminuyó. El Partido Popular Europeo se mantuvo como la primera fuerza del hemiciclo, mejorando sus resultados respecto a 2019 y superando las expectativas de las encuestas. Los socialdemócratas, aunque se mantienen como la segunda fuerza, sufrieron reveses significativos en Alemania y España. Por su parte, los liberales han sido quizás los más golpeados políticamente, con la derrota del partido de Emmanuel Macron en Francia y Alexander De Croo en Bélgica. Los verdes, por su parte, perdieron una media de 20 escaños, con malos resultados en Alemania y Francia, aunque lograron una sorprendente victoria en Dinamarca.
La dura derrota de las izquierdas en las elecciones europeas del 7/6 refleja la profunda crisis ideológica que las afecta. Por un lado, una izquierda reformista que hace tiempo que renunció a cambiar el sistema, cuya única “ideología” es la sumisión al sistema, al poder establecido, y que por tanto ha dejado de defender los intereses del pueblo. Una izquierda que ha llegado al extremo de no saber lo que significa la palabra “socialista”. Y por otro lado, una izquierda anquilosada, marginal, trastocada por la desaparición de la URSS y de las burocracias opresivas de la Europa Oriental. Una izquierda que en medio de sus desvaríos ideológicos ha llegado a apoyar a dictaduras o regímenes autoritarios con presos políticos y graves violaciones de derechos humanos, que defiende regímenes que imponen a sus mujeres los velos y pañuelos, que aborrece la libertad de expresión, que propicia una sociedad uniforme en la que la disidencia es condenada y judicializada.
El actual auge de la ultraderecha no es más que un nuevo capítulo en la lucha ideológica, frente a una izquierda desunida, desorientada y desorganizada, sin ideas ni estrategias claras. Es evidente que, tras su triunfo electoral, la extrema derecha se consolidará dentro y fuera de las instituciones europeas, y su peso político será cada vez más determinante dada la nueva correlación de fuerzas en el parlamento europeo. Se impondrán sus políticas militaristas y antiinmigrantes, así como el deterioro de los salarios y las condiciones de empleo, la precarización de las relaciones laborales y la reducción de puestos de trabajo. El auge arrollador de la derecha debe interpretarse como un fracaso de la izquierda europea.
Es lamentable observar el declive de una fuerza transformadora como lo fue la izquierda europea, faro de esperanza y cambio, que promovió la democracia representativa, la justicia social y el progreso. Hoy es una izquierda reaccionaria, estancada, y entrampada en un discurso ideológico contradictorio, que no logra articular un proyecto alternativo coherente.
Es imperativo que la izquierda europea recupere su espíritu original de transformación social y vuelva a conectar con las necesidades y aspiraciones de los explotados y de los excluidos sociales.
Tuesday, June 11, 2024
López Obrador: populismo autoritario
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) concluirá su mandato el próximo 1/10/2024. Ha sido un sexenio signado por el autoritarismo, el maniqueísmo, el fracaso económico, y el control social, coexistiendo con una oposición abigarrada que fue incapaz de hacerle un contrapeso y desarrollar un proyecto político alternativo.
El sexenio de AMLO se redujo al sistemático desmantelamiento de la democracia mexicana y la consolidación de su proyecto populista autoritario: la Cuarta Trasformación. AMLO logró debilitar al Poder Legislativo a través de reformas que le otorgaron más poder al Ejecutivo, reduciendo la capacidad del Congreso para actuar como contrapeso. A través de leyes aprobadas por su mayoría parlamentaria, AMLO convirtió al Poder Judicial en un mero instrumento al servicio de su proyecto populista 4T. Además, transformó a la fiscalía general de la República en una herramienta para intimidar y reprimir a la disidencia política. Su populismo creó múltiples programas sociales que lejos de producir los cambios estructurales necesarios para superar la pobreza y la exclusión social, los exacerbó profundizando las desigualdades sociales y la miseria. AMLO termina su sexenio con 4 millones de nuevos pobres y 15 millones de mexicanos que perdieron el acceso a los servicios de salud pública (Coneval).
AMLO a lo largo de su mandato se empeñó en dividir maniqueamente a la sociedad mexicana entre buenos (sus seguidores) y malos (todos los demás, estigmatizados como conservadores, neoliberales, corruptos y enemigos de la patria). Menoscabó la libertad de expresión, así como la legitimidad de todos los movimientos y asociaciones no afines a su proyecto 4T y a su partido el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Su primitivismo intelectual lo llevó a atacar la libertad académica y la investigación científica. Recortó compulsivamente (75%) el presupuesto de instituciones como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el Centro de Investigación de Estudios Avanzados (Cinvestav). Su autoritarismo debilitó la integridad electoral de México al socavar el funcionamiento de instituciones autónomas como el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, ambas consideradas vitales para el ejercicio democrático del país.
