Monday, January 21, 2019

Predicas fantasiosas

El extremismo abstencionista no cesa en urdir nuevos sueños fantasmales. Fingir hacer política desde el engaño y las falsas promesas nos ha costado dolorosas derrotas, profundas frustraciones, así como cientos de encarcelados y asesinados. Sin embargo, el abstencionismo recurrió una vez a su agenda engañosa al sentenciar con bombos y platillos la caída del régimen el pasado 10E. Como suele ocurrir la realidad es más recia y siempre termina imponiendose, el 10E no cayó Maduro, y más allá de una que otra declaración de empecinados defensores de una intervención militar extranjera, y la ruptura de relaciones diplomáticas de Paraguay no ocurrió el apocaplisis chaveco-mudurista. Ahora el extremismo abstencionista, plantea otro atajo fantasioso para el simbólico 23 de Enero, decretando la caída de Maduro. Esta vez han elaborado una narrativa cuyo libreto nos habla de una inviable transición política basada en la designación de un Presidente de la República interino por parte de la Asamblea Nacional (AN), con el “supuesto respaldo” de la Fuerza Armada Nacional, institución que a lo largo de todos estos años ha demostrado ser el brazo represor, asesino y sostenedor del régimen.

El abstencionismo iracundo, lejos de apuntalar una estrategia de acumulación de fuerzas, que permita organizar un bloque contrahegemónico frente a la barbarie chaveco-madurista, insiste en el error del inmediatismo del pasado (recordar “las salidas”). Designar a Guaidó como encargado de la Presidencia de la República oscila entre lo trágico y lo ridículo. Trágico pues solo lograría que se convierta en un nuevo inquilino    de las cárceles del Helicoide o de Ramo Verde o simplemente deba abandonar el país para evitarlo. Ridículo pues bastaría con preguntarse ¿Qué poder de mando sobre la FAN e instituciones del Estado puede tener el Presidente de la AN aunque se proclame Presidente de la República? ¿Con qué órganos públicos cuenta para convocar y poder realizar una elección popular en el lapso previsto?

Venezuela es un país que se cae a pedazos, con una economía destrozada y una población sometida a una escasez extrema, donde aproximadamente el 80% de la ciudadanía está descontenta con el régimen de Maduro y su logia militar. Mayoría ciudadana determinante en un escenario electoral, pero que pierde su importancia política ante un teatro de confrontación violenta como el que auspicia el extremismo abstencionista. Situación que presume que la Fuerza Armada Nacional solicitará la renuncia a Maduro y la transferencia del poder a la AN presidida por Guaidó. Un contexto en el cual el poder de las armas dirá su palabra final y no la voluntad popular. Diseñar una estrategia maniquea en base a una confrontación armada es una detestable y muy peligrosa irresponsabilidad política. El rol protagónico del estamento militar podría terminar agravando la crisis actual, más que proporcionar una solución. Valdría la pena recordar las experiencias del Cono Sur del siglo pasado.

Seguramente el 23 de Enero será un día de una gran protesta nacional donde multitudes avasallantes recorrerán las principales ciudades del país desafiando a los sicarios uniformados y grupos paramilitares del régimen. Sin embargo, no será un día de insurrecciones, ni de insurgencia militar, ni de la marcha sin retorno, ni de la caída del régimen, como lo presagia el extremismo abstencionista. Quienes desde posturas inmediatitas señalan el 23 de Enero como el día decisivo para la salida del iletrado del Palacio de Misia Jacinta, en realidad contribuyen con una nueva derrota de la oposición, y por ende con el fortalecimiento del régimen de Maduro. Generar expectativas que sólo están presentes en la imaginación de quienes las auspician sólo conlleva a fracasos.

El “quiebre” del regimen el próximo 23 de Enero no es más que una nueva ilusión de una oposición irresponsable y fantasiosa. Mientras la disidencia política siga estando en manos de una cúpula propiciadora de predicas suicidas y salidas fantasiosas, se seguirá consolidando el hambreador, represivo y antinacional proyecto chaveco-madurismo.



Thursday, December 6, 2018

Abstencionismo torpe y fantasioso

Para muchos resulta contradictorio que se siga insistiendo en negar la vía electoral en momentos donde es evidente que la gran mayoría de los venezolanos (80-85%) desea un cambio político en el país. Lamentablemente el virus del abstencionismo promovido por la tribu de los impolutos ha logrado imponer en un sector importante de la sociedad la falsa premisa de que el votar dejó de ser una expresión de la voluntad popular. Gracias a esa perversa estrategia política, y al silencio cómplice de dirigentes y partidos políticos hemos entregado sin mayor resistencia a la barbarie facho-chavista la mayoría de las gobernaciones y de los Consejos Legislativos y aparentemente igual suerte correrán los Consejos Municipales el próximo 9D.

