Saturday, November 12, 2016

Triunfó el odio, la discriminación y la ignorancia


El ganador de la contienda electoral ha resultado ser Donald Trump. Con un discurso misógino, machista, homofóbico, racista, y sexista logró conquistar la presidencia de los EEUU, aunque perdió el voto popular (47.7% versus 47.5).

Obviamente, el triunfo de Trump responde a múltiples factores. Entre otros, el apoyo masivo que recibió el candidato por parte de los blancos colonizadores quienes angustiados por el nuevo panorama multirracial de los EEUU se volcaron por su candidatura. Trump mediante un discurso agresivo e insultante logró venderle a la clase trabajadora blanca la peregrina idea que los causantes de sus desgracias y frustraciones eran los inmigrantes latinos. Minoría a la cual calificó de criminales, violadores, ladrones y traficantes de drogas.

Trump fue exitoso entre los votantes blancos de baja educación, y residenciados en zonas rurales o suburbanas. El republicano obtuvo sus mayores sumas de votos en los condados donde más del 75% de la población blanca carece de un título universitario. Contrariamente Clinton lideró y ganó entre los votantes de mayor formación académica, de población multirracial y residentes de zonas urbanas.

El candidato republicano basó su campaña en un venenoso nacionalismo económico -falsa posición “anti-sistema”- criticando la globalización desde una perspectiva nacionalista-proteccionista, muy similar a la del Front National Francés, la Liga Norte de Italia, a la de Nigel Farage y otros líderes que favorecieron el Brexit enfatizando la necesidad de que el país "tomara control de sus fronteras”

Cabe destacar que Trump capitalizó políticamente el profundo descontento social producido por los cambios que se han operado en el mercado laboral norteamericano en estos últimos 8 años. Amplios sectores de la clase trabajadora estadounidense que han visto desplomarse sus ingresos en las últimas décadas, en particular desde la crisis de 2008, votaron equivocadamente por Trump. Igualmente, Trump apeló a la nostalgia del país poderoso (militar y económicamente), regido exclusivamente por blancos-protestantes. Por ello el slogan central de su campaña fue “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”

Además, habría que agregar la poca participación electoral de las comunidades negras lo cual ayudó al triunfo de Trump. Lamentablemente con su abstencionismo los negros norteamericanos le dieron poder a la supremacía blanca (ideología política que promueve el dominio social y político de los blancos) representados en la figura de Trump; con ello demostraron una vez más que no han aprendido absolutamente nada de su propia historia. Adicionalmente hay que señalar la división del voto Latino. Aunque la mayoría votó en favor de Hillary Clinton (65%), un porcentaje nada despreciable (35%) lo hizo paradójicamente por el candidato antiinmigrante, en especial venezolanos, colombianos, puertorriqueños y cubanos. Así mismo sucedieron incongruencias existenciales, tales como mujeres que votaron por un candidato que aplaude la violencia de género, la misoginia y el abuso sexual, y además que niega el derecho al aborto, al igual que musulmanes y asiáticos que votaron por el candidato de la retórica antiinmigrante.

No podríamos dejar de mencionar entre los múltiples factores que contribuyeron al triunfo de Trump la actitud un tanto sospechosa del polémico director del FBI James Comey quien violando los protocolos internos de dicha institución reabrió la investigación sobre el servidor privado para correos electrónicos de Hillary Clinton a solo 11 días antes de las elecciones. Igualmente, los sistemáticos ataques de Snowden -refugiado en Rusia- y de Julián Assange fundador de Wikileaks -asilado en la Embajada de Ecuador en Londres- quienes no cesaron en cuestionar la candidatura de Clinton por violar las reglas en el manejo de información clasificada, en alusión al uso de su correo privado cuando ejercía el cargo de secretaria de Estado. Ambos se convirtieron en los mejores aliados de Trump durante la campaña

Con el triunfo de Trump los avances en materia de derechos de las minorías, de la seguridad social, y de cierto respeto a los derechos humanos se retrotraen al siglo pasado. Colocar a un afín al Ku Kux Klan (KKK) como Presidente de la nación refleja la prevalencia de antivalores en una sociedad que presume de ser democrática. Pero tal vez lo más grave sea que un estafador de siete suelas con un programa homofóbico, misógino, racista y autoritario logró conquistar el apoyo de casi la mitad de los electores del país del norte. Vale acotar que el KKK de Carolina del Norte ha convocado un desfile para celebrar el triunfo de Trump.