A pesar de todas las críticas formuladas en contra de la administración de Calderón por el uso del Ejército en tareas de seguridad pública, AMLO militarizó la seguridad pública. Su estrategia de abrazos no balazos resulto un total fiasco, provocando la mayor crisis de violencia y muerte en la historia del país (171,085 asesinatos, y 50,000 desaparecidos). Pero no tan solo militarizó a la sociedad, sino le entregó a los uniformados áreas estratégicas del Estado mexicano, incluyendo aeropuertos, puertos, la aviación civil y las comunicaciones. Pero, además, los militares han estado involucrados en la construcción de importantes obras de infraestructura (Parque Ecológico del Lago de Texcoco, 4 aeropuertos internacionales y algunos tramos (5, 6 y 7) del controvertido Tren Maya). Esta creciente presencia militar en ámbitos civiles ha socavado el funcionamiento de las instituciones democráticas del Estado mexicano, limitando la transparencia administrativa y por ende incrementando la corrupción.
La presidenta electa Claudia Sheinbaum se enfrenta a la disyuntiva de continuar la política de AMLO, es decir, gobernar por medio de la amenaza, el miedo, el control social y el uso político y discrecional de la justicia, o impulsar y fortalecer la ansiada transformación democrática del Estado mexicano. Con inquietud escuchamos decir a la presidenta Sheinbaum que su misión prioritaria será garantizar la “construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación”, es decir, darle continuidad y profundizar el populismo autoritario de AMLO. Este enfoque plantea serias preocupaciones sobre el futuro político del país, ya que ello obstaculizaría el desarrollo de un México más democrático (una de sus tantas promesas electorales). Solo el tiempo dirá si Claudia Sheinbaum será capaz de navegar esta compleja encrucijada y conducir a México hacia un futuro más democrático, equitativo y justo.
Tuesday, May 28, 2024
El nefasto bonapartismo tropical
Genéricamente, la noción de cesarismo/bonapartismo se utiliza para hacer referencia a gobiernos autoritarios, fundados en el culto a un líder al que se le atribuyen rasgos heroicos, que cuentan con el apoyo del aparato burocrático-militar y cuya legitimación se basa en una supuesta voluntad del pueblo. El término bonapartismo se deriva del concepto de cesarismo -régimen político establecido por Cayo Julio César- introducido por la pluma de Marx en su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852). Texto en el cual Marx analizó críticamente los reinados de Napoleón Bonaparte (1769-1821) y su sobrino Napoleón III (1808-1873).
A lo largo de los siglos XX y XXI, América Latina ha sido testigo del surgimiento de una nueva oleada de regímenes bonapartistas. Aunque estos ensayos políticos emergen mayoritariamente de procesos electorales y conservan algunas formalidades propias de las democracias liberales, en la práctica desarrollan estrategias destinadas a debilitar la institucionalidad democrática y a promover liderazgos carismáticos y autoritarios. Chávez y Maduro son claros ejemplos del cesarismo-bonapartismo del que hablaba Marx. Ambos personifican la figura del mandatario todopoderoso, que se eleva sobre las contradicciones de las clases sociales y, respaldado por el aparato burocrático-militar, interviene desde el poder para mantener y preservar el proyecto hegemónico gobernante.
Por sus peculiaridades ideológicas, el bonapartismo bolivariano ha sido incapaz de modificar las estructuras económicas preexistentes del país, es decir, las relaciones de producción y la distribución de la riqueza. Al margen de la retórica efectista y pirotécnica, solo se ha limitado a impulsar planes de impronta populista que, lejos de superar la pobreza y la exclusión, han terminado profundizándolas (82% de los venezolanos son pobres y el 53% está en pobreza extrema, ONU) en el marco de un perverso control social.
El bonapartismo bolivariano, en su consolidación como proyecto autoritario, secuestró ideológicamente el término “socialismo”. Sin embargo, lejos de promover una auténtica transformación socialista-anticapitalista, como afirman tanto sus defensores como sus detractores, Venezuela sigue siendo un país con un sistema económico capitalista dependiente. Un capitalismo de Estado depredador, que lejos de superar el cuestionado rentismo petrolero, exacerbó sus rasgos más negativos de este diseño económico y fomentadó una corrupción cívico-militar que ha arruinado a la industria petrolero nacional.
Los resultados de este infausto modelo estatista-militarizado se reflejan en que la mayoría de la población sufre de inseguridad alimentaria grave, especialmente los niños, con un aumento de la desnutrición infantil. Los sistemas públicos de salud y educación están colapsados, y la libertad de expresión está cada día más limitada debido al control absoluto de los medios de comunicación. La sociedad ha sido militarizada y la violación de los derechos humanos sigue siendo una práctica sistemática. Se ha impuesto una precarización laboral de impronta neoliberal, lo cual ha resultado en la pérdida de importantes conquistas laborales ya consagradas en las Constituciones de 1947 y 1961, y en la pulverización de los salarios y pensiones en medio de una hiperinflación y dolarización anárquica de la economía. Esta deriva bonapartista tropical ha significado un retroceso en términos de democracia, de respeto de los derechos humanos y de justicia social.