Quienes desde la oposición niegan la ruta electoral siguen empecinados en cifrar sus esperanzas en una intervención militar extranjera descartada por la Casa Blanca, Grupo de Lima, la Comunidad Europea entre otros, en las inefectivas sanciones económicas o en el golpe militar, derrotero antidemocrático y que luce cada día más lejano dado el grado de corrupción y descomposición moral de la Fuerza Armada.

Más recientemente en un nuevo arrebato político destinado al público de galería, el abstencionismo a través del Padre Luis Ugalde ha propuesto la desquiciada tesis de que el 10 de enero se va a producir un quiebre definitivo en Venezuela que dará paso a la instalación de una junta de gobierno designada por la Asamblea Nacional (AN). Venden la ilusión del 10E como una fecha mágica que gracias a la providencia divina Maduro y su logia abandonarán el poder. Siguen sin entender que el voto es un elemento eficaz no solo para conquistar y preservar espacios de lucha, producir cambios políticos sino además para catalizar un proceso de transición hacia la democracia como lo ha demostrado la historia. Una votación masiva el 9D contra la tiranía obligaría al régimen a tomar decisiones que tienen un alto costo político y comprometería aún más su gobernabilidad. Los abstencionistas siguen promoviendo fantasiosos grandes finales que solo generarán nuevas decepciones y frustraciones en los venezolanos.

Como solía decir nuestro querido y recordado Domingo Alberto Rangel “olvídense del tango que ya Gardel murió”, no habrá invasión militar extranjera, el 10/01/2019 Maduro no abandonará el Palacio de Misia Jacinta, no sucederá transición alguna, ni se designará ninguna junta de gobierno por parte de la AN. Que se olviden quienes fantasean que Maduro propiciará diálogos que permitan acuerdos que conduzcan a la celebración de nuevas elecciones.

Con el llamado a la abstención del 9D se desaprovecha la oportunidad de recuperar el valor del voto como instrumento de lucha política y se renuncia a la posibilidad de propinarle una gran derrota al chaveco-madurismo a nivel nacional. Con el posible triunfo del oficialismo el próximo 9D se acentuará el control político y social a nivel municipal, y se consolidará el modelo de sociedad tutelada por la pestilente bota militar. Bloquear toda ruta electoral es abrir los senderos a la violencia, escenario que le conviene al régimen y a sus matones asalariados.

Mientras la oposición siga estando manejada por esa cúpula de lapidadores moralistas y continúe marchando por el camino no electoral de los últimos años, seguirá desperdiciando torpemente las coyunturas históricas que le permitirían conformar una contrahegemonía electoral capaz de derrotar al nefasto chaveco-madurismo. Basta del doble discurso de las direcciones políticas de los partidos políticos que llaman a abstenerse el próximo 9D, pero regionalmente convocan a participar en los comicios municipales.

Este 9-D no se trata solo de elegir a unos concejales, es la oportunidad para demostrar políticamente de que hay una mayoría del país que adversa a Maduro y su hambreador, represivo y antinacional proyecto político.

Con una oposición torpe y timorata, así como incapaz de reconocer sus equivocaciones, el chaveco-madurismo tendrá una larga vida para desgracia de la mayoría de los venezolanos.


Tuesday, November 13, 2018

Giro a la extrema derecha

El triunfo de Bolsonaro en Brasil corrobora el empoderamiento de la extrema derecha en el continente Latinoamericano. Aunque el postmodernismo ha conducido a desdibujar ideológicamente a un sector importante de la “izquierda” debido a sus imposturas antidemocráticas y militaristas, es evidente el giro político hacia la derecha que se ha registrado en la gran mayoría de los países de nuestra América. Las causas son muchas, entre otras los desaciertos en la conducción de los asuntos de Estado y los graves escándalos de corrupción vinculados a los “desgobiernos” de Chávez-Maduro, de Correa, de los Kirchners, de Ortega, de Evo y de Lula etiquetados equivocadamente como proyectos de izquierda. Lamentablemente la oposición venezolana no ha escapado al fenómeno continental y es incuestionable que la misma ha sufrido un proceso de radicalización hacia la derecha en los últimos tiempos.