En la ascensión de Trump a la Casa Blanca no puede ignorarse el rechazó que despertó la candidatura de Hillary Clinton en amplios sectores de la sociedad americana, incluyendo a muchos partidarios del Partido Demócrata. En especial a esa masa de jóvenes estudiantes y trabajadores que desde diferentes rincones del país expresaron apoyo al candidato legislador por Vermont, Bernard “Bernie” Sanders durante las primarias de ese partido. Rechazaban a Hillary Clinton por formar parte del poder corrupto de Washington, por apoyar al Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), por la carencia de una política migratoria, entre otras cosas.

De cumplirse las promesas electorales que llevaron a Trump a la Casa Blanca millones de inmigrantes indocumentados serán deportados, revocará la Acción Diferida que aprobó el presidente Obama la cual protegía de la deportación a los jóvenes que entraron al país de manera ilegal siendo niños (Dreamers), privatizará la seguridad en los aeropuertos y el servicio médico que protege a los veteranos de guerra, eliminará la reforma sanitaria (Obamacare) que le proporcionó seguro médico a más de 20 millones de ciudadanos. Construirá el muro de la infamia y el odio en la frontera con México, designará un magistrado al Tribunal Supremo (TS) de los EEUU en sustitución al juez Antonin Scalia (fallecido recientemente) y potencialmente a dos nuevos magistrados más. Con esta nueva correlación conservadora en el TS seguramente se revocarán conquistas como el derecho al aborto, a la huelga, y al funcionamiento de los sindicatos, entre muchos otros logros. Además, se institucionalizará la tortura bajo el pretexto de la seguridad nacional, se impondrá la ley y el orden de la supremacía blanca.

Evidentemente el triunfo de Trump representa un cambio, pero un cambio al pasado segregado y racista del siglo XX. El país del norte vive una de las horas más oscuras de su historia.

Wednesday, November 9, 2016

Diálogo con un interlocutor sordomudo

 Finalmente se concretó el diálogo auspiciado e instrumentado por el régimen. Diálogo que ha sido promovido por una comisión (impuesta por Samper-Unasur) integrada por José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martin Torrijos mediadores que lejos terciar en la búsqueda de soluciones a la crisis venezolana, intentan imponer un diálogo humillante de impronta madurista. No puede presidir la comisión que promueve el diálogo un obscuro personaje como Rodríguez Zapatero quien en su intervención en la OEA (21/6/2016) encubrió premeditadamente la crisis humanitaria que vive el país y la ruptura del orden constitucional perpetrado por la nefasta mafia cívico-militar bolivariana.

Diálogo que ha sido oxigenado con la presencia de monseñor Emil Paul Tscherrig en representación del Vaticano y por las presiones ejercidas por Thomas Shannon, Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de EEUU. Paradójicamente, el mismo "imperio" que conspira y bloquea a Venezuela según la nomenclatura bolivariana, ahora apadrina el tan ansiado monologo de Maduro. El patrocinio de Shannon no nos debe sorprender, pues a su gobierno no le preocupa la existencia de un gobierno dictatorial en Venezuela en la medida que el mismo no afecte a sus intereses económicos. Claramente, el “antimperialista” de Maduro ha sido muy diligente en favorecer a los intereses que representa Mr. Shannon (leoninas empresas mixtas, zonas económicas especiales, concesiones energéticas, doble tributación, arco minero de Guayana, etc.).