La coyuntura electoral que se avecina el 28/7 no será una fiesta ciudadana; será un evento complejo enmarcado en unas elecciones no competitivas, caracterizadas por el uso de recursos del Estado en favor del inquilino de Miraflores, la modificación de circuitos electorales y la migración arbitraria de electores, todo ello bajo la mirada complaciente de un Consejo Nacional Electoral al servicio del candidato gobiernero.
Es crucial que todos acudamos a las urnas, ejerzamos nuestro derecho al voto y demostremos que la fuerza de la democracia radica en la participación consciente de cada ciudadano. No olvidemos que el voto representa la estrategia más efectiva y viable para lograr el cambio político-social que aspiramos los venezolanos.
Hay que derrotar a la barbarie bonapartista bolivariana que representa la desesperanza, la pauperización, la miseria y la represión. ¡Todos a votar!
Tuesday, April 2, 2024
Fantasías y Realidades: El Realismo Mágico Electoral
Wednesday, March 20, 2024
Oppenheimer: una víctima emblemática del macartismo
El término "macartismo" se origina del apellido del senador republicano Joseph McCarthy (1908-1957), quien desencadenó una frenética campaña anticomunista en los Estados Unidos (EE. UU.) en la década de los 50. Esta época oscura se caracterizó por intimidaciones, acusaciones infundadas y audiencias públicas sin garantías procesales, donde se perseguía a todo aquel sospechoso de simpatizar o ser comunista. Miles de ciudadanos, incluidos destacados científicos como Oppenheimer, Papanek, Kamin, Solomon, así como artistas de renombre como Chaplin, Welles, Cole, Trumbo, Koch, Meyers, Hellman, Goldfrank y muchos otros, fueron acusados y, en muchos casos, encarcelados. Además, cientos de educadores, activistas de los derechos civiles, periodistas, líderes laborales y trabajadores también fueron objeto de persecución durante ese período tenebroso de la historia estadounidense. Recientemente, la vida de una de las víctimas de la vorágine macartista, Robert Oppenheimer fue representada de manera dramática y cautivadora en la película que lleva su nombre, la cual recibió 7 premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas del país del norte, incluyendo el premio a la mejor película.
Oppenheimer, fue un eminente físico estadounidense conocido como el "padre de la bomba atómica" por su papel fundamental en el desarrollo de armas nucleares en los Estados Unidos (EE. UU.). Fue el director del proyecto Manhattan, equipo que desarrolló exitosamente la primera bomba atómica, la cual fue detonada en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945, un mes antes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Oppenheimer fue investigado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) durante ese período de caza de brujas debido a la relación de su esposa y su hermano con el Partido Comunista de EE. UU., su apoyo al gobierno electo de la Segunda República española y su defensa de la sindicalización de sus colegas universitarios. Además, se opuso al desarrollo de la bomba de hidrógeno por parte de EE. UU. Oppenheimer, además, fue incluido por el FBI en el Índice de Detención Preventiva, una lista en la que figuraban todas aquellas personas que, en caso de emergencia nacional, debían ser arrestada. A pesar de que las acusaciones contra Oppenheimer no fueron verificadas, se le revocaron todas las acreditaciones de seguridad y fue destituido de su cargo en la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos. Fue públicamente humillado y forzado a separarse de su carrera científica y del mundo que tanto había contribuido a construir.
Sin embargo, el macartismo aún persiste, no es un fenómeno relegado al pasado. La polarización política en Latinoamérica, especialmente en Venezuela, ha dado lugar al resurgimiento de una forma de censura intelectual y exclusión que encarna al macartismo del pasado. La influencia negativa de esta perversa narrativa también se ha extendido a las academias, donde se excluye a quienes son identificados como "socialistas-comunistas", (por favor no confundir con la farsa ideológica del chaveco-madurismo). Esta etiqueta política estigmatizante ha conllevado a la desacreditación, el veto y la exclusión de investigadores sin considerar sus logros académicos y científicos. Se les cataloga, de manera extraoficial (off-the-record), como sujetos "controversiales", "beligerantes" y "conflictivos", sin que se prive una evaluación objetiva de su trabajo académico y científico. El problema no es científico, sino político e ideológico.
La ciencia debe ser un espacio donde se privilegie la búsqueda de la verdad y el intercambio de ideas, sin temor a exclusiones basadas en consideraciones políticas o ideológicas.