La derecha opositora venezolana en su agenda antidemocrática reivindica -sin tapujo alguno- el golpe militar o la invasión militar extranjera. Ello a pesar de las declaraciones del Grupo de Lima, de los voceros de los gobiernos de Colombia y Brasil, del Almirante Kurt Tidd (Jefe del Comando Sur de los EEUU)  quienes han descartado la opción militar afirmado que la solución a la crisis en Venezuela pasa por la vía política. Son los abstencionistas iracundos que han contribuido, al igual que el régimen a desvalorizar el voto como instrumento de lucha y de cambio político. Son los que le dicen NO a las elecciones, NO al diálogo, NO a la negociación, pero no ofertan rutas posibles para superar la pesadilla de la barbarie chaveco-madurista.

Son los “impolutos” que chantajean permanentemente a los otros factores opositores y que desde sus cuarteles en el Sur de la Florida (EV-TV-Miami) desprestigian y lanzan falaces acusaciones contra todo aquel que se niegue a transitar las trochas antidemocráticas que ellos publicitan. Son los que odian el debate de ideas, pero veneran el insulto y la descalificación. Constituyen una secta que busca el poder no por la vía electoral (no tienen el respaldo necesario) pero si engañando y manipulando a la gente mediante un lenguaje simbólico efectista “Chávez vete ya”, “El que se cansa pierde”, “Estamos en el lado correcto de la historia”, “Falta poco ya”, “El régimen agoniza”, “Rumbo al quiebre”, “Maduro dimite pronto”, “La intervención militar viene”. Son los que con su política han dividido a la oposición venezolana y desmoralizado al ciudadano común.

Estos opositores poseedores de una verdad inescrutable cuentan con el respaldo de los sectores más reaccionarios del continente americano y de Europa: Uribe, Duque, y Pastrana en Colombia, Trump, Pence, Pompeo y Rubio en los EEUU, Calderón y Fox en México, Rajoy en España, y Marie Le Pen en Francia, entre otros. Muchos de ellos han llegado al extremo de considerar a Pinochet como un dictador “necesario y bueno”, pues evitó que Chile se convirtiese en "otra Cuba", y son los mismo que se regocijan del triunfo de Bolsonaro (el Donald Trump brasileño), ignorando su condición de racista, admirador de la tortura, devoto del insepulto tte coronel Chávez, fanático homofóbico y practicante de una violencia verbal insolente y nauseabunda. Son los señorones que desde Madrid, Washington, Bogotá, o Miami suplican por la invasión de los muchachos de Mr. Trump, o en su defecto por el surgimiento de un milico mesiánico.

Gracias a esa extrema derecha insultadora de oficio se ha fortalecido el lumpanato bolivariano, se ha acentuado el terrorismo de Estado, y la profundización de la política neoliberal traducida en un aumento en los niveles de exclusión social, precariedad laboral y la entrega de las riquezas del país a capitales transnacionales (petróleo, oro, gas, coltan). Representan una mezcla tóxica de estupidez y vileza ocupados en odiar a todos aquellos que discrepan de sus patéticas salidas fantasiosas.

La oposición venezolana requiere de una recomposición política deslindada de la ultraderecha farisea quien se niega a transitar la ruta electoral a pesar de que el 75-80% de los venezolanos rechazan al régimen actual y quieren un cambio económico y político. Es necesario construir una oposición cuyo discurso supere la retórica binaria y el maniqueísmo emocional. Una oposición que sea capaz de capitalizar el gran descontento social en función de erigir una contrahegemonía electoral que permita derrotar al chaveco-madurismo y su proyecto excluyente y totalitario.












Monday, October 22, 2018

La cultura del terror y la muerte

Contrariamente a la promesa de restaurar el Estado de Derecho -violentado por los gobiernos anteriores- el proyecto chaveco-madurista ha profundizado e institucionalizado la violación de los derechos humanos a través de la cultura del terror, del miedo colectivo, la represión ilimitada y de la muerte.

El ideario chaveco-madurista ha promovido abiertamente la cultura del terror como estrategia para el control social de la población. Las detenciones arbitrarias, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales en zonas populares (OLP), y las desapariciones forzosas (José Rivas, Marco Monasterio, Oscar Romero y Roberto Hernández en el Estado Vargas (1999) y Alcedo Mora en el Estado Mérida (2015) forman parte del libreto siniestro puesto en escena por los cancerberos del régimen. Además, ha recurrido al uso de la justicia militar, a operaciones de exterminio como las de La Paragua (2006), Barlovento (2016), Cariaco (2018), y del Junquito (2018) y al asesinato de detenidos políticos como los casos de Rodolfo González Martínez (El aviador) (2015), Nadis Cecilia Orozco (2017), y más recientemente el Concejal Fernando Albán (2018); todas ellas aberraciones propias de regímenes dictatoriales.