Hay que convenir que los diálogos son útiles y necesarios a fin de poner término a los conflictos. Por lo tanto, siempre habrá tiempo para el diálogo y el acuerdo entre pares en la medida de que haya voluntad política, respeto y tolerancia para lograr avances. Sin embargo, no se puede ir a un dialogo en un escenario donde los facilitadores actúan como emisarios políticos de Maduro, no hay signos de voluntad política por parte del régimen, se descalifica y calumnia a la disidencia y para el colmo se asiste con una agenda improvisada y divorciada del tema central: democracia o dictadura. Estamos ante un monólogo estéril condenado al fracaso, al margen de que cuente con la bendición del Santo Padre y el apoyo de Mr. Obama

La MUD ha concurrido a este monólogo haciendo importantes concesiones políticas a cambio de nada. Se difirieron el juicio político al ungido de Maduro, y la renovación plena del Consejo Nacional Electoral, y además se suspendió la marcha a Miraflores del 3/11, la cual nunca se debió convocar. Su realización implicaba caer en el terreno de la confrontación, escenario en el cual el régimen tiene una gran capacidad de maniobra dado su vocación autoritaria, represiva (GN, PNB) y criminal (grupos paramilitares). En contrapartida la dictadura cívico-militar no ha cedido en nada. Ha dispuesto una medida simbólica pero intrascendente: ha excarcelado a algunos secuestrados políticos, incluyendo a Carlos Melo quien tenía una medida cautelar sustitutiva en libertad.

Como colofón a este esfuerzo infecundo la MUD ha dado un “plazo de 10 días para ver resultados”. Aspirar que el régimen sordomudo de Maduro apruebe un cronograma electoral que incluya la Presidencia de la República, el respeto a la Asamblea Nacional, la liberación de todos los presos políticos y de respuesta al tema del desabastecimiento de alimentos y medicinas, no es más que una simple quimera. La MUD subestima la fortaleza del bloque de dominación cívico-militar en el poder. Una cosa es que el régimen haya perdido el apoyo popular, pero algo muy distinto es ignorar que aún conserva el control de la Fuerza Armada Nacional, la cual ha convertido en su brazo represor. ¿Puede alguien imaginar a Maduro y a su mafia gubernamental aceptando tales peticiones?

El 11/11 no va suceder capitulación alguna por parte de Maduro y su pranato. El inquilino de Miraflores y su logia de saqueadores, parásitos y represores continuarán su agenda represiva-dictatorial tratando de ganarle tiempo al tiempo (sin importar los lapsos), mientras los venezolanos seguiremos padeciendo las consecuencias de la espantosa crisis que afecta al país. Más que generar falsas expectativas, el llamado debe ser a seguir la lucha por la conquista de nuevos espacios democráticos.

De seguir la oposición rindiéndolo culto a la improvisación y al espontaneísmo el futuro será de nuevos fracasos y frustraciones. Reveses que se traducirán lamentablemente en la oxigenación del neodictador caribeño.

Sunday, October 30, 2016

Los falsos positivos del régimen

El escándalo de los falsos positivos estremeció la vida política de la República de Colombia a finales del 2008. Con ese nombre es como se conoce a las revelaciones que involucraron a miembros del ejército colombiano en el asesinato de civiles inocentes, haciéndolos pasar como guerrilleros muertos en combate dentro del marco del enfrentamiento a grupos insurgentes en el hermano país.

Cientos de inocentes labriegos que nada tenían que ver con los grupos insurgentes fueron asesinados a sangre fría como parte de la tristemente célebre política de Seguridad Democrática aplicada entre otros por el hoy general retirado y convicto Mario Montoya. Dicha política no fue otra más que el asesinar a humildes campesinos residentes en zonas de conflicto (cerca de 1,000 en el lapso 2002-2008 según datos de la Fiscalía colombiana), los cuales una vez ajusticiados eran presentados como combatientes de la guerrilla -muertos en combates- a fin de demostrar lo eficiente y exitoso de las operaciones de contra-insurgencia llevadas por el ejército colombiano. Entre muchos otros ajusticiamientos a manos de soldados colombianos se conocen los de Soacha, Antioquia, Boyacá, Huila y Sucre. Hoy en Colombia hay cerca de 3.000 uniformados detenidos involucrados en la política macabra del “body count”, de los cuales 815 ya han sido condenados, contándose entre ellos oficiales superiores (generales), medios suboficiales y soldados. Algo que no deben de olvidar los milicos bolivarianos.

Pero el régimen de facto del iletrado Maduro también tiene a sus Montoyas y sus falsos positivos. Chafarotes practicantes de la política macabra del “body count” y que en nombre de la seguridad ciudadana -la misma excusa de sus colegas colombianos- han asesinado a humildes moradores en las barriadas populares de las principales ciudades del país. La concepción represiva de las viejas razias policiales fue adaptada al esquema de seguridad interna facho-bolivariano dando surgimiento a los Operativos de Liberación del Pueblo (OLP). Estos funestos operativos iniciados por el general Gustavo González (insigne egresado de la Escuela de las Américas) y continuados por el narco-general Néstor Reverol se han transformados en operativos de exterminio, en los cuales decenas de personas han sido aniquiladas a manos de agentes de los cuerpos de seguridad (funcionarios del Cicpc, de la PNB, y SEBIN) e integrantes de la Guardia Nacional en circunstancias un tanto extrañas.

Tanto el milico represor del modelo “matemático aritmético”, así como el narcogeneral responsable de abusos cometidos contra manifestantes (2013 y 2014), en sus ruedas de prensa, especies de partes de guerra siempre hablan de “enfrentamientos o resistencia a la autoridad con armas de fuego”. Sin embargo, llama la atención el elevado número de “delincuentes abatidos” sin que ningún funcionario policial o militar haya resultado herido o fallecido en el desarrollo de dichas razias. Esto contrasta con las continuas denuncias de familiares y testigos que aseveran que los fallecidos fueron detenidos sin que hubiesen hecho resistencia alguna y luego han aparecido en las morgues con signos de haber sido asesinados por disparos a corta distancia (quemarropa). Definitivamente, estamos en presencia de ejecuciones extrajudiciales amparadas por un Estado forajido las cuales han sido institucionalizadas por el régimen espurio y represor de Maduro. Todos recordamos los ajusticiamientos acaecidos en el Barrio San Vicente, Maracay (5/08/15) algunos de cuyos autores materiales gozan de total libertad.

Más de 700 venezolanos han sido asesinados desde el inicio de estos operativos. Cientos de venezolanos inocentes, incluyendo algunos menores edad constituyen los falsos positivos del régimen presentados ante la opinión pública como peligrosos azotes de barrios. Y aunque así lo fueran en Venezuela no existe legislación que contemple la pena de muerte y muchos menos las ejecuciones extrajudiciales. Han sido asesinatos cometidos con el fin de presentar resultados con bajas (“body count”) y no detenciones en la lucha ante los altos índices de violencia. No olvidemos que en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional Bolivariana los cuerpos de seguridad disponen de licencia para matar como parte de su labor patriótica.

El régimen criminaliza a la pobreza e impone el terror en las zonas populares ante el descontento social. La militarización de la seguridad pública como eslabón fundamental de la Doctrina de la Seguridad Nacional Bolivariana busca imponer una visión cuartelaría e imponer una respuesta autoritaria y no democrática frente a los conflictos propios de una sociedad en crisis.

El cinismo y el descaro del hamponato fachochavista no tiene parangón en nuestra historia republicana. Pregonan el humanismo bolivariano pero sus cuerpos policiales practican operativos de exterminio -OLP- contra indefensos ciudadanos en las zonas populares. Son unos verdaderos miserables farsantes y asesinos.

Es evidente que la profunda crisis económica, política y social del país le ha menguando al régimen y sus acólitos la capacidad de maniobra. Sin apoyo popular trata de evitar cualquier confrontación electoral (RR, elecciones regionales) por ello recurre a la represión y a la violencia.

El fachomadurismo representa una verdadera montonera de delincuentes disfrazados de políticos, y supuestos militantes sociales que viven de la mentira, del engaño y de la corrupción.