La utilización de la cultura de la muerte como instrumento de sumisión busca apabullar al venezolano a fin de ejercer su control político, económico, y social y por ende hacerlo vulnerable, manipulable y esclavo de la tiranía. El haber arrojado al concejal Fernando Albán desde el piso 10 de la sede del SEBIN -a fin de ocultar su repugnante tortura y asesinato en sus calabozos - es una del muestra más del terrorismo de Estado impuesto por el perverso ideario chaveco-madurista. Además, cabe destacar que hubo una serie de irregularidades en el caso del concejal Albán violatorias de las normas constitucionales, por ejemplo, fue secuestrado a su llegada al país, se le desapareció e incomunicó y no fue presentado a los tribunales competentes dentro del lapso establecido por la Ley (48 horas). Tras su asesinato, la autopsia no fue practicada por un anatomopatólogo acreditado, sino por un curandero de los que egresan de la escuela de medicina comunitaria (MIC). No hay que olvidar que el SEBIN bajo la dirección de González López (egresado de la Escuela de las Américas -Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad) se ha convertido en antro de torturas y muerte. Los “suicidios” de Rodolfo González Martínez y de Fernando Albán recuerdan los “suicidios” de José Gregorio Rodríguez (1962) y Fabricio Ojeda (1966) y la “muerte natural” de Jorge Rodríguez (1976) ocurridos durante los gobiernos de la mal llamada Cuarta República.

Es evidente que con el asalto al poder del facho-chavismo se produjo un retroceso significativo de los espacios democráticos existentes en el país. La imposición de la doctrina de la Seguridad Nacional Bolivariana, sustentada en el concepto del “amigo-enemigo” del jurista Nazi Carl Schmitt ha implicado la identificación, exclusión y eliminación física de todo sujeto considerado “no amigo” de la política oficial. Terror que se ejerce bajo el pretexto “de la estabilidad política y la soberanía nacional”, cuando en realidad persigue destruir todo vestigio de oposición a la política oficial. El régimen elabora construcciones ideológicas maniqueas a fin de legitimar el aplastamiento de quienes difieren de su proyecto político.
La conducta del fiscal usurpador Tarek William Saab ha sido infame al calificar de suicidio la muerte del Concejal Albán basado en el reporte policial proporcionado por los esbirros involucrados en su asesinato. Desde su ilegitima investidura Saab ha actuado más como un rastrero funcionario de Miraflores que como verdadero Fiscal General de la Nación. Es irónico ver al otrora defensor de los derechos humanos convertido hoy en un despreciable esbirro al servicio del régimen, dispuesto a mentir y hasta justificar conductas policiales oprobiosas las cuales cuestionó con gran vehemencia en el pasado.

La degradación de Saab es tal que está presto a sancionar judicialmente a todo aquel que se atreva a desafiar la historia oficial sobre el suicidio de Albán. Con su miserable actitud imita a los juristas nazis quienes legitimaron las prácticas y leyes que vulneraban los derechos individuales alemanes a fin de consolidar el tenebroso proyecto de Hitler. La ignominia de Saab nos retrotrae a la tesis de Roland Freisler (1934) Fiscal del Estado alemán quien instaba a los jueces a abandonar la imparcialidad y apoliticismo y juzgar al acusado en el marco del espíritu nacionalsocialista. Ni hablar del Defensor del Pueblo, Alfredo Ruiz Angulo, fantoche y cobarde funcionario que ha guardado un silencio bochornoso ante las sistemáticas violaciones de los derecho humanos y más recientemente ante el asesinato del Concejal Albán.

No nos debe sorprender que tartufos como Saab, Reverol, Ruiz y Cabello repitan una y otra vez que Albán no fue asesinado, sino que se suicidó (“Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad” Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda nazi).

Venezuela es rehén de un lumpanato cada vez más reducido, pero fanatizado dispuesto a cometer la más ruin de las crueldades a fin de mantenerse en el poder. Este es el verdadero rostro del ideario chaveco-madurista, tan autoritario, opresor, y asesino como los fascismos del siglo XX (fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán).